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EMILIO LLERA, CONSEJERO DE JUSTICIA E INTERIOR

“Entiendo que me griten por los recortes”

Emilio Llera muestra su preocupación por que la forma de actuar en el caso de los ERE puede al final perjudicar el resultado de la instrucción

Javier Martín-Arroyo
El consejero de Justicia e Interior, Emilio Llera.
El consejero de Justicia e Interior, Emilio Llera.GARCÍA CORDERO

Aún está ajustándose el traje de político. Emilio Llera (Granja de Torrehermosa, Badajoz, 1951) da la sensación de librar una batalla interna entre el lenguaje franco de fiscal (30 años ejerciendo) y el edulcorado de consejero de Justicia e Interior, dos meses después de su nombramiento. Uno de los fichajes más sorprendentes de José Antonio Griñán afronta con resignación los duros recortes que ya le han costado los primeros pitidos de funcionarios. Y ante el endémico retraso de la justicia, acentuado por la crisis económica, su actuación está bajo lupa. Los balones que queman los despeja hacia Madrid.

Pregunta. Sus primeras intervenciones recordaron al portavoz del PP en el Senado, que dijo: “Ahora que ya no estamos en campaña vamos a decir la verdad”.

Respuesta. Uno de los compromisos que he adquirido conmigo mismo es decir siempre la verdad. Quiero hablar claro y creo que me sé hacer entender por la gente de la justicia, de los cuerpos de seguridad, pero también por la gente de la calle, porque estoy trabajando para los ciudadanos. A veces utilizo términos demasiado coloquiales, quizá inoportunos.

“A veces utilizo términos demasiado coloquiales, quizá inoportunos”

P. Ese lenguaje franco le costó una primera polémica con la Ciudad de la Justicia de Sevilla.

R. Es muy difícil que se pueda ejecutar en los tiempos en los que estamos, está muy lejos de ser una realidad. Y también dije que yo no renuncio a nada.

“Me preocupan las garantías procesales en los ERE y que no pueda condenarse”

P. ¿Le parece el mejor mensaje a la ciudadanía tildar como “rollo” a los ERE, un caso con tanto dinero defraudado, por muy farragosa que sea la instrucción?

R. Fue un término excesivamente coloquial que quizá no debí utilizar. Me extrañó que la única preocupación del PP fueran los ERE cuando hay casi dos millones de asuntos con ciudadanos pendientes de ellos. Lo que quise decir es el rollo obsesivo de los ERE, porque desde que llegué al Parlamento, el portavoz del PP empezó a decir que si yo era un consejero empleado para blindar al Gobierno del problema de los ERE, aunque sigo sin explicarme cómo puedo yo blindar a ningún Gobierno. Yo coordinaba la sección de Delitos Económicos y el asunto siempre lo llevó Anticorrupción.

“El Gobierno central ha vaciado el fondo para integración de inmigrantes: cero”

P. ¿Se arrepiente de mezclar la belleza de la juez Alaya con su capacidad de trabajo?

R. (Suspira) Se me ha interpretado mal. Reconozco que es una mujer muy trabajadora con una capacidad de trabajo realmente sorprendente porque, lo vuelvo a decir, no sé de dónde saca tiempo. Fíjese que hay dos fiscales dedicados en exclusiva a esto y sin embargo ella sola está tirando para adelante del procedimiento. Lo que quise decir, y fue un exceso, es que tenía tiempo para seguir arreglándose y seguir siendo femenina. ¿Eso se interpreta como machista? Me parece exacerbar el sentido de la expresión. Todo el mundo que me conoce sabe que no soy machista.

“En lo Social señalan para un año y en lo Penal para dos. Esto no es respuesta”

P. ¿Abarca demasiado la investigación con tantas consejerías?

R. Es un macroproceso. La ley prevé que se abran piezas por cada asunto y ella no lo está haciendo así. Yo hubiera abierto piezas como juez de instrucción, porque no sabemos lo que resultará que tenga importancia y lo que no, y puede perderse en el vacío.

