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El teatro público quiere ahorrar escenificando obras con becarios

Los actores consagrados dejarán paso a recién licenciados

El Centro Dramático Galego (CDG) planea estrenar cuatro espectáculos a lo largo del próximo año y medio. Dos serán montajes convencionales, con cinco personajes cada uno: O profesional, de Dusan Kovacevic, y Días sen gloria, de Roberto Vidal Bolaño. La otra mitad, no tanto. As laranxas máis laranxas de todas as laranxas, de Carlos Casares, y Touporroutou da lúa e o sol, también de Bolaño, autor elegido para el Día das Letras Galegas de 2013, serán algo diferentes. Y no por tratarse de piezas infantiles, sino porque sus elencos tendrán el título recién estampado en la Escola Superior de Arte Dramática (ESAD) de Vigo. Esa es la novedad: serán intérpretes trabajando en un contexto profesional pero sin contratos profesionales. Becarios y becarias, en otras palabras.

En la Asociación de Actores y Actrices de Galicia (AAAG) y en Escena Galega, donde se agrupan compañías privadas, las alarmas saltaron a finales de julio. En cuanto tuvieron constancia del proyecto, en la última reunión del consejo asesor del CDG antes de las vacaciones, mostraron de inmediato sus reparos. No tienen nada en contra de que la Administración ayude a buscar salidas profesionales a los egresados, insisten ahora, pero no a cualquier precio. El convenio colectivo de las artes escénicas se aprobó en 2009 y no contempla la figura del becario.

La oposición de AAAG es “frontal” y así se lo ha comunicado por escrito al director del centro, Manuel Guede, a quien invita a “reconsiderar” su postura. Creen que la medida puede ser “ilegal” y constituir incluso “un fraude a la Seguridad Social”, y recuerdan que la Axencia Galega das Industrias Culturais (Agadic), de la que depende el teatro público, está obligada a cumplir la legislación laboral vigente. De momento, lo dejan ahí. La directiva que desde hace dos meses preside el ceense Toño Casais ha decidido darle una segunda oportunidad al consejo asesor. Si es lo que se supone que es, argumenta, a la vuelta del verano debería someter a discusión el proyecto. En Escena Galega la hoja de ruta es muy similar. Su negativa también está condicionada.

“Puedo entender el malestar o la preocupación del sector teatral, pero se equivoca”, replica por su parte Manuel F. Vieites, director de la ESAD. “Esto no se hace contra nadie ni contra nada, sino a favor de la incorporación de los titulados al mercado laboral y la legitimación del oficio, pero hay que verlo con perspectiva, no desde una óptica cortoplacista. Esta polémica es producto de la situación actual, de gran precariedad. Hace siete años no se habría dado. Lo que tienen que hacer las asociaciones profesionales es reclamar ayudas a la producción y el mantenimiento de los circuitos”.

La medida puede ser “un fraude a la Seguridad Social”, según los actores

A Vieites no se le escapa que el proyecto puede ser visto como una manera de “cuadrar las cuentas” en el teatro público, muy afectado por los recortes en la Consellería de Cultura y salpicado por la polémica destitución de Blanca Cendán el pasado marzo, pero asegura que Guede habría hecho lo mismo en cualquier otra coyuntura. “No le estamos sacando las castañas del fuego al Centro Dramático, sino todo lo contrario: es el centro el que nos las saca a nosotros”, explica. “Es un viejo proyecto que hasta ahora no se ha podido sacar adelante por distintas razones, pero siempre hemos querido contar con becas de este tipo, igual que los médicos tienen su MIR”.

Los egresados, según el director de la escuela, podrán enlazar como máximo dos becas de este tipo antes de “emanciparse” en el mercado laboral. En principio solo está dirigido a actores y actrices, pero no se descarta que en el futuro se puedan incorporar a las producciones del CDG, con el mismo régimen pero en calidad de ayudantes, los titulados en las otras dos especialidades que se imparten en la ESAD: Dirección Escénica y Dramaturgia, por un lado, y Escenografía, por el otro. “También intentaremos que los becarios puedan trabajar en las compañías privadas”.

La escuela se creó en Vigo hace ya siete años y cuenta con su propia compañía de teatro, que acaba de estrenar en la Mostra Internacional de Ribadavia una adaptación de Shakespeare, A tempestade, con 11 alumnos de interpretación dirigidos por su profesor Dani Salgado y otros seis docentes completando el equipo. Para poner en marcha este “proyecto pedagógico no comercial”, como lo denominan, el centro recibió una ayuda de 13.000 euros de la Xunta a través de Agadic. Este mes visita el Centro Cultural VilaFlor de Guimarães, en Portugal.

Los titulados crean su propia asociación

La Asociación de Titulad@s en Estudos Superiores de Arte Dramática (Atesad) se presentará oficialmente en septiembre, pero ya tiene gestora. La integran Fran Núñez, Antela Cid y Fran Peleteiro, presidente provisional. Dicen que no se sienten representados por los colectivos profesionales, a los que reprochan posiciones “muy alejadas” de sus intereses. Según sus números, pronto podrían contar con 200 socios.

En Atesad no solo habrá intérpretes, sino también directoras, escenógrafas, dramaturgos, docentes, gestores culturales y “cualquier otro profesional”. Para entrar en la Asociación de Actores y Actrices de Galicia, además de pagar las cuotas, es imprescindible tener contrato laboral en regla. Aquí no. Basta un título, bien de la ESAD, bien de otra escuela similar, siempre que sea equivalente, esté homologado y su titular resida en Galicia. Los objetivos son fundamentalmente dos, precisa Peleteiro en un correo electrónico: el primero, “que los asociados tengan trabajo”; el segundo, que éste “llegue a la ciudadanía”.

Atesad es la única plataforma que apoya el sistema de prácticas que prepara el Centro Dramático Galego, eso sí, como “complemento” a las producciones convencionales. “Los egresados necesitan realizar un tránsito a la vida profesional que no resulta fácil”, argumenta el presidente, quien también subraya la “coherencia” de la idea.

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