Horarios: la decisión, ¿está tomada?
"La liberalización de horarios va a tener un vencedor claro: el reducidísimo grupo de grandes operadores"
Acudo a la Cámara de Comercio de Valencia, como Presidente de la Asociación de Vendedores del Mercado Central de Valencia, Presidente de Fecom, y miembro de COVACO (Confederación Valenciana de Comercio) para asistir a un encuentro con Doña Carmen Cárdeno, directora general de Comercio Interior del Ministerio de Hacienda.
Empieza bien su intervención. Muy bien las ayudas de ICO para comercio, bien lo de agilizar trabas a la apertura de nuevos negocios, bien el plan mejora comercial. La directora, incluso, habla de la heterogeneidad del sector, y de lo crucial de reconocer y aceptar las singularidades regionales, explicitando para tranquilizar a la mayoría de los presentes, que la política de horarios de la comunidad de Madrid (promovida por ella misma) no tiene que ser la adecuada a otras partes del país. Metida ya en la cuestión de los horarios comerciales, auténtico punto de enfrentamiento del sector, su primera idea es igualmente positiva y va en la dirección de buscar un consenso entre todos los operadores de un sector tan heterogéneo como el comercial.
En la continuación de su intervención, fue cambiando la forma de expresarse, de construir las frases (se llenaban por ejemplo de “peros”). Recordé aquellas lecciones sobre la Pragmática de la Comunicación, en las que nos intentaba ilustrar sobre cómo influye la situación comunicativa y el conocimiento previo compartido por los agentes, en la comprensión del significado. Después de haber establecido un panorama general “amigable”, empezaba a elaborar frases que terminaba de forma más o menos asi: “…..pero hay que avanzar”, “….. pero hay que ser más competitivos”,. “….. pero hay un interés general”, “…. pero la compra es también ocio y complemento”, “…… pero los turistas tienen una orientación grande hacia la compra”.
La idea clara, que al menos a mi me transmitió, fue que la decisión está tomada. La política va a hablar y el conflicto de intereses contrapuestos que genera la liberalización de horarios va a tener un vencedor claro: el reducidísimo grupo de grandes operadores, frente a la oposición unánime del resto del sector. Queriendo dejarse engañar por informes de dudosa objetividad (ya hemos aprendido algo de esto con la crisis actual) que hablan de las bondades de la liberalización, ésta será legislada, para apoyar otra vez, un modelo de desarrollo y de comercio, que curiosamente ningún político defiende explícitamente, ya que favorece a los más grandes y pone a las pymes en claro peligro. Ya sabemos algo también de lo que es ponerse en manos de los grandes y de cómo luego son ellos los que acaban determinando las decisiones políticas. Todo ese discurso de los partidos políticos sobre las pymes, como creadoras de empleo, motores de la economía, y del pequeño comercio como elemento crucial en ciudades vivas y con identidad propia, se acabó conforme acabaron las elecciones (a esto también estamos acostumbrados).
Lo peor es que, hasta donde se vio, sus argumentos son excesivamente simples para un tema que tiene tantas consecuencias a medio plazo y tan terribles (yo me lo represento como proyectar edificación de chalets en el Parque Nacional de Ordesa, para un mayor desarrollo de la zona). Se decide en esta cuestión, qué ciudades queremos, qué economía comercial tendremos en el futuro, que equilibrio grandes-pequeños se establece, dónde quedaran nuestros valores y nuestra identidad.
Lo central de la propuesta se basa, como no, en el empleo, no recordando que las pymes crean muchos más empleo (y de más calidad) y riqueza la cual, además, se queda en su entorno inmediato: proveedores locales y todo tipo de servicios para desarrollar su actividad.
Como presidente del Mercado Central estoy convencido de que en la apuesta por lo local hay una política económica y social decisiva. Por ejemplo, promover el centro histórico de Valencia y el Mercado Central, no sólo es promover salud, bienestar, calidad de vida,etc, es además promover el comercio en la ciudad, los productos locales, los distribuidores locales, los pequeños fabricantes de alimentación, que consumen todo tipo de servicios y generan toda una cadena empleo. Además, eso genera un fortalecimiento de la realidad local, que luego puede reconocerse y ponerse en valor para, a su vez, poder exportarla bien comercialmente o bien turísticamente, creándose así otro circulo económico interesante, a la vez que una recuperación y valoración de la identidad, del patrimonio.
Otros argumentos de la directora se dirigían hacia la atención a los turistas y a lo que hacen otros países como Italia o Portugal. Pero el comercio en zonas turísticas ya tiene una regulación específica, por lo que el argumento suena más a excusa, a aprovechar el caso para llegar a donde se tenía planeado. Puestos a mirar otros países, miremos lo que hacen Alemania o Francia para proteger a su comercio local.
Dejemos unas ideas para la reflexión:
El consumo no se reactiva abriendo mas horas, igual que el desempleo no se alivia abriendo mas oficinas del INEM. Son otros los caminos para mejorar el consumo.
La liberalización no hará al sector que sea más competitivo, pues si caen los operadores más pequeños, serán los grandes los que decidan finalmente cómo se reparten el mercado y qué precio ponen.
Abrir más festivos no aumenta las ventas totales, sólo las distribuye de otra manera, más hacia los más grandes y peor para el comercio local , repercutiendo pues negativamente en la economía local.
Lo del mayor empleo con la liberalización, es otra mentira, pues en el nuevo reparto de la tarta (que es la que es), lo que se gana por un sitio se pierde por el otro, y todos sabemos que los que ocupan en mayor porcentaje no son las grandes cadenas, sino el pequeño comercio. Además, por ejemplo, según los informes anuales del Ministerio de Economía y Competitividad, la evolución del empleo durante el periodo 2007-2010 "descendió un 4,27% en Madrid, la comunidad con mayor libertad horaria". Sin embargo, en otras regiones con horarios comerciales más restrictivos como Castilla y León o Navarra, "el empleo aumentó un 15,37% y un 12,83% respectivamente".
En este panorama, el consumidor no puede salir beneficiado, pues la oferta será menor a la larga y la libertad de compra también. Además las necesidades del consumidor están perfectamente atendidas con la legislación actual.
Debe ser suficiente para contentar a todos la actual flexibilización de horarios, incluso seguir mejorándola. Esta situación favorece al consumidor, a las pymes, a la mayoría de cadenas y debería ser suficiente para los mayores operadores (que son los que tienen actualmente limitado el horario). La liberalización, a la larga, será un desastre para todos, bueno, para casi todos.
Francisco Dasí González es presidente de la Asociación de Vendedores del Mercado Central de/ Valencia.
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