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Si hay niños, todo es gratis

Los vecinos de Vilariño de Conso intentan frenar el cierre del colegio ofreciendo viviendas a familias con hijos de menos de 11 años

Colegio de Infantil y Primaria San Martiño de Vilariño de Conso. / NACHO GÓMEZ
Colegio de Infantil y Primaria San Martiño de Vilariño de Conso. / NACHO GÓMEZ

En Vilariño de Conso urgen niños. Con dos sería suficiente, pero el pueblo se ha armado de recursos —solidarios— para recibir una avalancha que llene las calles, y el acuerdo de reagrupamiento escolar de la Consellería de Educación, de un barullo que espante todos los numerus clausus. Para impedir el cierre del colegio San Martiño —le faltan dos alumnos para garantizar su permanencia— el pueblo busca niños. A cambio, ofrece viviendas a parejas o mujeres con dificultades —pero con hijos—, a inmigrantes sin papeles —pero con niños— o a familias con pocos recursos —y con vástagos de menos de 11 años—. En el afán escolarizador que garantice que el centro de Infantil y Primaria echará raíces, los vecinos han ofrecido además a Aldeas Infantiles un hotelito para que instale una sede y llene a rebosar de infancia el pueblo. Un reagrupamiento a la inversa del que propone la Xunta con el traslado de los escolares a Viana do Bolo.

Vilariño de Conso (poco más de 600 habitantes en el Parque Natural do Invernadeiro) está a 15 kilómetros de Viana, a 100 de Ourense y a punto de alejarse de sí mismo hasta perderse para siempre. Por falta de un par de niños. El colegio de Infantil y Primaria necesita dos alumnos para los 17 que Educación ha establecido como tope mínimo para mantener los dos maestros actuales: uno, definitivo, de Infantil —el director del centro— y otro, provisional, de Primaria. “Aunque ni siquiera consiguiendo los 17 nos garantizan que no suprimirán este ciclo”, explica el director del centro, Carlos Rodríguez.

La Consellería contó la semana pasada los niños de entre tres y 11 años que tiene el pueblo y el jueves anunció la supresión de la plaza del director del centro público. Esto es, la desaparición del ciclo de Infantil. Unos días antes, la jefa territorial llegó a Vilariño, se reunió con el alcalde y los padres de alumnos e intentó resolver la ecuación del recorte con la solución del transporte escolar y comedor en Viana. A 15 kilómetros. “Una estocada al pueblo, a quienes apostamos por la vida en este entorno”, lamenta Rodríguez, que, además de director, es padre de una alumna. El representante del ANPA explica cómo buena parte de los vecinos optó por la residencia en ese municipio por razones de “compromiso con el entorno, con el idioma, con una forma de vida en el rural” que ahora ven amenazada. “La oferta de la concentración escolar en las villas supondrá, claramente, el fin del rural gallego”, razona el padre y director del centro. Pero, lejos de aceptar la propuesta del traslado a Viana do Bolo, los vecinos organizaron una activa resistencia. Acabaron reagrupándose ellos: en emprendedora asociación, Xolo, desde la que ya ofertan, con la colaboración de la médico, del joven párroco, de una hostelera, y esperan que también con la del alcalde, un puñado de viviendas —sin pago de alquiler, ni de luz y gas, gastos de los que se hará cargo el pueblo— a parejas o mujeres que llenen el pueblo de niños.

Luisa Alonso no nació en Vilariño pero lleva 22 años instalada en el pueblo y actúa ahora como mediadora para garantizarle un futuro. Desde la asociación Xolo ha llamado a Aldeas Infantiles para poner a su disposición un hotel familiar que pueda convertir el pequeño municipio de la montaña ourensana en pueblo de acogida de esta asociación que en Galicia solo tiene poblado en Redondela. También se ha puesto en contacto con la fundación Cume —ONG viguesa que trabaja por la integración de inmigrantes— para ofrecerles pueblo, guardería y vivienda gratis a los que lleguen con algún pequeño vástago a sus costas.

La empresaria canta las bondades del paradisíaco entorno con el que se econtrarán los acogidos. “Con unos ingresos de 400 euros pueden vivir aquí como reyes”, explica Alonso las ventajas de la elección de Vilariño de Conso como pueblo de adopción con todo gratis mientras repite, a cada párrafo, la letanía con la que los vecinos invocan estos días la llegada de menores de 11 años: “Nos urgen los niños, nos urgen escolares” que garanticen la superviviencia de un pueblo condenado, por el recorte educativo, a una vejez que lo borrará del mapa.

Al alcalde de Vilariño de Conso, Ventura Sierra, del PP, tampoco le gusta el recorte de Educación. Sierra cree que si los vecinos aceptan la propuesta de transporte y comedor en Viana do Bolo que les hace la Consellería, Vilariño acabará despoblándose. Mañana recibirá a los representantes vecinales que esperan arrancarle la firma a su compromiso de ceder a familias con niños una vivienda municipal que en este momento está alquilada pero ni siquiera ocupada todo el año.

El párroco ya se ha implicado. “Es joven y muy comprometido”, valoran su actitud los vecinos. Ha puesto a disposición de la asociación Xolo las viviendas de los curas de tres localidades del municipio. La médico también ha cedido la que le corresponde. Toda una bolsa inmobiliaria organizada en apenas una semana para reaccionar dentro de plazo al anuncio del reagrupamiento escolar de la Consellería de Educación. Ahora solo falta el eco de la sociedad a todas sus ofertas.

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