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Una funcionaria relata cómo se destapó el fraude de la Hacienda de Irún

La testigo era la 'número dos' de Bravo en la oficina tributaria de la localidad

Mikel Ormazabal
San Sebastián -
Los periodistas sigue ayer la sesión del juicio.
Los periodistas sigue ayer la sesión del juicio.JESÚS URIARTE

Las revelaciones de una funcionaria de la Hacienda guipuzcoana, que en junio de 2006 activó las alarmas que permitieron destapar el presunto fraude en la oficina tributaria de Irún, son hasta la fecha el testimonio que más inquietud ha generado en José María Bravo, principal imputado en la causa, en las siete sesiones del juicio que se celebra en la Audiencia de Gipuzkoa. Bravo se mostró ayer más intranquilo que otras veces en el banquillo de los acusados mientras escuchaba a esta operaria el modo en que descubrió las irregularidades que se están juzgando.

 La testigo era la segunda de Bravo en la oficina fiscal de Irún hasta 2003, año en el que logró una plaza en una oposición y comenzó a trabajar como subinspectora en la sede central de Hacienda en San Sebastián. Relató ante el tribunal que en junio de 2006 citó a un contribuyente incluido en un plan de inspección y que este se presentó “muy alterado” porque unos años atrás había pagado “muchos millones \[de pesetas\]” en metálico a Bravo y le dijeron que no le iban a “volver a mirar”. Esta funcionaria comprobó que “la mayoría de sus deudas figuraban como no pagadas por insolvencia” y tampoco habían sido ingresadas en Hacienda.

Acto seguido, esta funcionaria trasladó el asunto a su superior, quien le comentó que iba a ponerlo en conocimiento del entonces diputado de Hacienda, Juan José Mujika, del PNV. El caso de este contribuyente, que se conoce como el expediente Azpeitia, y el de otro similar (expediente Rovira) fueron los que llevaron a la Diputación a poner los hechos en conocimiento de la Fiscalía, lo que propició el inicio de las investigaciones judiciales.

La testigo desmontó algunos razonamientos de Bravo al asegurar que desde 2000 ya no se pagaban deudas en metálico y solo se hacía a través de una cuenta bancaria. Era “normal” cobrar en dinero hasta 1994 y se podía compaginar ambos métodos hasta 2000. También dijo que no se podían acordar rebajas en las deudas y que existía un reglamento para aceptar el fraccionamiento de los abonos.

La testigo era la ‘número dos’ de Bravo en la oficina de la localidad

Según dijo en su declaración, Bravo se encargaba en Irún de gestionar los expedientes con las deudas más altas, y reconoció que, durante su etapa laboral en Irún, le llamó la atención el caso de un contribuyente que, después de eliminarse la caja de esta oficina, seguía acudiendo al despacho de Bravo a entregar dinero en metálico. La funcionaria no recordó que hubiese habido descuadres en la caja de Irún, ni llamadas de San Sebastián por problemas al identificar los ingresos y las fechas con los contribuyentes. Y aseguró que cada vez que se recibía una cantidad se asignaba a su correspondiente expediente.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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