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JOSE IGNACIO MARTÍNEZ CHURIAQUE | Presidente del TVCP

“He fracasado en el intento de emitir los informes con más rapidez”

“Ha funcionado una mentalidad retardataria de los cambios”, afirma el economista

José Ignacio Martínez-Churiaque, en su despacho de Vitoria.
José Ignacio Martínez-Churiaque, en su despacho de Vitoria.L. RICO

José Ignacio Martínez Churiaque revalidó el lunes pasado su cargo de presidente del Tribunal Vasco de Cuentas Públicas del País Vasco (TVCP), a cuyo frente está desde julio de 2009.

Pregunta. ¿Es verdad que Euskadi es un modelo de transparencia, como ha dicho hoy (por el miércoles pasado) el lehendakari?

Respuesta. Queda recorrido, nos falta mucho por mejorar; pero los sistemas de control, los internos que realizan los interventores, y los externos del Tribunal, han funcionado mejor que en el resto de España.

P. ¿Cómo han sido posibles entonces los casos Guggenheim, Balenciaga, Miñano, De Miguel, Epsilon, Margüello...?

R. Por mal control, pero no son todos iguales. Unos manifiestan errores de gestión que facilitaron la corrupción y otros responden a una temeridad en la gestión de los recursos públicos, por asumir demasiados riesgos en inversiones.

P. López les pidió el otro día que sean inflexibles. ¿Han sido blandos?

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R. No, pero el Tribunal tiene una maquinaria tremendamente reacia al cambio y a la incorporación de nuevos procedimientos y normas ante nuevas circunstancias.

P. ¿Se puede concluir algo del contraste entre este Gobierno y los anteriores?

Perfil

José Ignacio Martínez Churiaque es catedrático en Economía Financiera y Contabilidad por la UPV-EHU y fue secretario general de la Fundación para la Libertad, así como decano del Colegio de Economistas y director del Departamento de Economía y Finanzas de la Facultad de Sarriko. Fue elegido presidente del TVCP a propuesta del PP, en el marco del pacto para el cambio entre ese partido y el PSE-EE. Dirige un equipo de cerca de 40 auditores, asistido por un vicepresidente y cinco consejeros.

R. Harían falta series más largas para sacar conclusiones y es difícil hacer comparaciones entre presupuestos de ciclos y estos de fuertes restricciones. Cuando ha habido exceso de financiación es cuando se han abordado proyectos con esas dosis mayores de temeridad y riesgo, o que podían acabar en derroche. Algo bueno de las épocas restrictivas es que los gestores públicos extreman el celo en el control de los recursos públicos.

P. ¿Cuáles son las áreas de peligro, dónde están los rincones oscuros?

R. En la contratación de obras y servicios y de personal, y en el otorgamiento de subvenciones. Pero han surgido otras áreas de riesgo en las que quizá los órganos de control no hemos empleado el tiempo suficiente. Por ejemplo, la morosidad de las administraciones, la no aplicación de las rebajas en los salarios del sector público, o el endeudamiento.

P. ¿Deberían haber estado entre sus preocupaciones más directas?

R. No hemos sido suficientemente eficaces en dar señales de alarma a autoridades y ciudadanos. No cuestiono la profesionalidad, pero en algo tenemos que aceptar que no hemos estado a la altura de las circunstancias, ni el Tribunal ni los servicios de intervención internos de las administraciones. Estos requieren un refuerzo de su independencia.

P. ¿No la tienen, están politizados?

R. Si al interventor no se le elige por oposición, si es seleccionado en el entorno del alcalde, si su sistema de retribución y complementos depende de este y tiene que realizar simultáneamente labores ejecutivas y de intervención, no está en condiciones de cumplir su finalidad.

P. ¿Por eso insiste en las auditorías privadas a los Ayuntamientos? ¿Es una posición del Tribunal?

R. No tenemos capacidad para decidir sobre eso, pero a título individual pienso que más vale que el control lo haga el sector privado que nadie. De los 250 Ayuntamientos vascos, nosotros hacemos ocho al año y hay 16 con auditorías privadas. Me parece insuficiente que solo el 10% de los presupuestos municipales estén sometidos a control externo.

Hay una infravaloración de la autoridad del Tribunal de Cuentas”

P. ¿Sienten que trabajan para nada? El Parlamento está lleno de informes del TVCP señalando una y otra vez las mismas irregularidades, que no se corrigen.

R. Los gestores públicos se preocupan cuando hay riesgo de procedimiento penal, pero no hay que esperar a detectar corrupción para tomar medidas administrativas con los responsables de la repetición en el tiempo de las mismas irregularidades. Es cierto, muchos informes tienen un recorrido corto en los medios de comunicación y casi cero en los órganos afectados. Ni siquiera quienes nos encargan la fiscalización nos llaman para que expongamos y debatamos con ellos en contenido de los informes. Hay una infravaloración de la autoridad del Tribunal de Cuentas.

P. ¿Alguna autocrítica?

R. La paciencia de los ciudadanos debe tener un límite ante la explosión ahora del déficit y el endeudamiento en el sector público sin que los responsables del control interno y externo hayamos encontrado las señales e informado de ellas.

P. Está a punto de acabar el mandato de este Gobierno y el TVCP no tiene aún fiscalizada la cuenta general de la comunidad autónoma de 2009.

R. En el pleno del Tribunal decidimos parcializar los trabajos y dedicar más equipos para obtener más rapidez y no ha sido así. He de admitir públicamente que he fracasado en ese intento, el Tribunal y yo hemos fracasado en eso.

P. ¿Están teniendo más problemas con este Gobierno para acceder a los datos?

R. No, no, no. Estoy echando la culpa al Tribunal. Quizá algún equipo no ha aceptado como objetivo reducir los desfases en la emisión de los informes.

P. ¿Está sugiriendo un boicot por parte de alguien dentro del propio Tribunal?

R. Ha funcionado una mentalidad retardataria de los cambios; quizá no he tenido el suficiente poder de convicción. Algunos profesionales no tienen vivamente incorporado que no emitir los informes en el tiempo pertinente es incumplir nuestra obligación con autoridades y con ciudadanos.

P. ¿Por qué repite, si reconoce ese fracaso?

R. Pensaba que el plazo de tres años sería suficiente para lograr ese objetivo, pero la realidad me ha dicho que no. Quizá lo consiga ahora.

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