El Constitucional tumba la solución de Cuiña a los núcleos del litoral
Anulada una disposición de 2002 para legalizar viviendas afectadas por Costas
El Tribunal Constitucional acaba de anular una disposición de la Lei do Solo de Galicia de 2002 vigente hasta ahora que pudo haber solucionado en parte el problema de los núcleos litorales gallegos que no reconoce la Ley de Costas estatal, lo que condiciona la propiedad de esas viviendas. El alto tribunal invalida así la primera solución prevista para esos núcleos por el entonces conselleiro popular José Cuiña, pero tiene aún pendiente de analizar una nueva solución propuesta por el bipartito, que está en suspenso desde que fue recurrida en 2009 por el Gobierno central.
La sentencia del Constitucional tiene su origen en un recurso presentado en 2003 por el Ayuntamiento de Laxe contra el deslinde marítimo-terrestre aprobado entonces por la Dirección General de Costas para el núcleo de Mórdomo, junto a la playa de Traba. El Ayuntamiento intentó anular ese deslinde, que dejaba sin reconocer diversas viviendas preexistentes, argumentando una disposición de la Lei do Solo impulsada por Cuiña unos meses antes. En esa disposición se señalaba que a los “núcleos rurales preexistentes de carácter tradicional” se les podría aplicar, a la hora de realizar su deslinde marítimo-terrestre, una excepción que la Ley de Costas estatal de 1988 solo contemplaba para terrenos clasificados como suelo urbano. De aplicarse esa excepción a Laxe, que luego se podría haber extendido a otros núcleos gallegos, se habría rebajado la servidumbre de protección de costas, quedando así esas viviendas regularizadas.
Al tener conocimiento de la ley autonómica esgrimida en ese recurso puntual de Laxe, la Fiscalía General del Estado presentó una cuestión de inconstitucionalidad contra esa disposición de la norma gallega, recurso apoyado posteriormente por la Abogacía del Estado. En sentencia del 18 de abril que en los próximos días se publicará en el Boletín Oficial del Estado el Constitucional da la razón a la Fiscalía y a la Abogacía del Estado y considera que Galicia no puede “establecer supuestos de aplicación” de la norma estatal, como hizo en la ley autonómica. Dice el Tribunal que “las comunidades autónomas no pueden establecer disposición alguna al respecto, ni siquiera para reproducir con exactitud las previsiones estatales”.
Esa disposición de la Lei do Solo ahora anulada por el Constitucional fue la misma que quiso modificar el bipartito en 2009 a través de la denominada “enmienda Lueje”, apellido del entonces director general de Urbanismo, que reformulaba el texto original de 2002 para conseguir el mismo objetivo. Ese cambio fue también impugnado por el Estado, que pidió y consiguió la suspensión cautelar de esa modificación por parte del Constitucional. Esto es, con la “enmienda Lueje” en suspenso desde 2009 a la espera de la sentencia del Costitucional, era la redacción original de Cuiña de 2002 la que seguía vigente en la actualidad, pero acaba de ser anulada.
No son estos dos los únicos intentos por solucionar el problema de los núcleos del litoral gallegos que se han intentado en los últimos años. Los tres principales partidos gallegos han intentado forzar una solución de una u otra forma, ya sea a través de las dos reformas legales citadas o a través de decretos específicos como los aprobados en su día por el popular Enrique López Veiga y la socialista María José Caride.
Tras todos estos intentos, la solución a los núcleos gallegos podría venir de la mano de la reforma de la Ley de Costas estatal que quiere acometer ahora el Gobierno central y que los ecologistas miran con recelo por temor a que se abra la mano a la construcción en el litoral.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.