La timidez austral en versión 'folk'
La artista chilena Soledad Vélez, afincada en Valencia, publica su primer disco, 'Wild Fishing'
Llegó con una guitarra y un morral. O ni siquiera: un viejo saco verde militar lleno de ropa. Así es como Soledad Vélez, nacida hace en 1988 en la ciudad chilena de Concepción, aterrizó en Valencia. Eso fue hace cuatro años. Desde entonces, su carrera musical se ha ido curtiendo en pequeños bares hasta que el pasado lunes publicó Wild Fishing, su primer álbum. Una selección armónica de temas que condensa, si es posible, la esencia de su estilo: un folk al que algunos le han puesto el apellido de "raro".
"Yo digo folk a secas", alega la cantante, "porque siempre escuché mucho Bob Dylan", resume. "Y, como él, espero pasarme a algo más eléctrico", adelanta. Lejos de darle vueltas al género en el que se enmarca, lo que destaca por encima de sus acordes es una voz profunda e hiriente que a la vez es balsámica y ensoñadora. Algo para lo que la chilena no tiene una explicación exacta: "Soy muy percusiva. Necesito golpearme el cuerpo y tararear mientras compongo", detalla, "Y vuelco en las letras todo lo que llevo dentro".
"Soy muy percusiva. Necesito golpearme mientras compongo"
Soledad Vélez habita en ese pasado indicativo sudamericano que la transporta en cada frase a un lugar remoto. Por eso, su reciente participación junto a Nacho Vegas en la capital de la Comunidad Valenciana parece algo lejano, de otra época: "Fue sensacional", responde entusiasmada. Ahora, después de pasar temporadas con cuatro actuaciones al mes "en bares inmundos donde el baño compartía espacio con el escenario", la chilena acumula bolos por varias provincias: "Conozco España por medio de los conciertos", señala. Esta vez- después de los EPs autoeditados Four reasons to sing, de 2010, y Black Light in the forest, en 2011- reúne 12 temas de "producción mucho más cuidada" y se acompaña, entre otros, de Javier Marcos, integrante de la banda valenciana Trinidad.
En estos momentos agitados, Soledad Vélez reconoce llevar una temporada "muy de mujeres": "Escucho mucho Catpower, Feist, Pj Harvey o Patti Smith", señala. ¿Y las comparaciones, precisamente, con estas referencias? "Me abruman, es como si trasluciera todo de lo que me he alimentado", asume. Aunque reconoce que a ella le llaman la atención los "sonidos muy básicos". "Me gusta jugar con lo mínimo", admite Vélez, que durante sus actuaciones suele intercambiar indistintamente guitarra, ukelele o armónica entre silencios que amortiguan las canciones. "Es que soy tímida de verdad", se ríe. No lo parece cuando entona uno de sus largos estribillos, que provocan una especie de catarsis generalizada: "Cuando salgo al escenario entro en trance, y expulso todo. Tengo hasta movimientos extraños". "A mucha gente le hace gracia, pero yo me empiezo a preocupar", concluye con una carcajada.
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