Lengua, crisis y territorio
Los estudiantes deberían tener pasarelas que les facilitaran el tránsito del gallego al portugués
En su obra más reciente editada por Siglo XXI, Política y república, el filósofo gallego de adopción Jorge Álvarez Yágúez nos recuerda la advertencia que formuló Aristóteles en su día: la estabilidad social depende de que se dé una amplia clase media, de que existan los elementos de nivelación necesarios para la posibilidad de existencia real de la virtud cívica. “Por eso es una gran fortuna que los ciudadanos tengan una hacienda mediana y suficiente”, decía Aristóteles.
Esa hacienda mediana de Aristóteles es hoy una cosa más compleja. No depende solo de las rentas primarias que obtienen los individuos en compensación de su trabajo o capital. Las transferencias en dinero (pensiones, seguro desempleo…) y los servicios (sanidad, educación, transporte colectivo, cultura…) son tan importantes como lo anterior. La crisis que nos azota está haciendo temblar todo esto. La pérdida de empleos, las reducciones salariales, los recortes en servicios, la vigorosa recuperación del principio del beneficio en la prestación de servicios públicos vía copagos, hacen que el malestar social, la desconfianza hacia lo político, la alienación hacia los servicios públicos de quienes pueden financiarse prestaciones privadas crezca. Ceñimos las discusiones hacia los efectos inmediatos de los decretos de cada viernes, pero nos olvidamos de sus derivadas, que son acaso más importantes. Porque posiblemente de la crisis actual no salgamos igual en España y en Galicia. Si nada cambia en lo político, cederemos en igualdad y cohesión social, tendremos un sector público presupuestariamente más débil, seremos una sociedad más desigual. Un escenario, el actual y el previsible, que lamentablemente no es el mejor para afrontar retos de país.
Cuando todo se critica, cuando los nervios se pierden para acabar cuestionando todo menos los salarios de los futbolistas, es difícil momento para reflexionar colectivamente. Aun así y mientras nos dejen, habrá que seguir aprovechando espacios vivos como EL PAÍS Galicia para intentarlo. En este sentido, dos sugerencias en el plano económico que tienen que ver con la puesta en valor de nuestros recursos.
La primera viene motivada por un reciente libro electrónico dirigido por el profesor Albino Prada: Desarrollo sostenible en la costa gallega (http://www.obrasocialncg.com/noticias/mostrar/publicacion_desarrollo_sostenible_en_la_costa_gallega). Nuestra costa es un inmenso recurso. Los ciudadanos lo perciben así y lo valoran en consecuencia. Medidas como la moratoria de los 500 metros han sido bien entendidas. El litoral que tengamos dentro de 10, 20 o 50 años y los beneficios privados y sociales que de él extraigamos dependen de lo que hagamos hoy en O Hórreo, en San Caetano y en los cientos de plenos que todos los años se celebran en los municipios costeros. Hay mucho trabajo pendiente. Lean el libro.
La segunda tiene que ver con el idioma. Los debates sobre el gallego y su aprendizaje y uso en convivencia con el castellano acaban convirtiéndose de forma sistemática en discusiones sobre identidades y derechos colectivos, sobre comunitarismo adversus liberalismo en el terreno de la filosofía política. El asunto se simplifica significativamente cuando cambiamos de plano y asumimos que gallego y portugués son lenguas hermanas, que es fácil saltar de una a otra y que eso se convierte en un valioso recurso para las relaciones personales, profesionales y económicas. Creo que esto es algo que cualquiera que se mueva lo confirma. Yo mismo he incrementado mi “capital relacional” y trabajado en gallego con angoleños en Sciences Po en París, con brasileños de la OCDE, con portugueses de la Universidade do Minho. Ya les gustaría a catalanes y vascos contar con esta extensión de sus idiomas. Lo que necesitaríamos es que, en uno o dos cursos de enseñanzas medias, los estudiantes tuvieran pasarelas al portugués que les facilitaran el tránsito y les permitiesen contar con acreditaciones oficiales para su currículum. No es una ocurrencia. Existen materiales docentes en las librerías. @SantiagoLagoP
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