“Otegi no debe estar en la cárcel”
La abogada y exdiputada nacionalista hace un ejercicio de memoria profesional y personal, analizando la actualidad judicial y política
Visiblemente disgustada por el caso Dívar y la tensa y desagradable reunión del Consejo General del Poder Judicial del pasado jueves, Margarita Uría intentaba durante unas horas olvidar su enojo asistiendo horas más tarde a la final de la copa y apoyar a su Athletic. Semana intensa que le obligó a estirar su habitual semana laboral en Madrid en donde desde hace dos décadas desarrolla media vida. Sin embargo, la primera relación profesional de Margarita Uría con Madrid debemos situarla en la época en que pertenece a los servicios jurídicos del Gobierno vasco, allá por 1980. Aprobada la Autonomía se viven, entonces, momentos muy ilusionantes para poner en marcha todo un proyecto de una autonomía histórica, que solo había visto la luz en tiempos de la República y en plena guerra.
Uría comenzó sus visitas al Tribunal Constitucional coincidiendo con los primeros recursos de inconstitucionalidad presentados por catalanes y vascos. “Estaba todo por hacer, y el primer recurso que llevé era sobre centros de contratación de carga, un tema vinculado al transporte de camiones, pero que suponía empezar a interpretar lo que daba de sí el Estatuto de Autonomía. Lo primero era definir qué es lo que quería decir y defenderlo. Quienes estábamos en los servicios jurídicos a las órdenes de Carmelo Renovales, de Juan Porres, como gran maestro y de Juan Ramón Guevara, lo teníamos muy claro. Hubo muy bonitos pleitos, sobre todo, cuando se discutió si era o no constitucional la existencia del centro de euskaldunización de adultos, con una magnífica sentencia del Tribunal Constitucional, o como en el de la LOAPA cuando se trabajó hasta la extenuación”, recalca la jurista.
Con el Constitucional tuvimos muy bonitos pleitos”
En Madrid, Uría tuvo buenas relaciones con los primeros letrados del Constitucional, y entre ellos Álvaro Gil Robles, de quién afirma, “siempre tuvo las puertas abiertas y todo lo que viniera del Gobierno vasco era bien recibido, como lo es ahora, porque se hizo gala de cierto rigor en lo técnico”. Entonces, la labor era más creativa y se hacía con mucha más ilusión, pensando en que todavía estaban por definirse las cosas. “Más tarde vimos que el pro Estado era más poderoso que nosotros”.
Perfil
Margarita Uría Etxeberria (Bilbao, 1953) se licenció en Derecho por la Universidad de Deusto. Entre 1975 y 1980 ejerció la abogacía como profesión liberal, y ese año obtuvo un puesto como funcionaria de letrada de los Servicios Jurídicos del Gobierno vasco. En 1985 accede a un cargo político al ser nombrada Directora de lo Contencioso del Ejecutivo vasco, permaneciendo en el cargo hasta 1996. Elegida, como candidata del PNV, diputada del Congreso en las elecciones generales de 1996 por la circunscripción de Bizkaia, permanecerá en Las Cortes durante tres legislaturas hasta el año 2008. En mayo de ese año se incorpora a los servicios jurídicos de la Secretaria General de la Presidencia del Gobierno Vasco, y finalmente en setiembre, incluida por el PNV en la lista de consenso que acordaron los partidos mayoritarios para renovar el CGPJ, es nombrada vocal del máximo órgano del poder judicial. Ha sido ponente de medio centenar de leyes.
