Paella y sangría entre vaquillas
Los rusos recuperan la afición de las novilladas para turistas en el Ebro
En la Costa Daurada los turistas rusos han encontrado una nueva diversión para pasar sus días de vacaciones. Además del sol y playa y del turismo de chiringuito, que encuentran en Cambrils o Salou, o de una escapada a la bahía dels Alfacs, ahora los touroperadores también ofrecen una nueva actividad para conocer España. La tradición del toreo, del arte flamenco y de la paella tierra adentro. No les basta con comerse un arroz en el paseo marítimo o hacer unas palmas en un tablao improvisado en un camping de la costa, ahora los turistas rusos viajan hasta Alfara de Carles (Baix Ebre) para ver una corrida de toros, escuchar flamenco en directo o comerse una paella.
Pero como en toda parafernalia para turistas, ni los toros son toros ni la paella es paella. El espectáculo taurino que se ofrece a los turistas rusos es un sucedáneo de corrida. Un novillo se enfrenta a tres toreros de la Escuela Taurina de Zaragoza, debidamente vestidos, durante más de cuarenta y cinco minutos. La gracia del espectáculo, cuenta uno de los toreros, es que es una corrida sin sangre y sin muerte. Los tres aprendices de diestro no hacen ningún daño físico al animal, las banderillas son de pega y el toque final al novillo lo dan con la palma de la mano.
De la Monumental a los tentaderos
Uno de los toreros que ha aprovechado la fiebre de los rusos es el diestro más conocido de Cataluña, Serafín Marín. El último torero de La Monumental de Barcelona, en las fiestas de la Mercè de 2010, también se ha subido al carro de las pseudo corridas para turistas. No ha abandonado su carrera de éxito por las plazas de España pero no deja pasar esta oportunidad de hacer llegar su maestría a los centenares de rusos que cada semana pasan per Alfara de Carles (Baix Ebre), en la ganadería de Rogelio Martí.
A pesar de que los turistas no le saquen a hombros como en su última tarde en la Monumental de Barcelona, el diestro es el principal atractivo de estos tentaderos turísticos y los rusos aprovechan el final del espectáculo para sacarse fotos o conseguir algún autógrafo o dedicatoria.
El famoso torero viaja hasta Alfara de Carles dos veces por semana, los miércoles y los domingos, y además de capotear con un novillo delante del respetable público ruso el espectáculo también muestra el arte del quiebro o recorte de toros.
Los turistas rusos, expediciones de unas 150 personas tres días por semana, se emocionan al ver a esos chiquillos delante del animal. Las cámaras fotográficas no paran ni un solo momento y los ‘oles’ se suceden cada vez que el joven lidiador capotea al novillo. Antes de empezar la corrida el guía explica en ruso el espectáculo a los turistas y los matadores dan la vuelta al ruedo. Los primeros en llegar ocupan la presidencia de la plaza y antes de sacar el toro de los corrales suena el pasodoble de rigor por la megafonía. Ante el sol de justicia que cae en esta plaza a los pies de los Ports de Beseit nada mejor que un buen vaso de sangría para pasar el calor. Puede ser el efecto de la bebida o que los turistas rusos no conocen que el objetivo final es que gane el torero, pero las pequeñas cogidas o revolcones de los diestros son recibidas con risas.
Después de la corrida toca degustar paella y escuchar flamenco. Durante la comida los turistas aprovechan para fotografiarse con los toreros. Algunos, los más aficionados, también consiguen un autógrafo del torero en una postal con imágenes taurinas.
La Mur es una de las dos ganaderías que organiza estas visitas para rusos en Alfara de Carles. Àngela Mur, la jefa de la ganadería, reconoce que este turismo salva la temporada y permite mantener abierto el negocio. Los turistas pueden llegar a pagar hasta 90 euros por visita. El precio incluye autocar desde Salou, la corrida y la paella. El paquete se ha intentado vender a británicos, alemanes y franceses, pero de momento, solo atrae a los rusos.
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