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Tres familias, 11 pleitos y una casa señorial

El hijo de un anciano de Teià denuncia que sus vecinos le acosan para que el hombre se marche

La casa Can Tarradas, de 1851,en Teià, (Maresme, Barcelona)
La casa Can Tarradas, de 1851,en Teià, (Maresme, Barcelona)JOAN HERNÁNDEZ

Bienvenido Hernández tiene 85 años, artrosis y dos familias vecinas que desde hace una década le hacen la vida imposible. Es lo que asegura su hijo Joan. que se ha querellado contra los vecinos con los que comparte una casa en Teià (Maresme, Barcelona). Tras batallar en 11 pleitos por el reparto de una casa señorial del siglo XIX de Teià, el Juzgado de Primera Instancia de Mataró celebra hoy la última sesión del juicio por amenazas con el visionado de un centenar de grabaciones con cámara oculta. La fiscalía acusa a los vecinos de delitos contra la integridad moral, coacciones y hurto, con el propósito de expulsar a Bienvenido y a sus hijos de la casa.

Amenazas de muerte como “me gustaría abrirte en canal”, vejaciones, hurtos y hasta el sabotaje del tractor de un anciano de 85 años son algunos de los delitos por los que la fiscalía solicita una pena de un año y tres meses de cárcel y el pago de más de 70.000 euros en indemnizaciones para los dos vecinos y propietarios de una casa en Teià, en uno de cuyos pisos reside de alquiler Bienvenido Hernández con su familia. “Somos víctimas de un acoso constante que tiene por objeto destruir nuestra moral”, opina Joan, hijo de Bienvenido. Está previsto que el Juzgado de Primera Instancia de Mataró concluya hoy la vista oral tras el visionado de cerca de un centenar de grabaciones en las que uno de los hijos del anciano registró las supuestas vejaciones.

Corría el año 1968 cuando Bienvenido alquiló junto a su familia la planta baja de Can Tarradas, una vivienda aislada de 700 metros cuadrados de estilo ecléctico construida en 1851. La casa, que está dividida en cuatro apartamentos, fue comprada en 2002 por dos vecinos de la localidad, que se repartieron los gastos y se instalaron con sus respectivas parejas en sendos apartamentos de la primera planta, mientras Bienvenido y su familia continuaban residiendo legalmente en la planta baja. Desde entonces, los juzgados se han convertido en el segundo hogar de estas tres familias que llevan una década batallando por el reparto de la casa. Pero Joan está convencido de que lo que persiguen es echarles: “Ellos siempre actúan como si fuesen nuestros dueños y consideran que tenemos que pedirles permiso para todo”, dice Joan.

En una decisión salomónica y, en opinión de Joan, “inaudita”, el Juzgado de Primera Instancia de Mataró dictaminó en 2005 que Bienvenido no tenía derecho a usar el jardín, la escalera central ni el torreón que hay en la última planta de la vivienda. Se le permitió usar el patio delantero únicamente para entrar a su vivienda, ya que es la única vía que tiene para acceder a su hogar. “Crecidos por la victoria en los tribunales”, dice Joan, los vecinos empezaron a hacer comentarios del tipo: “Os estamos metiendo el puño por el culo” y “apelad, apelad, que así ganaremos más dinero y contrataremos a un abogado mejor para que os echen a la puta calle”. La Audiencia Provincial de Barcelona revocó la sentencia un año después. En otra ocasión, Bienvenido fue denunciado porque instaló en el patio una valla de dos metros de altura para protegerse de los perros de los vecinos. La justicia archivó el caso.

Entre los actos vejatorios que recoge la acusación del fiscal, se denuncia el constante taponamiento de puertas y ventanas, pequeños hurtos por valor de 400 euros y la rotura premeditada de distintas pertenencias del anciano como macetas y hamacas. Bienvenido paga poco más de 1.000 euros anuales de renta. Joan está convencido de que este es uno de los motivos principales que explicarían todo lo que le está sucediendo a su familia: “Estamos en una situación en la que ya no sabemos qué hacer”.

La solicitud de cárcel por parte del fiscal está motivada por un delito continuado contra la integridad moral y la comisión de actos degradantes. En una ocasión, se denuncia, uno de los dueños sorprendió a Bienvenido podando su jardín y le espetó: “Viejo, estando jubilado no se puede trabajar, vas a perder la pensión”. Joan asegura que su padre “estuvo una semana entera preguntando si de realmente le iban a quitar la pensión”.

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