Esta labor la desempeña hasta 1996, cuando el parlamentario Iñaki Anasagasti le ofrece ir en las listas para las Cortes después de la indicación del dirigente jeltzale, Luis María Retolaza. En ello, reconoce, que también influyó el hecho de ser mujer, porque desde siempre el grupo vasco solo se componía de hombres. Como diputada por Bizkaia llega al Parlamento, y acostumbrada a formar parte en Euskadi del grupo mayoritario, su primera percepción es de relativizarlo todo. Ve que de 350 escaños ellos solo tienen media docena. Grupo propio sí, siempre lo ha tenido el PNV, y desde el principio ve la deferencia y el respeto que se tiene a su grupo, gobierne quien gobierne. “Recuerdo que el primer día en los pasillos me encontré con Santiago Carrillo. Don Santiago, —le dije—, ‘usted no me conoce, pero me hace mucha ilusión saludarle, soy una diputada nueva, pero deseo saludarle’. —Sepa usted, me contestó, que pertenece a un grupo de gran tradición democrática— Eso me hizo mucha ilusión”. Margarita entra en Las Cortes en 1996, después de una legislatura muy tortuosa para el grupo socialista y su gobierno que tuvo que adelantar las elecciones. Entonces vio al expresidente González, — “que venía poco, por cierto”—, y a muchos exministros a los que admiraba en la condición de oposición. “Oposición, como les está pasando ahora, un poco vapuleada por el fracaso electoral y que le costó retomar el norte”. Había gente a la que Uría conocía de antes como María Teresa Fernández de la Vega, José Antonio Griñán, con el que sigue manteniendo una gran amistad, o Alfonso Guerra que le sorprendía mucho, como cuando pedía permiso a la jefa de grupo para ausentarse de algunas sesiones. “Siempre me ha parecido una persona estupenda, aunque discrepe de él en otras cosas”. Se daba la ilusión de un gobierno apabullante del PP que tiraba mucho del PNV. “Se nos hacía bastante la pelota”. Era la legislatura de 1996 a 2000, con Aznar y Álvarez Cascos y la buena relación de estos con Xabier Arzalluz. Uría recuerda una anécdota que ilustra muy bien ese trato con el PP y fue cuando con una cajita de colorete se pinchó el dedo y sangró. Con el dedo vendado le vio Mariano Rajoy, entonces ministro de Administraciones Públicas, y preguntándole lo ocurrido le dijo: “Eso demuestra lo que te cuesta votar con nosotros”.
—Está en un grupo de gran tradición democrática —, me dijo Carrillo”
Desde entonces Margarita mantiene buenas relaciones con la gente que ahora ha visto aflorar como secretarios de Estado, por ejemplo, y que le mantienen el cariño como Rafael Catalá. Fue una legislatura muy creativa, aunque en otros aspectos como en el comienzo del endurecimiento de la materia penal, para ella fue muy duro. Luego, y con la mayoría absoluta, aún sería peor. Aunque con José María Aznar tuvo poca relación, este siempre fue amable. “El presidente Aznar creo, que por su carácter, sorprende. Era poco cordial y es lo que ha traslucido. Pero, en actos oficiales siempre ha sido amable conmigo. No descubro nada, si digo que no es un hombre simpático”, añade con una sonrisa.
En sus relaciones, capítulo aparte merece Juan José Labordeta; “que además de lo que de mítico tenía la persona, era de gran frescura al trasladar los mensajes que habían sido, para muchos, pautas en la Transición. Yo sabía más de derecho, pero el mucho más de todo, de todo. Con él fue una relación extraordinaria, como la que mantengo con su hija actriz. Era una persona formidable y muy divertida, como cuando le preguntaron cuál era la diputada más guapa del Congreso y él dijo: Uxue Barcos. Ésta al reprenderle se vio contestado con; “es que no me acordaba como se llama esa tía tan buena del PP”. Relaciones que, también, fueron excelentes con Begoña Lasagabaster de EA, y por supuesto, y por afinidades políticas, con CiU, con la que tuvo y tiene un aprecio importante. “Sin embargo, en algunos momentos, en el tema social o en el vinculado al mundo de ETA nos hemos sentido muy desamparados. Hubo un momento muy complicado en el que darnos la razón en algo parecía que era alinearse con ETA. Lo hacían con la excusa de que podían perder votos en las elecciones catalanas. Son a veces demasiado “prácticos”, puntualiza.
Con el presidente Aznar, el Partido Popular nos hacía la pelota”
Es la época en que Margarita Uría participa activamente en las Comisiones de Justicia e Interior, Administraciones Públicas, Constitucional y, después, cuando se marcha María Jesús Aguirre le corresponde Sanidad, que presidió durante una legislatura. De Interior no mantiene un recuerdo tan agradable al coincidir como ministro Jaime Mayor Oreja. “Pasaron cosas muy duras, y solo podías contar con Julio Llamazares o Begoña Lasagabaster. Fueron tiempos muy duros aquí y en Madrid. Con Mayor Oreja mi relación fue correcta, sin más, pero con sus secretarios de Estado, magnificas, con Martí Fluxa, y Pedro Morenés, solo me merecen buenas palabras. Eran relaciones difíciles pero me llamaban al ministerio para informarme. Era una deferencia política conmigo y con el grupo vasco”.
