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EL IMPACTO DE LAS AYUDAS EUROPEAS EN EUSKADI

Medio millón al día durante 25 años

Los 4.100 millones de euros recibidos han modernizado la industria y transformado el País Vasco La renta per cápita ha pasado del 75% de la media de la UE al 135%

Pedro Gorospe
Vista aérea de Barakaldo, uno de los municipios vascos que más se ha beneficiado de los fondos destinados al plan Urban de la UE.
Vista aérea de Barakaldo, uno de los municipios vascos que más se ha beneficiado de los fondos destinados al plan Urban de la UE.

Un bidegorri de color se adentra entre los tonos grises de una ciudad costera vasca. Cae la tarde de un día nublado, pero el color teja inyecta movimiento a la tradicional imagen de una Euskadi lluviosa. Es solo una fotografía en blanco y negro en la que el bidegorri resalta con todo su color, pero un jurado decidió que simboliza toda la influencia de Europa en Euskadi.

Lara Burgoa, ganadora con esa foto del concurso ¿Dónde ves Europa en Euskadi?, convocado por el Gobierno vasco, tiene 25 años. En 1986, cuando ella nació, llegaban a Euskadi las primeras ayudas de Bruselas tras el ingreso de España en la entonces Comunidad Europea el 1 de enero de ese año. Desde entonces, y sin contar las partidas ya previstas para el año entrante, han llovido sobre el País Vasco cerca de 4.100 millones de euros en ayudas, a razón de algo menos de medio millón cada día de ese cuarto de siglo largo. La consejería de Economía ha elaborado un detallado informe, cerrado el mes pasado, que precisa todo lo que han supuesto para Euskadi los fondos europeos y los proyectos que gracias a ellos han logrado ver la luz.

“En enero de 1986 teníamos un 36% de paro en Bizkaia” recuerda Ardanza

Dichos fondos están tras la red de bidegorris de Gipuzkoa, muchos de los equipamientos de los centros de investigación y los parques tecnológicos, Metro Bilbao o el profundo cambio urbanístico que ha gestionado Bilbao Ría 2000. Y ello sin olvidar las partidas invertidas en la reconversión industrial, la recuperación de terrenos contaminados, la red de gasoductos, la de fibra óptica, el Artium, la restauración de la Catedral Vieja de Vitoria y miles de infraestructuras en otros municipios.

La lista resulta casi interminable, pese al escaso conocimiento general y a que todo ese dinero del fondo Feder y otros programas europeos ha sido utilizado y destinado con unos criterios homogéneos por los sucesivos Gobiernos autónomos.

En estos más de 25 años, Euskadi ha pasado de suponer el 75% de renta per cápita de la media europea al 135%, en lo que han influido también las sucesivas ampliaciones de la UE. Pese a la actual crisis, que ha incrementado el paro desde la situación técnica de pleno empleo de 2007 hasta el 12% de tasa de desempleo actual, está muy lejos del 26% de mediados de los ochenta en Euskadi o del 24% actual del resto de España.

“El 1 de enero de 1986 teníamos en torno al 34% de paro en Bizkaia. Fue una época durísima, y recuerdo que la reflexión que hicimos es que con los fondos que llegaban de Europa teníamos que mejorar lo que sabíamos hacer, la industria”, recuerda el exlehendakari José Antonio Ardanza.

López apela a refundar el espíritu europeísta para salir de la crisis

Durante los 13 años de Gobiernos de Ardanza y los 12 siguientes de Juan José Ibarretxe y Patxi López, se ha seguido un criterio coherente con aquella decisión: ligar los fondos de la UE a proyectos tractores y estratégicos.

Las primeras ayudas se volcaron en la transformación económica tras la crisis de los ochenta, y de la metalurgia y la siderurgia de los noventa. Desde 2000 se están centrando en empujar la segunda transformación, hacia la sociedad del conocimiento y la información, potenciando el actual sistema de ciencia y tecnología y la formación. Más del 70% de los 240 millones que se recibirán hasta 2013 se dedicarán a reforzar las inversiones en I+D+i.

José Varela no tiene 25 años, como Lara Burgoa. Eso sí, Varela lleva 25 años solicitando y gestionando las ayudas comunitarias. Como jefe de servicio de Política Regional de la consejería de Economía y Hacienda, ha sido el responsable de tramitar desde la primera ayuda, cuando Ardanza era lehendakari, hasta las actuales.

“Los fondos del tío Feder, si se me permite la licencia, han sentado las bases de un mejor desarrollo de Euskadi, han promovido el dinamismo de la industria vasca y han contribuido con todo el entramado de infraestructuras a mejorar la calidad de vida de los vascos”, asegura.

“Creo que acertamos cuando convertimos la transformación industrial y la búsqueda de la productividad y de la competitividad en una obsesión”, recuerda Ardanza. Pese a la elevada cuantía de las partidas recibidas —España sigue siendo el segundo país receptor de fondos—, Euskadi no ha sido ni de lejos la comunidad autónoma que más dinero ha recibido, detrás de otras más desfavorecidas como Andalucía o Galicia.

Las subvenciones que no han ido a parar directamente al sector primario o a las infraestructuras se han destinado a diversificar el tejido productivo para evitar lo que pasó en la crisis de los ochenta y noventa, cuando la caída de un sector arrastraba a casi toda la economía.

El lehendakari, Patxi López, apela a una refundación del espíritu europeísta que alumbró la reforma de los fondos estructurales y de cohesión que impulsó Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea entre 1985 y 1995. Su reforma elevó ese tipo de fondos del entorno del 1% de los presupuestos comunitarios a más del 30%. “Las ayudas recibidas fueron fundamentales para modernizar infraestructuras y diversificar el tejido productivo”, subraya el lehendakari en declaraciones a EL PAÍS. “Ahora Euskadi necesita otro tipo de ayuda, y es la que tiene que darse Europa a sí misma para salir del atolladero al que le han conducido unas políticas dogmáticas dedicadas exclusivamente al control del déficit y que están poniendo en peligro incluso el proyecto europeo”, remata López.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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