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El sector turístico rebaja precios el 10% para no perder visitantes

La industria baja las tarifas a niveles de 2008 Los sindicatos constatan que la campaña veraniega se acorta y se reducen los contratos

Dani Cordero
Estudiantes europeos en Lloret de Mar.
Estudiantes europeos en Lloret de Mar.PERE DURAN

La industria turística se ha planteado este 2012 con este único horizonte: no perder visitantes. El sector cerró un buen 2011 gracias a los turistas que dejaron de acudir a los países árabes, inmersos en su particular primavera revolucionaria. Pero el optimismo de hace un año ya es agua pasada y el plan es igualar resultados, aunque sea a costa de sacrificar márgenes y de bajar los precios a niveles de 2008. El turismo, con su creciente participación en el PIB, que se sitúa en el 12%, se ha erigido en el motor de la economía catalana. A estas alturas, la industria ya solo aspira a sortear el temporal asumiendo que esta campaña estival será más corta que nunca. 

Rafael Serra, presidente de las agencias de viajes, no duda. “En número de gente será un buen año, similar a 2011”, dice en alusión al año en que los aeropuertos y el puerto de Barcelona estaban repletos de pasajeros y llenos los hoteles de la costa y la capital catalana. El pronóstico de Serra lo repiten el resto de expertos consultados. Albert Vancells, del Centro Internacional de Estudios e Investigación del Turismo de la universidad Autónoma de Barcelona (UAB), es ligeramente más optimista: “No creceremos mucho”. Los hoteleros aún recaban cifras. El Puerto de Barcelona habla de “consolidación” al calcular que repetirá los dos millones de cruceristas del verano de 2011. Y, por el momento, el aeropuerto de El Prat sigue ganando pasajeros.

La capital catalana manda como atractivo. El turismo de negocios no ha podido evitar sucumbir a la crisis, pero el de tipo familiar ha tomado el relevo. Y más evidente será en verano, como sucederá en la Costa Daurada y la Costa Brava, los otros dos grandes focos turísticos de Cataluña. La gran cuestión es qué sucederá con los márgenes de los operadores. “Hemos bajado mucho el precio medio de venta”, asevera Serra. Tanto que están al mismo nivel que en la temporada estival de 2008 justo cuando la crisis financiera empezaba a estallar.

El ajuste de precios, del 10%, es fruto de la coyuntura europea y de la propia estructura de la industria turística. Y se debe a multitud de factores. Es, en parte, por la recesión en la que también está sumido el Reino Unido y que está incentivando el turismo interno. Francia, el principal filón de la Cataluña turística, tampoco escapa a este ambiente de contención, ni los operadores turísticos que controlan el negocio del litoral y que están apretando las tuercas a los hosteleros en la Costa Daurada y la Costa Brava. Incluso ocurre lo mismo con el turismo low cost que desembarca, sin paquetes organizados, en los aeropuertos catalanes de la mano de la aerolínea irlandesa Ryanair, cada vez más representativa en un aeropuerto clave como es El Prat. Y, por qué no, la celebración de la Eurocopa y los Juegos, eventos que hacen menos tedioso quedarse en casa, según la vicepresidenta de la Agencia de Turismo de Cataluña, Marian Muro. Todo llama a continuar bajando precios.

El cóctel lo completa el mercado español. Con una tasa de paro rozando el 25% y un consumo depresivo, no está para muchas alegrías. Bruno Hallé, de la consultora Magma Turismo, evita el discurso derrotista, pero avisa de que llegarán menos turistas a Cataluña y los que lo hagan lo harán menos días.

Manuel García Murillo, de CC OO, y Óscar López, de UGT, avisan de que la reducción de márgenes afectará y afecta ya a la contratación de trabajadores. “Los contratos fijos discontinuos se han recortado”, dice García Murillo, que subraya que la campaña ha ido encogiendo los últimos años. Antes se daba por iniciada en Semana Santa y ahora, en junio, los hoteles están medio llenos. Es un paso atrás en los esfuerzos por desestacionalizar el turismo y eso se acusa en la Costa Brava. Y afectará a las cifras de empleo, menos benévolas que años anteriores, intuyen los sindicatos. López cree que por ello la crisis la economía sumergida volverá con fuerza.

El sector solo destila optimismo cuando habla de Rusia. Su mercado ha ganado y es la gran esperanza de 2012. “El turista ruso pasa una media de 12 noches en Cataluña, gasta unos 1.300 euros, más que la media, y es previsor al realizar la compra”, cuenta Jordi Matas, de NT Incoming, una de las agencias con más presencia en Rusia. Este 2012, se prevé un aumento del 40% en la llegada de turistas rusos gracias a la agilización de la tramitación de visados, problema aún no resuelto en China y Brasil, objetivos turísticos de los próximos años.

La vicepresidenta de la Agencia de Turismo de Cataluña, Marian Muro, aseguraba hace días que Cataluña podría beneficiarse de la crisis griega. No todos los expertos coinciden porque su oferta no es la misma que la catalana y las islas helenas están ya llenas de visitantes. Domènec Biosca, presidente de la Asociación de Expertos Turísticos, avisa: “Cataluña depende más de los rusos que de los griegos”. Y añade que la cuestión es qué hay que hacer para mantener el éxito: “Si no, nos limitaremos a contar turistas”. Y eso pasa por cambiar la tendencia para captar al visitante de costa donde la venta de paquetes baratos ha estigmatizado a Lloret y Salou. El Ayuntamiento de Lloret estrenó hace 10 días una ordenanza cívica para pacificar la convivencia entre turistas y vecinos. Además de amenazar a los hoteleros para que eviten el balconing (pasar de balcón en balcón o de saltar desde estos hasta la piscina y que ya se ha cobrado alguna víctima mortal), se ha adelantado el cierre de discotecas, se ha prohibido la venta de comida a la salida de los locales y se ha acentuado el celo policial. ¿La respuesta de los operadores turísticos? Una reunión en el consistorio el lunes para pedir explicaciones. “Se ha de romper con el modelo actual y con ciertas dinámicas porque no van bien”, señala el edil de Turismo, Jordi Orobitg.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Es integrante de la redacción de EL PAÍS en Barcelona, donde ha desempeñado diferentes roles durante más de diez años. Licenciado en Periodismo por la Universidad Ramon Llull, ha cursado el programa de desarrollo directivo del IESE y ha pasado por las redacciones de 'Ara', 'Público', 'El Mundo' y 'Expansión'. 

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