Con Labordeta era una frescura trabajar, sabía mucho de todo”
Meses después los socialistas ganan las elecciones en 2004, y José Luis Rodríguez Zapatero llega a la Moncloa, pero la relación de Uría con el nuevo presidente es muy anterior, y su primera valoración no es política. “Con José Luis hice muy buenas migas en los momentos en que ellos ya eran grupo de oposición. Desde al año 96, él y yo coincidimos en Administraciones Públicas. Charlábamos mucho y ya, entonces, siendo un diputado de León, detecté que además del tema de la minería que le quitaba el sueño, el problema vasco le preocupaba mucho. Nos llevábamos francamente bien, lo que parecía molestar a veces a Anasagasti. Los debates en Administraciones Públicas entre Zapatero y Rajoy, entonces ministro, tenían mucha altura y brillantez. Así, entre ellos, creo que el afecto personal se mantiene. A Zapatero le reconozco defectos por supuesto, pero, también, el valor que tuvo en el momento concreto de pensar que se podía acabar con ETA. Creo que la historia se lo acabará agradeciendo de una manera importante”.
Margarita terminaba su tercera legislatura en el Congreso el 15 de enero de 2008. Pocas semanas después y a petición del PNV se presenta como candidata al Senado pero, por primera vez, su partido es la segunda fuerza en Bizkaia, y no es elegida. Tras ese inesperado “fracaso”, Uría se incorpora en mayo a los servicios jurídicos de la Secretaria General de la Presidencia del Gobierno vasco. Será un puesto temporal, breve, porque enseguida es elegida candidata al CGPJ. Sus contactos con el mundo de la Justicia, evidentemente, son anteriores, y eso le permitirá tratar con muchos miembros con absoluta confianza y respeto, hasta tal punto que ahora los jueves, día en que los miembros del consejo toman un vino en un bar, también, están los fiscales de la Audiencia Nacional en número importante de magistrados. “Suele haber un pluralismo interesante. El ambiente es de cordialidad y ellos me tratan muy bien y yo les respeto”. Sin embargo, esta cita tuvo que anularse el pasado jueves por la celebración de un pleno extraordinario del CGPJ convocado para que su presidente Carlos Dívar ofreciera explicaciones a los vocales sobre sus polémicos 20 viajes de fin semana a Marbella.
No descubro nada, si digo que Aznar no es un hombre simpático”
La negativa del presidente del CGPJ y del Supremo está fracturando el Poder Judicial, y Margarita Uría, visiblemente enojada reconoce que el debate del jueves fue muy desagradable porque Dívar no dio suficientes explicaciones y se negó a protagonizar la correspondiente rueda de prensa. “Esto ha producido un evidente quebranto no solo de cara al CGPJ como servicio público, sino respecto a la opinión pública. Lo grave es que la gente, que además lo está pasando mal, puede empezar a sospechar de los órganos de Justicia, y me preocupa mucho el quebranto al que se puede dar lugar, no solo por el Poder Judicial, sino para todos los magistrados y jueces que lo conforman. Y es cierto que el debate ha creado un enfrentamiento entre los compañeros. Dívar tenía que haber intervenido y no ha hecho nada para reforzar la institución”. A los 20 vocales actuales de este consejo les queda aún algo más de un año de mandato, y por todo lo ocurrido Margarita añade que, “va a ser un año muy difícil para poder avanzar de forma sustancial en las tareas pendientes”.
En este polémico tema de las renovaciones de los órganos de Justicia, Margarita no sabe qué análisis hacer y le parece pedante por su parte adelantarse cuando hay gente del mundo de la sociología o desde la politología que lo puede observar con más criterio. En el tema de las renovaciones como en el de alguna sentencia, sí piensa que, en algunos casos, la utilización ha sido partidista, de unos y otros, y eso ha dañado muchísimo a la imagen de la Justicia, como ha sido el caso Garzón.
