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‘Bully’, la narizona

La elefanta es tranquila, obediente y ha sido bien acogida por sus dos compañeras del zoo de Barcelona

Camilo S. Baquero
La nueva elefanta del Zoo de Barcelona, Bully, ya puede ser vista, desde lejos, por los visitantes.
La nueva elefanta del Zoo de Barcelona, Bully, ya puede ser vista, desde lejos, por los visitantes.ALBERTO ESTÉVEZ (EFE)

¿Cómo diferenciar a Bully, la nueva elefanta del zoo de Barcelona, de sus otras dos compañeras? Pistas para el reto morfológico: le falta el colmillo izquierdo —un defecto congénito— y es la más narizona. No es que su trompa sea más grande, sino que la base de donde se desprende es más prominente. Ayer unos 30 periodistas, cámaras y fotógrafos hicieron el papel de cobayas para medir la reacción de la paquiderma ante los grupos de visitantes. Prueba superada, según Conrad Enseñat, veterinario y conservador de mamíferos del centro. Se espera que en “próximos días” los visitantes puedan acercarse, pero ya se le puede ver a la distancia.

La identificación también se puede hacer por descarte. Susi tiene un agujero en la oreja y Yoyo la tiene doblada. Estos primeros meses el juego de diferenciarla será más fácil, ya que las antiguas vecinas y la recién llegada están en sitios separados dentro de la misma instalación. El jueves, el primer día de convivencia, ya estrecharon trompas entre la reja que las separa en el dormitorio, según explicó Enseñat, y el recibimiento ha sido cordial. Yoyo, en su papel de dominante, fue la que tomó la iniciativa en los primeros acercamientos. Haciendo futurología, el veterinario cree que Bully estará en la base de la pirámide del matriarcado.

Los elefantes son transparentes a la hora de mostrar su desagrado: mueven las orejas furiosamente y el ruido es considerable. “Ha habido menos confrontación que cuando llegó Yoyo”, aseguró el conservador, un indicio de que el proceso de integración del grupo tal vez sea más rápido.

Bully y sus dos cuidadores de turno, Albert y Pilar, hicieron ayer una gala de su entrenamiento. “Lift”, decía el chico, mientras ponía en la frente de la elefanta un bastón con una bola de caucho. El animal automáticamente subió su inmensa pata —soporta 3.500 kilos y tres metros de altura— y la puso sobre la reja de protección. En recompensa recibió pedazos zanahoria, manzana y cacahuetes. Desde la distancia, unas relajadas Susi y Yoyo elevaban sus trompas, como grandes periscopios, para cotillear que pasaba en la instalación de al lado.

¿Para cuándo el elefante macho? Habrá que esperar que se amplíe el espacio y el visto bueno del Programa Europeo de Reproducción. UxB pidió ayer al Zoo un dictamen avalado por la comunidad científica internacional para determinar la conveniencia de traer más paquidermos. Además de su amor a los animales, Jordi Portabella ya tiene suficientes elefantes (blaus) cerca.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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