Entre bicicletas y helados
Turistas y aficionados se vuelcan con la Clásica de San Sebastián, que se ha retrasado por los Juegos Olímpicos
“¡Qué vayan rápido los ciclistas, bueno, pero medio derrapando los coches escoba!”, bromeaba algo indignada una donostiarra al paso del pelotón de la 32ª Clásica San Sebastián en la curva del Hotel Londres, carrera en la que Luis León Sánchez, del equipo holandés Rabobank, resultó vencedor, por segunda vez, tras casi seis horas de carrera.
Todo acompañó ayer en la cita ciclista que este año se ha retrasado unas semanas para no coincidir con los Juegos Olímpicos. “Si no los corredores buenos no habrían venido”, explica Santiago Ayestaran, responsable de salida. Buen tiempo, temperatura “excelente”, según los corredores y la ciudad plagada de turistas y aficionados a la bicicleta.
Cientos de donostiarras asistieron a la salida de la de la carrera que se inició a las 11.10 agolpados en el Boulevard. Se trataba de una carrera que servía para “testar” a corredores como Samuel Sánchez, que no pudo acabar el Tour por una fatal caída que le supuso una lesión, o Alejandro Valverde de cara a la Vuelta a España.
Abuelos con niños, turistas despitados, madrugadores playeros y sobre todo, los aficionados a una carrera con solera se mezcaban en los alrededores del Alderdi Eder. Iñaki Bengoetxea, de 34 años, adquiría un maillot del equipo DMC nada mas finalizar el pistoletazo de salida. “No es que sea mi equipo favorito pero es negra, roja y blanca como mi bicicleta”, comenta. Aficionado al ciclismo, este joven orientador laboral de profesión aprovecha el verano para salir a la carretera y el invierno para hacer surf, sus dos pasiones. “Es la única forma de ir a contracorriente”, afirma.
El exciclista Marcarini lleva 20 años vendiendo camisetas
Este año la Clásica, con 160 corredores, ocho por cada uno de los 20 equipos inscritos, contaba con un corredor de lujo como reclamo; el kazajo Alexander Vonokourov que aún saborea el l oro obtenido en Londres. También será una Clásica memorable porque será la última para el presidente de la organización, Jaime Ugarte, que se jubila junto a otros compañeros.
En el puesto ambulante del tialiano Gianni Marcarini (Bergamo, 1940) no hay crisis. Este excorredor profesional italiano afincado en Bretaña lleva 20 años vendiendo camisetas vintage y licras en la capital donostiarra. Al año recorre en furgoneta 130.000 kilómetros junto a su mujer. No se pierde ni el Giro, ni el Tour, ni la Vuelta a España, ni si quiera las carreras ciclistas secundarias por toda Europa. “Cada tres años tengo que cambiar de vehículo. Soy de los que doy de comer a a las gasolineras”, bromea. El puesto está a tope y eso que los precios rondan entre los 50 y 90 euros por un maillot estilo años setenta. Una empresa de Santiago de Compostela es una de las que le fabrica las camisetas que Marcarini se jacta de “haber sido el primero” en volver a ponerlas de moda.
Su odisea de vendedor trasciende más allá de Europa. Un mes al año este exciclista de Mercier vive en Guadalupe, en las Antillas Francesas, donde vende bicicletas. “¿La Clásica? Muy bonita y una de las mejores organizadas”, opina. “¿Un ciclista? Contador”. Ni lo duda.
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