El fuego arrasa miles de hectáreas en los incendios de Cortes y Andilla
El fuego avanza sin control en los dos incendios y el fuerte y cambiante viento complica la extinción Se estima que la superficie arrasada por los dos siniestros alcanza ya cifras de cinco dígitos Temor ante la cercanía de la nuclear de Cofrentes en un caso y de la Serra Calderona, en el otro
Los medios aéreos que se retiraron anoche de los trabajos de extinción de los incendios forestales de Cortes de Pallás y de Andilla, que han quemado ya miles de hectáreas en los términos municipales de Cortes de Pallás, Macastre, Dos Aguas, Yátova, Turís y Real de Montroi, en lo que supone el fuego más importante de los últimos años, se han reincorporado desde primera hora de la mañana para intentar controlar el fuego. Según han indicado fuentes del Centro de Coordinación de Emergencias, desde que ha amanecido han vuelto a sobrevolar la zona del incendio de Cortes de Pallás ocho medios aéreos, que se unen a los 1.000 medios terrestres y a las once brigadas de la Unidad Militar de Emergencias (UME) que trabajan para controlar las llamas.
El incendio, que permanece activo, ha obligado a desalojar en las últimas horas a más de un millar de personas de poblaciones y urbanizaciones y ha arrasado miles de hectáreas. Aunque Emergencias no ha precisado la superficie carbonizada por el momento, fuentes de la Diputación de Valencia informan de que el fuego ha afectado ya a unas 30.000 hectáreas en los dos incendios.
Esta misma mañana, mientras los habitantes de la urbanización Altury, en Turís, que habían sido desalojados ayer, podían volver a sus casas -que en su mayor parte han sufrido escasamente el efecto del fuego, no así el arbolado circundante, que ha quedado arrasado- se ha ordenado el desalojo de varios núcleos de las localidades de Llombai y Catadau.
“Si llegan las llamas cortaría árboles y saldría pitando”, dice un vecino
Un fuerte y cambiante viento está ayudando a que las llamas se extiendan con rapidez, al tiempo que dificulta las labores de extinción. En el siniestro que se inició el jueves en Cortes de Pallás, el temor ahora es que pueda acercarse a la central nuclear de Cofrentes, mientras que el que se desató ayer en Andilla podría llegar a afectar al parque natural de la Serra Calderona.
Negligencia y fuerte calor
Una negligencia de unos trabajadores fue lo que provocó un fuego que se ha agravado por el intenso calor, con temperaturas próximas a los 40 grados, y por el fuerte viento de poniente. Los mismos elementos que propulsaron otro incendio, detectado sobre las 16.30, en los términos de Andilla, Alcublas y Villar del Arzobispo. Este último se originó, al parecer, por una quema incontrolada de rastrojos
“El monte está muy seco, es pólvora”, se lamenta el alcalde de Alcublas
El sol se empleó a fondo desde el pasado jueves para convertir el incendio que arrancó en Cortes de Pallás en el mayor de los últimos años en la Comunidad Valenciana. Pero también necesitó de un aliado, la negligencia humana. Según apuntan las primeras líneas de investigación de la Guardia Civil, se inició por chispas desprendidas de una herramienta con la que trabajaban dos operarios en una parcela privada instalando unas placas solares. Ellos fueron los que alertaron al 112 y los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) les identificaron, puesto que cuando se decretan los niveles de emergencia está prohibida la utilización de herramientas que puedan desprender chispas La Delegación del Gobierno anunció que fueron detenidos por un delito de daños contra el medio ambiente por negligencia y está previsto que pasen a disposición judicial en el juzgado de guardia de Requena.
El propio presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, que visitó por la mañana el Puesto de Mando Avanzado instalado en Yátova, desde donde se centralizaban las operaciones, lamentó que el incendio era uno “de los más importantes de los últimos años”.
El presidente Fabra no dio cifra de hectáreas pues esos datos no se suelen facilitar hasta que este tipo de siniestros están, si no apagados, al menos controlados. Y a ello se empleaban 102 bomberos integrados en 35 dotaciones del Consorcio Provincial de Valencia y 25 brigadas con 125 brigadistas de la empresa Imelsa, además de 60 vehículos del Consorcio y otros 20 medios aéreos. Para evitar peligros mayores también se contó con la ayuda de la Unidad Militar de Emergencias (UME) del Ejército, agentes de la Guardia Civil y decenas de voluntarios.
El fuego se desató con fuerza impulsado por vientos de hasta 40 kilómetros por hora, según explicó el consejero de Gobernación, Serafín Castellano, y con una humedad inferior al 15%. Horas después ya amenazaba parajes habitados. La misma noche del jueves se dio la orden de desalojo de Dos Aguas por el efecto pernicioso del humo, sobre todo para los mayores, los niños y las personas con problemas respiratorios. También se desalojaron varios núcleos urbanos menores y urbanizaciones, como Otonel y El Oro, en Cortes de Pallás, o Llanorell y Cuerna, en Macastre. En total, unas 500 personas esa primera noche. Muchas acudieron a casas de familiares en poblaciones próximas, y otras, que usaban las viviendas amenazadas como segunda residencia volvieron a sus domicilios habituales. No obstante, se habilitaron refugios con la ayuda de la Cruz Roja en Macastre, Turís y Real de Montroi.
