Bancaja, Bankia y los intereses valencianos
"Lo que sucedió en España durante la burbuja es conocido. Lo específico del caso valenciano, menos."
"La confusión ha hecho su obra maestra”, le hace exclamar William Shakespeare a Macduff en Macbeth al descubrir el cadáver del rey. Y para nuestra desgracia, la saga de confusiones de unos gobernantes ineptos y unos ejecutivos ambiciosos e imprudentes, nos ha llevado a perder CAM, Bancaja y Banco de Valencia y corre el riesgo de deteriorar para siempre el acceso al crédito de los valencianos. Estas tres entidades han sido claves de la financiación de una economía que, por su estructura productiva, requiere de una banca relacional no practicada por la gran banca privada.
Lo que sucedió en España durante la burbuja es conocido. Lo específico del caso valenciano, menos. Y en ello sobresale que la simbiosis entre poder político y entidades llevó a una financiación masiva de compra de suelo para promoción inmobiliaria. Se olvidó la prudencia, se ignoró la historia y se financió valorando a precio de oro lo que acabó no valiendo nada. En esa confusión entre lo político y lo económico han quedado enterrados muchos miles de millones. Terra Mítica, recién vendida por 20 millones de una inversión superior a 400, es solo la punta del iceberg. El hecho diferencial no han sido estos caprichos, sea el parque de Benidorm o “el aeropuerto del abuelito”, tan escandalosos como ignorados penalmente. Son los millones de metros comprados a “precio prudente”.
Tras estas relevantes confusiones iniciales y desde el convencimiento de que habíamos entrado en la etapa del reconocimiento mundial de la supremacía de la Comunidad Valenciana como lugar de residencia, vinieron las demás. Ante el aumento de las dificultades la estrategia fue, según todo indica, la de un monumental run and shoot y seguir manteniendo zombis. La dación en pago, las sociedades conjuntas, —¿se ha investigado por ejemplo cuántas, y con quien, las creó CAM en su última etapa o Bancaja Habitat con Olivas?— ocultaron la situación a costa de no afrontarla. Si antes se había ignorado la conveniencia de no poner todos los huevos en la misma cesta, lo olvidado después fue lo que ocurre cuando al cielo se escupe.
Faltaba “lo peor de lo peor”. Se ignoró que no es prudente permitir que los pirómanos hagan de bomberos. Se ensayaban cambios diversos siempre con los que habían generado los problemas al frente. Se fue tolerante con los ineptos, menos con los bravucones. Porque la bravuconería de la CAM ante el Banco de España, primero, y los errores de la soberbia madrileña, después, (planteando un SIP que no permitía cumplir lo establecido en la ley), más la invisibilidad valenciana, provocaron esta toma de decisiones.
Encima, la llegada de Rodrigo Rato a Bankia fue seguida del desembarco masivo de sus amigos y colaboradores todos sin experiencia alguna en finanzas. Olivas, por su parte, colocó a los de siempre como cuota valenciana. Continuó así otra de las interesadas confusiones de estos años: que la defensa de los intereses valencianos se plasma en el número de cargos, amigos políticos, que se consiguen nombrar. No en las políticas que se implementan. Es el imperio del “no te preocupes, esto te lo arreglo yo” correlato lógico de la falta de transparencia y el amiguismo político del PPCV.
Casi todo lo anterior es historia. Es futuro, sin embargo, que la nacionalizada Bankia, la de las preferentes y el hundimiento en Bolsa, es de lo poco que nos queda a los valencianos de banca relacional. Y Bankia son miles de trabajadores intentando ahora tranquilizar a los clientes ante la frivolidad de sus directivos o de sus competidores. Y es, sobre todo, miles y miles de clientes, empresas y familias, que asisten impotentes a cambios de criterio en la gestión, a la pérdida de confianza en su entidad; a tanta confusión.
¿Lo peor de lo peor? Que a fecha de hoy los intereses valencianos se siguen confundiendo con los de algunos valencianos. Y los valencianos somos muchos más y mucho más importantes que las tropelías que se han cometido en nuestro nombre para dar trato de favor pongo por caso, como simple ejemplo de los más de 400 que hay, al Valencia CF.
Jordi Palafox es catedrático de Historia e Instituciones Económicas en la Universitat de València. Fue consejero de Bancaja entre enero de 1998 y febrero de 2006 en que dimitió.
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