Con CIU, en el tema social y en el de ETA, nos sentimos desamparados”
“Sí pero, todo el mundo va a todo con su ideología. Pero ahí, sí les culpo de cómo se comunican las cosas. En los procedimientos judiciales lo que más me inquieta es la trayectoria que se da desde la primera noticia del asunto, que pueden ser dos páginas, hasta la resolución definitiva, y después, como en los casos de Egunkaria, o el de Mariano Rubio, ¡Hombre! Sí existe el derecho a un proceso con todas las garantías para que en el momento iniciado no seas ya un condenado. Ahora, en el caso de Garzón, creo que se han mezclado muchas cosas, porque al final ha habido, quizás, alianzas concretas de sensibilidades muy distintas, que han propiciado estas resoluciones judiciales. Lo he sostenido, donde ha tenido que sostenerlo. Creo que como todo el mundo, Garzón tiene una carrera con una proyección de luces y sombras, quizás, sí con un afán de notoriedad, que a mucha gente no gusta, pero que desde luego en el resultado de las tres causas dirimidas por el Supremo, puede ser discutible. Ahora, la respuesta en sentencias me parece que no se acomoda a lo que debiera haber sido, y sobre todo, si tengo una crítica grande que hacer a la que se declara la causa prescrita y que se tenía que haber declarado primero. Hay ciertos comportamientos que no me parecen los más acordes, que debieran haber sido de otra manera. Si tú declaras la prescripción, la declaras primero, pero no haces unas declaraciones y luego dices que está prescrito”.
—¿Y cuál debe ser el papel de la Audiencia Nacional?
Con Mayor Oreja como ministro fueron tiempos muy duros aquí y en Madrid”
— Incluso, dentro de la formación política a la que yo pertenecía y en la que ahora estoy de durmiente como los masones, siempre he sostenido que la Audiencia Nacional en el momento de su creación es evidente que es sucesión del Tribunal de Orden Publico y que se le crea una sala de lo contencioso, etc, para disimular. Pero el paso del tiempo ha evidenciado que no es eso, y que se ha justificado en todos los órdenes. Es mucho más que eso. Soy firmemente partidaria de que la Audiencia Nacional exista. En estos momentos tienen unos fiscales tan demócratas o más que otros, y unos magistrados que ponen unas sentencias fundadas en derecho, aunque no siempre estemos de acuerdo. Eso me parece que es una cierta garantía.
—¿Volvemos a Euskadi, piensa que se debería legalizar Sortu?
Creo que Zapatero y Rajoy mantienen el afecto personal tras brillantes debates”
—A veces confundes tu criterio intelectual con tus deseos. Si hoy me sitúo en lo que fue Bildu y en lo que fue la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos sobre la Ley de Partidos, el propio presidente del TSJPV decía el otro día que la sentencia del Tribunal Europeo utiliza, porque la ley así lo dice, los parámetros respecto de las actuaciones concretas en un momento concreto. Ahora, los parámetros de la ley de partidos, a lo mejor, los está cumpliendo la izquierda abertzale, que está funcionando. Él mismo llegaba a la conclusión, a la que no llego yo, de que hoy quizá la sentencia del Tribunal Europeo hubiese sido otra. Apostaría, pero no lo voy a dar instrucciones al Tribunal Constitucional, de que la sentencia debiera ser de legalización.
—¿Y el caso Bateragune y de Arnaldo Otegi?
—Tampoco lo personalizó en Otegi. Asistí a la vista de Bateragune y de lo alegado en la causa, en lo visto, igual me cuesta un disgusto con mis compañeros de consejo, pero creo que estos momentos no hay motivo ninguno para sostener una condena a Bateragune.
—¿Es decir que Otegi no debe estar en la cárcel?
—Para mí, no debe estar en la cárcel. Ni él, ni los que están por esta causa.
—¿Qué piensa de los pasos dados por el nuevo gobierno respecto a la policía penitenciaria?
—Lo que anuncian, no está mal. Personalmente podría sugerir otras pautas, pero pienso que además lo que anuncian no es más que la aplicación estricta del ordenamiento vigente. Todos sabemos que el ordenamiento jurídico no es un chicle, como suelen decir. Pero, sí permite interpretaciones. Entonces, la aplicación del ordenamiento penitenciario y del ordenamiento penal en las circunstancias en las que este puede aplicarse como las circunstancias del reconocimiento del daño causado, lo que se solicita, igual me causa hasta cierta sorpresa por parte de un gobierno del PP, pero me parece que es lo que viene exigido por las nuevas circunstancias. Además, no suponen, ¡ojo! ninguna innovación, sino que es aplicar el ordenamiento jurídico de una manera distinta, teniendo en cuenta que yo también exijo comportamientos distintos a los presos. Las víctimas son las víctimas y tienen que ser atendidas y se debe reconocer, como tal, pero tampoco creo que deban ser las que dirijan la política penitenciaria, ni la política del país, aunque debe ser un elemento interesante.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.