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Urkullu acude a La Moncloa a pedir a Rajoy un plan sobre el fin de ETA

El líder del PNV se ve con el presidente antes de la cumbre europea

Luis R. Aizpeolea
Urkullu en el homenaje a Lauxeta, en el cementerio de Santa Isabel.
Urkullu en el homenaje a Lauxeta, en el cementerio de Santa Isabel.DAVID AGUILAR (EFE)

Ocho meses después del cese definitivo de la violencia de ETA y cinco después del primer y único encuentro en La Moncloa entre el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder del PNV, Iñigo Urkullu, la legalización de Sortu, la marca de la izquierda abertzale, por decisión del Tribunal Constitucional, ha sido el acontecimiento más importante de la nueva etapa. Urkullu ha respaldado la decisión del alto tribunal porque cree que Sortu ha cumplido los requisitos legales y que el final de ETA es irreversible. Y sostiene, además, que el Gobierno del PP debe mantener una posición más activa en la consolidación del fin de ETA en las cárceles.

En este contexto, Urkullu se reúne el martes con Rajoy en La Moncloa y le preguntará si dispone de una estrategia y un calendario para acometer la consolidación del final del terrorismo tras el anunciado plan de reinserción de presos del ministro de Interior, Jorge Fernández.

Urkullu, al que Rajoy reconoció como interlocutor preferente para cuestiones vascas en su debate de investidura, en diciembre, acude a La Moncloa fortalecido, pues las encuestas le sitúan como ganador en las próximas elecciones vascas. Pero también es consciente de que no puede agobiar a Rajoy con la consolidación del final del terrorismo cuando está volcado en afrontar la crisis económica, que pasa por sus momentos más decisivos. Es más, la mayor parte del encuentro se va a centrar en la crisis, en puertas de la decisiva Cumbre Europea del 28 y 29 de junio.

El PNV valora los pasos, “aunque sean pequeños”, que el Gobierno del PP ha dado estos siete meses, como su rechazo a la propuesta de ilegalización de Amaiur, la coalición de la izquierda abertzale, que planteó en el Congreso UPyD, con el apoyo de algunas asociaciones de víctimas, y el plan de reinserción de presos de ETA anunciado por el ministro de Interior. Y lo valora, aún más, por los duros ataques que ha recibido desde los sectores más conservadores. Incluso entiende, aunque no comparte, su reacción crítica a la legalización de Sortu.

Tratará de convencer al jefe del Ejecutivo para que active el frente carcelario

Pero Urkullu tratará de aprovechar el ascendiente que tiene sobre Rajoy, con el que se reunió discretamente media docena de veces cuando el líder del PP estaba en la oposición, para tratar de convencerle de que active el frente carcelario.

El PNV comparte con el PSE la conveniencia de excarcelar a los presos de ETA enfermos y acercar a las cárceles vascas a los reclusos reinsertables para, de ese modo, aislar al núcleo duro de la banda terrorista, reacio a asumir la legalidad y la reinserción individual, la única vía posible para canalizar su salida de la prisión. PNV y PSE están convencidos de que si se acerca a las cárceles vascas a presos reinsertables la operación culminaría con éxito. Sobre todo, cuando se sabe que en el debate interno entre los presos la mayoría cedió a la minoría más intransigente, anclada en las viejas proclamas de amnistía, irrealizables, por evitar la ruptura.

PNV y PSE parten de la base de que el final de ETA no se consolidará o, dicho de otro modo, no habrá disolución de la banda terrorista, hasta que el futuro de los presos etarras no se aclare. Incluso, el PNV cree que no es conveniente que la dirección de ETA, que proclamó su cese definitivo, se disuelva porque aún podría existir el riesgo de que otros ocuparan su lugar.

La ausencia de contactos del Gobierno central y del PP vasco con la izquierda abertzale complica la situación y no es probable que los populares cambien de actitud, al menos, antes de las elecciones vascas. Lo que hace aún más relevante la interlocución del PNV, que, aunque frías, sí mantiene relaciones con la izquierda abertzale.

En todo caso, el PNV no va a hacer de esto un casus belli contra el Gobierno. E incluso entiende que el Ejecutivo tema que dar publicidad a estas cuestiones haga el juego a la agenda de la izquierda abertzale, que pasa por reivindicar a los presos. Pero pretende que el Gobierno entienda, también, que tras el cese definitivo de ETA no puede permanecer inmóvil y ceder a la izquierda abertzale el protagonismo político en la nueva etapa. Siempre existe el riesgo de que la izquierda abertzale capitalice la opinión mayoritaria que existe en el País Vasco en favor de la flexibilización de la política penitenciaria.

La posición del lehendakari, el socialista Patxi López, es similar a la del PNV. El jueves dijo en Madrid que el Gobierno del PP “tiene todavía ataduras de las posiciones que mantuvo en el pasado”, que le hacen ser vulnerable a las críticas de los sectores ultraconservadores y que le impiden “adecuarse al nuevo tiempo en que ETA ha abandonado las actividades terroristas”. Pero López dejó clara su disposición a ayudar al Gobierno sin “rebajar las exigencias al mundo de la izquierda abertzale”.

Sobre esta cuestión, existe una relación muy fluida del PNV y PSE con el PP vasco. Y no puede descartarse que, en las próximas semanas, pese a las presiones de los sectores más conservadores, el Gobierno de nuevos pasos dentro de su plan de reinserción de presos de ETA.

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