Filtro de sonrisas y lágrimas

De los 14 niños que pueden ver en la imagen superior, hoy solo quedarán nueve. Es el filtro final que deben pasar para integrarse en el reparto del musical Sonrisas y lágrimas, que llega a Bilbao el 23 de agosto. Tres niños encarnarán a Kurt y seis niñas se repartirán los papeles de Marta y Gretel, los hijos pequeños del capitán Von Trapp, dado que las leyes les prohíben trabajar más de dos días seguidos y el musical que ofrecerá 25 funciones en Bilbao.

Las criaturas saben entonar y tienen gracia, por algo pasaron ya un primer casting. Pero ahora, en tres días de intensivo taller, han tenido que demostrar que están al nivel del mayor musical producido en España. “Ensayamos sobre las coreografías de la obra”, explica Carmen Márquez, directora del casting. “Lo que más valoro es su plasticidad y su frescura”. Entre canciones y bailes guiados por las marcas del suelo, idénticas a la escenografía real, Márquez mete juegos, “para que no se agobien”. Porque a las niñas más mayores, dice, “el taller les huele a competición” y trata de evitar que “se vean como rivales”, algo que “con los chicos no pasa”.

Carmen Márquez lleva a sus espaldas 20 talleres como este, en las 20 ciudades donde Sonrisas y lágrimas ha estado de gira. Por eso sabe que hoy le espera un día duro: “Intentaré tratarles como adultos y decirles quién se queda y quien se va de forma aséptica, rápida”. Lo más difícil, cuenta, es “lidiar con los padres indignados”, que no asisten a estos talleres “porque los hijos se vuelven más ñoños y no saco de ellos ni el 80%”.

Algunas de las niñas más mayores se toman el taller con rivalidad

Algunos chavales reconocen que se llevarán “un disgusto” si no salen elegidos, pero la mayoría parece estar mentalizada. Izaro y Bego, dos hermanas que aspiran a encarnar a Marta y Gretel, acudieron al casting con su abuela. “Ahora dice que es nuestra mánager", cuenta Izaro, “y que si nos cogen va a ir por Bilbao con un cartel que ponga que somos sus nietas, pero que si no, no pasa nada”. Lo mismo opina Mentzia, de seis años, un terremoto que reconoce haber visto la película “millones de veces”. Ioar, de 11, es el único que afirma abiertamente que de mayor quiere ser actor: “Si me cogen no quiero que me paguen, yo he venido a pasármelo bien”.

Gonzalo Pérez, productor de Vértigo Tours, asegura que Sonrisas y lágrimas es el musical más “bestia” de los que han hecho: “Además de trabajar con niños hay 22 cambios de escenografía y siete tráilers hasta arriba de trastos, y mueve a un centenar de personas”. Carmen Márquez es una de las suplentes, por si falla alguna de las monjas. Tras más de diez años trabajando con niños se sigue encariñando con ellos. “Con más tiempo de ensayos me servirían los 14 pero tengo que quedarme con los que mejor se sepan adaptar”, explica, y se pone seria: “No nos engañemos, la gente paga por ver esto, es un producto de primera línea y ahí es donde yo aparto los cariñitos”.

La directora del casting valora su capacidad para adaptarse y su frescura