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La Fiscalía eleva a asesinato el crimen del donostiarra Asier Lavandera en Navarra

El acusado admitió que no era “un santo”, pero había dicho “la verdad”

Se mostró en todo momento arrogante, frío y desafiante. Se durmió mientras declaraba uno de los testigos, llamó “perro” a la víctima, y asistió indiferente a las cuatro sesiones de la vista oral. Tampoco dio señales de arrepentimiento ni al hacer uso de su derecho a la última palabra: “He dicho la verdad, el que no lo crea, a su criterio”, “aquí no hay ningún santo y mucho menos yo”. El juicio contra Sergio Fernando R.S, autor confeso de la muerte del joven donostiarra Asier Lavandera, el 16 de enero de 2010 a la salida de una discoteca en Lekunberri, finalizó ayer con un cambio en las conclusiones de la fiscal, que elevó de homicidio a asesinato la calificación del delito.

“Asier no tuvo posibilidad de defenderse, el acusado se le echó encima, le atacó por la espalda cuando ya estaba herido de muerte”, “fue a matar, de forma sorpresiva y traicionera”, sostuvo ayer la representante del Ministerio Público, que solicita ahora 18 años de prisión con la agravante de alevosía.

Por su parte, la acusación particular mantuvo su petición de 25 años por asesinato, con las agravantes de alevosía y ensañamiento, ya que el acusado, que sostiene que le apuñaló de una sola vez y de frente, se ha definido como “peligroso” y no ha dicho en “ningún momento la verdad”.

Tras un juicio “muy duro”, cuya tensión se trasladó el miércoles incluso a los pasillos del Palacio de Justicia, donde tuvieron que intervenir el magistrado y la Policía Foral para intentar templar los ánimos de las partes, el padre de Asier, Manuel Lavandera, se mostraba convenido de que el día que salga a la calle va “a volver a matar a otra persona”, porque “no se ha arrepentido en ningún momento”.

De todas las declaraciones de los testigos, fue clave la de un amigo de la víctima, que desmontó la versión del acusado al asegurar que Asier salió corriendo tras las primeras puñaladas y fue perseguido por el acusado, para, a continuación, meterle la navaja por la espalda. También los forenses que realizaron la autopsia constataron que las heridas fueron en dos tiempos, aunque no pueden determinar si medió una persecución que apoyaría la existencia de alevosía.

Los amigos que acompañaban al procesado negaron haber visto los hechos y confirmaron que desde el primer momento él se autoinculpó. También testificaron agentes de la Guardia Civil que recordaron que al detenerle “Sergio estaba en buen estado y orientado” y “reconoció que su intención había sido matar y que, si lo había hecho bien, tenía que estar muerto”.

Por último, la defensa se reafirmó en solicitar dos años y seis meses de prisión por homicidio y el internamiento en un centro educativo especial, con las atenuantes de confesión, embriaguez, provocación y trastorno de personalidad. El juez preparará ahora el objeto del veredicto que entregará el sábado a las partes, para una vez que estén de acuerdo pasarlo a los miembros del jurado popular.

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