Romay Beccaría, un hombre de Estado
Entre sus discípulos se encuentran Mariano Rajoy, Alberto Núñez Feijóo, Carlos Negreira o Antonio Erias
La Real Academia Española define el término estadista, en su segunda acepción, como “persona de gran saber y experiencia en los asuntos del Estado”. Eso es José Manuel Romay Beccaría: un hombre de Estado. Un riguroso y solvente jurista que ha entregado su vida a la praxis de la política, consecuencia de una clara vocación de servidor público.
Creía que mi primer contacto con José Manuel Romay venía de mi época de joven periodista, en el escenario madrileño de la Transición democrática, donde él desempeñaba ya altas responsabilidades políticas. Pero, no; estaba en un error. Una equivocación de la cual me sacó recientemente ese gran oftalmólogo y espléndido intelectual que es Manuel Sánchez Salorio. En efecto, mi relación con Romay Beccaría, como la de millones de españoles de mi edad, viene de la infancia; cuando fuimos objeto de una campaña de vacunación contra la polio, sin precedentes en España, dirigida contra viento y marea, por aquel joven secretario general de Sanidad que era José Manuel Romay. Con esa campaña, clave para la posterior erradicación de la citada enfermedad, comenzó lo que hoy es ya una larga carrera dedicada al servicio público.
Tratar de reflejar la dilatada trayectoria política de José Manuel Romay sería ardua tarea y bien se puede resumir en que, como servidor público, la ha sido Todo, directa o indirectamente. Por si mismo o bien a través del magisterio que ha sabido ejercer sobre sus discípulos, entre los que se encuentra el propio Mariano Rajoy, así como Alberto Núñez Feijóo, Carlos Negreira, Antonio Erias y una ya dilatada lista de dirigentes políticos, fundamentalmente gallegos, cuya impronta lleva la huella de este gallego, nacido en Betanzos, hoy en la escalera.
Hablar con Romay, diría mejor, escuchar a Romay, siempre es un placer. De sólida formación intelectual, tiene ese don de explicar las cosas de manera sencilla y amena. Siempre lejos del riesgo de la pedantería. Su afición por la lectura, pasión quizá, le viene de su época de estudiante, de aquellos tiempos en los que en la Residencia Universitaria acudía a las tertulias literarias organizadas en la habitación de un recién licenciado en Medicina, actualmente uno de nuestros intelectuales de referencia, con quien años más tarde llegaría a emparentar políticamente. Y esa pasión por los libros le lleva a calificar a sus obras, con sincera modestia, como la tarea propia de un compilador; si bien, lo cierto es que en sus trabajos se refleja una labor reflexiva, fundamentada en el ingente estudio del trabajo de significados autores.
De fuertes convicciones, coherente hasta el extremo, riguroso, tenaz, de relación afable y ciertamente compleja, dialogante y firme a la vez, en mi trato personal con José Manuel Romay, no exento de cierta dificultad en algún momento, sinceramente he podido ver, ante todo, a un hombre honesto, sí, con mayúscula. Un político cabal. Una persona discreta y sencilla, enemiga del boato y el oropel. Alguien que, como para Camilo José Cela, en esta vida el éxito consiste en trabajar, nunca desistir de alcanzar aquello en lo que se cree y saber que aguantar es ganar. Y triunfar, poder situarte en aquel lugar de la escalera de la vida desde el cual puedas ayudar a subir a los demás. Ahí, exactamente ahí, es donde veo a José Manuel Romay.
Peldaños
Betanzos, 1934.
1956. Licenciado en Derecho.
1957. Profesor de Derecho en la Universidad de Santiago.
1963. Secretario general de Sanidad.
1974. Subsecretario de Presidencia.
1975. Subsecretario de Gobernación.
1982. Vicepresidente de la Xunta de Galicia.
1987. Presidente de la Diputacion de A Coruña.
1989. Conselleiro de Agricultura.
1990. Conselleiro de Sanidade.
1996. Ministro de Sanidad.
2012. Presidente del Consejo de Estado.
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