En Macastre pasaron la noche unas 14 personas, tal y como contó la alcaldesa, María José Casero, que se esforzaba ayer por la mañana en coordinar la acogida de los evacuados y prevenir otros desalojos —“ojalá hubiese más información”, se quejaba—, aunque no temía que las llamas llegaran al casco urbano principal, pese a la cercanía del bosque. Entre los desalojados que pasaron noche en la Casa de la Música, un matrimonio inglés, David, de 61 años, y Janet, de 63, lamentaban junto a su perra Wendy la desgracia, que amenazaba con dejarles sin su casa en Llanorell, en la que residen permanentemente desde hace siete años. Fueron evacuados a las dos y media de la madrugada, con las llamas aún lejanas. Pero a media mañana el fuego ya llegaba cerca de las viviendas, y los rumores se disparaban. La propia alcaldesa confirmó ya por la tarde con satisfacción que la casa de su suegro se salvó pese a que los vecinos la daban por arrasada: “Ha pasado a escasos metros pero la casa está intacta”. Y a falta de recabar más datos, dijo que solo habían ardido jardines pero ninguna vivienda.
Por la mañana, desde el castillo de la población varias personas contemplaban el avance de las llamas y del humo negro en la lejanía, con la impotencia de que ningún vehículo podía rebasar la rotonda de la carretera que conduce al embalse de Forata. “Mis amigos tienen animales, caballos, y no les dejan ir a por ellos”, se quejaba Salud Andrés, y añadió: “Mi primer día de vacaciones, la primera noche sola y pasa esto; no he podido dormir, he pasado tanto miedo...”.
El que pasó la noche cercado fue Ricardo, que se quedó en Dos Aguas pese al desalojo. Explicó por teléfono que se pasó en vela, vigilando, “una noche bastante tranquila, porque el fuego iba lento ya que el viento del este hacía que no avanzara”. A media mañana, vigilaba las llamas. ¿Y si se acercan? “Cortaría unos árboles del jardín para que no prendieran la vivienda y saldría pitando sin mirar atrás”. Y mientras, mirando al cielo para ver si llegaban los medios aéreos.
Donde no llegaron a tiempo y se quemaron viviendas fue en la urbanización Altury, en Turís, con más de 1.000 parcelas, alrededor de 300 residentes permanentes y ahora, con los niños sin colegio, alrededor de medio millar. Allí se pasaron la noche mirando las llamas acechantes en el horizonte, por Dos Aguas. Pero al salir el sol, entre una intensa nube negra que ya alcanzaba Valencia, a 30 kilómetros en línea recta, todo cambió. “El fuego estaba lejos, pero de repente ha cambiado el viento y ha venido a escape”, aseguraba Paco, de 41 años, preocupado por la vivienda que posee allí su madre desde haces seis años.
La alcaldesa de Turís, Pilar Lozano, aseguró que se logró desalojar a todo el mundo a tiempo y que en la localidad habían habilitado el pabellón municipal y un centro de día para acoger a cuantos lo necesitasen. Sin embargo, Vicente Arlandis, de 74 años, se quejaba de que les dieron el aviso de desalojo sobre las once de la mañana: “Cuando el fuego ya estaba a 100 metros de mi casa”. Otro vecino, Ángel Alcaide, de 43 años, no escondía su indignación, al ver pasar a la una del mediodía un camión de bomberos: “Es el segundo, y viene ahora”. Y añadía: “Esto es una vergüenza, solo han dado cinco minutos y se han quedado allí muchos animales y cosas valiosas, ¿si el fuego estaba cerca, por qué no evacuaron anoche?”.
Mientras hablaban, decenas de vecinos congregados en la carretera a dos kilómetros de sus viviendas, veían como el humo sobre la loma tras la que se ocultaba Altury cambiaba de color de un gris oscuro a un negro que no se correspondía con la madera de los pinos. “Eso son nuestras casas que ya están ardiendo”, exclamaban los vecinos. En apenas 20 minutos las llamas asomaron en la cima y comenzaron a descender con fuerza. La Guardia Civil desalojó a todos, ante la impotencia de los vecinos. Al final, el fuego solo provocó daños en un par de casas. Anoche los vecinos aun no habían sido autorizados a volver. Unos 95 se disponían a pernoctar en el centro de día.
Por otra parte, el fuego desatado en Andilla obligó a desalojar a varias aldeas de la zona, como Artaj, Oset y Pardanchinos. Manuel Civera, alcalde de Alcublas, expresó su desolación ante el rápido avance de las llamas: “El monte está muy seco, es pólvora”.
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