P. ¿Comparte esa acusación de la Junta sobre causa general? ¿Se investiga por investigar?

R. Un poco eso es verdad, por no decir totalmente verdad. Lo que me preocupa es que esta forma de actuar puede al final perjudicar el resultado de la instrucción: que haya fuentes de prueba que resulten contaminadas y que por problemas de garantías procesales no pueda condenarse a los inculpados. No es mi perspectiva propia, forma parte del sentir de muchos jueces y fiscales de Sevilla. Hoy como consejero no debo juzgar nada de eso. Espero se la deje trabajar en paz, al igual que a la comisión de investigación. Que no se haga política en el juzgado ni justicia en la comisión. Pero el derecho a la crítica compete a cualquier ciudadano y a los poderes públicos.

P. ¿Qué deberán hacer los imputados cuando sean preguntados en la comisión de investigación del Parlamento?

R. Si están imputados en un juzgado tienen derecho a decir lo que quieran. La Constitución ampara ese derecho donde sea.

P. Son ya años de retraso en la justicia.

R. Siglos. No años. Siglos.

P. ¿Es la justicia un dinosaurio contra el que todos fracasan?

R. Soy un hombre de esperanza que cree que el futuro nos depara siempre mejorar. Tengo esperanza de que habiendo un ministro de Justicia que también es fiscal y un consejero de Justicia de la misma carrera, podamos entendernos y aportar mejoras para la justicia. Cuando empecé en la Fiscalía de Sevilla en 1982 trabajábamos con bolígrafo y los ordenadores eran ciencia ficción. Y hoy todos cuentan con un ordenador. La ventaja que tengo al conocer la justicia por dentro perfectamente es que puedo optimizar los escasos recursos que nos han dejado, porque el momento es malísimo. Puedo priorizar lo que es urgente y más daño hace a la justicia.

P. Los sindicatos censuran que la Junta se ha enrocado respecto a la bajada salarial del 5%.

R. Hoy esa situación está periclitada. Nos hemos enfrentado a un problema. Y es que el Gobierno impuso unos recortes a las comunidades que supusieron un reajuste brutal. Todavía no sé con cuánto dinero cuento hasta el final de 2012 y hoy me encuentro con que el fondo para integración de inmigrantes lo han vaciado: cero. Eso obliga a una reorganización de los recursos andaluces para los inmigrantes. Por pura ideología, la Junta no puede soportar que se cancele el derecho universal a la sanidad.

P. En 2011 quedaron 6.200 asuntos por resolver en los juzgados por despidos, pese a que su tramitación es preferente.

R. Es una situación esperpéntica y penosa. Los juzgados de lo Social señalan para un año y los de lo Penal para dos. Esto no es una respuesta a los ciudadanos, pero depende del esfuerzo del Gobierno central. El secreto no está en clonar juzgados sino en reforzar el número de jueces.

P. ¿Hay química entre usted y los jueces?

R. No he observado tiranteces de momento. Yo les conozco como ellos me conocen. Sabemos todos que estamos en la misma sintonía: en tratar de mejorar esto. Siempre he tenido en cuenta las sugerencias.

P. ¿Cómo se siente un exfiscal siendo increpado por los funcionarios de Justicia ante los recortes? Le pregunto por sus tripas.

R. Y yo se las voy a enseñar: me duele porque les entiendo. Cuando te bajan el sueldo, y a mí me dolió cuando me lo bajaron, entiendo que me grite la misma gente que ha estado trabajando conmigo hasta anteayer. Me duele más por ellos que por mí.

P. Le ha tocado ese papelón.

R. Para mí ha exigido un sacrificio bastante grande. Le doy un dato: yo fui nombrado consejero el 7 de mayo. El 8 de mayo iba a ser nombrado fiscal de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo. Estaba decidido. Era la ilusión de mi vida y tuve que renunciar a ella porque no fui capaz de decirle al presidente del Gobierno andaluz que no me iba con él.

P. ¿Y cómo le engatusó para renunciar a esa ilusión vital?

R. Me recordó que yo decía que el consejero era alguien muy lejano a la justicia. Y si me había quejado siempre, ahora tenía la obligación de impedir aquello que criticaba.

P. ¿Ha notado el descrédito de la justicia por el caso Dívar?

R. Dívar no es la justicia. Era la máxima autoridad del Gobierno de los jueces. Pero la justicia está en otro lugar. El Consejo General del Poder Judicial no representa a la fiscalía, abogados y procuradores. La justicia entera no se ha deteriorado, sino la imagen de los jueces.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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