Cinco policias locales heridos al enfrentarse a unos ‘manteros’
El Ayuntamiento dice que tiene “el deber de perseguir cualquier ilegalidad” La presión policial se topa con la falta de alternativas para los ‘manteros’
El conflicto entre agentes de policía y manteros sigue activo en la Costa Dorada. El martes por la noche se produjo un nuevo enfrentamientos entre ambos colectivos en Calafell (Baix Penedès), en el que cinco agentes resultaron heridos, un vendedor detenido y otros tres denunciados por venta ilegal, según el Ayuntamiento. La trifulca empezó en el paseo marítimo a las ocho de la tarde, hora en la que las zonas más transitadas de la costa se llenan de vendedores que ofrecen sus productos falsificados a los turistas. A la llegada de la policía, los manteros siguieron su estrategia habitual: refugiarse en la arena de la playa, confiando en que los agentes no les persigan hasta allí. Pero en esta ocasión sí lo hicieron, lo que desencadenó momentos de tensión. Varios turistas y vecinos intervinieron, la mayoría apoyando a los vendedores y grabando las escenas con sus móviles mientras la policía intentaba inmovilizar a los manteros y quitarles sus mercancías.
La operación se saldó con 433 productos confiscados. El Ayuntamiento (CiU y el PP) hizo público ayer un comunicado apoyado por la asociación de comerciantes Forum Calafell en el que afirma que “la policía local tiene el deber de combatir cualquier ilegalidad producida en el municipio”. “Detrás de la venta del top manta se esconden redes de delincuencia organizada, talleres clandestinos con trabajadores no declarados, además de una explotación de los vendedores”, añade el Consistorio. Hace dos años, Calafell habilitó una zona para los manteros que provocó críticas de los comerciantes y una crisis de gobierno.
El conflicto en Calafell se suma al registrado el pasado 13 de julio en Cambrils y Salou, que se saldó con 19 vendedores ilegales detenidos y 599 productos confiscados tras una pelea que terminó a las tres de la madrugada. En aquella ocasión, los vendedores también agredieron a los agentes. “Desmontaron los toldos para usar los palos de hierro”, explicaron los Mossos d’Esquadra. Un total de seis agentes resultaron heridos y los vendedores también denunciaron lesiones. Tras este incidente, los manteros, en su mayoría senegaleses en situación irregular, se unieron en una asamblea. El cónsul de su país se desplazó a Tarragona la semana pasada para seguir de cerca el conflicto.
“No podemos seguir así. Queremos que el Ayuntamiento regule nuestra situación. Muchos compañeros quieren volver a Senegal, pero no tienen dinero para el billete. Tenemos dos opciones: o nos ayudan a pagar el viaje a casa o nos dejan trabajar”, explica Mourinho, un senegalés residente en Cataluña desde 2007.
Era pescador en su país y llegó a España en cayuco. “¿Ahora cómo vuelvo?, ¿andando y nadando? Cuando te quitan el material pierdes todo el dinero, pero al día siguiente tienes que seguir trabajando. No tenemos otra alternativa”, explica Mourinho, que asegura que está hablando con sus compatriotas para rebajar la tensión.
Hay un millar de senegaleses en la provincia de Tarragona. Durante la jornada, los vendedores ilegales intentan ofrecer sus productos en las playas; pero, cuando cae el sol, la actividad se traslada a los paseos marítimos y a las calles aledañas a la costa. Tratan de vender lo que ellos denominan su “mercancía”; es decir, gafas, bolsos, camisetas, relojes, películas, zapatos y hasta maquillaje. La mayoría son falsificaciones de marcas prestigiosas a precios ajustados: entre 5 y 40 euros.
“Esto explotará. No hay diálogo con las Administraciones”, dice un abogado
Al atardecer, en la Costa Dorada los vendedores ilegales se concentran diariamente en puntos calientes, donde hay más tránsito de posibles clientes, como Coma-ruga (El Vendrell), Salou, Cambrils, Torredembarra o Calafell. Los policías locales y los Mossos d’Esquadra realizan patrullas conjuntas en estas localidad, pero este año no se limitan a entablar persecuciones a distancia o simplemente a observar a los manteros en los paseos marítimos para infundirles temor. También efectúan controles aleatorios en las estaciones de tren y en las calles limítrofes entre municipios. Esta presión policial, unida a la crisis económica, ha hecho disminuir el número de vendedores ilegales. Sin embargo, los enfrentamientos se han recrudecido entre manteros y agentes.
Los primeros se aferran como pueden a la manta que sostiene sus productos porque, si se la requisan, pierden todos sus ingresos y contraen una deuda de hasta 350 euros con las mafias que se los han facilitado. Los segundos tienen orden de ser implacables. “Esto explotará. Debido al clima de violencia actual, me retiro porque no hay vías de diálogo con la Administración”, dijo ayer el abogado Pere Sutil, que fue contratado para defender judicialmente a los senegaleses.
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