Varios testigos coinciden en que Bravo prefería cobrar en metálico y a plazos
Los deudores perfilan el modo de actuación en el fraude a Hacienda en Irún
Todos aseguraron conocer a José María Bravo, el exdirector de la Hacienda de Irún y principal imputado en el fraude fiscal cometido en esta oficina, a quien señalaron como la persona que tramitaba las deudas con el fisco y resolvía si estas se abonaban en su integridad o con una rebaja, si debía hacerse en metálico o mediante cheques, y si se podían fraccionar los pagos.
Seis contribuyentes morosos relataron ayer en la Audiencia de Gipuzkoa el modus operandi de Bravo al frente de la citada agencia tributaria. Según el testimonio de estas personas, a uno de los deudores le llamaba periódicamente para que le hiciera entrega del dinero en metálico que disponía en ese momento; a otro contribuyente le obligó a pagar la deuda a plazos cuando estaba dispuesto a hacerlo al contado; en otro caso exigió recibir elevadas sumas de dinero en metálico. Un deudor aseguró que Bravo se presentó en dos ocasiones en la sede de su empresa “insolvente”. Y otro testigo llegó a identificarle como el “familiar de una persona importante” de Gipuzkoa.
La Fiscalía guipuzcoana acusa a Bravo de no ingresar en las cuentas de la Hacienda foral la totalidad de las cantidades que pagaban los deudores y de apropiarse ilícitamente de casi dos millones de euros. En la misma causa también están procesados la exesposa de Bravo, Rosa Cobos, y el que era su socio Pedro María Atristain.
Una testigo asegura que el acusado les impuso un calendario de pagos
Los testigos, que siempre son advertidos por el tribunal de que pueden incurrir en responsabilidades penales si no dicen la verdad, detallaron que en algún caso el proceder del exresponsable de la Hacienda de Irún fue “anómalo” y “extraño”. Fueron los términos que empleó la persona que detalló cómo saldó una deuda de unos seis millones de pesetas contraída por su madre. Relató que Bravo le permitió pagar en dos partes, aunque le exigió hacerlo en metálico, lo que al testigo le pareció “absolutamente anómalo”. “A mí me extrañó, porque no tenía ni pies ni cabeza. Por eso le exigí pagar con un cheque la segunda parte”, que ascendía a 4,5 millones de pesetas, manifestó esta persona. Como sospechó de que “algo no funcionaba”, guardó toda la documentación e incluso fotocopió el talón. Cuando la Ertzaintza comenzó a investigar este asunto, este testigo descubrió a través de su banco que el cheque había sido ingresado en una cuenta de Bravo.
Otra testigo que llevaba la contabilidad de la empresa de su padre aseguró que Bravo les fijó el pago de 16,9 millones de pesetas, que afrontaron con una hipoteca sobre una vivienda.
Además, el acusado les marcó un calendario de entregas para satisfacer la referida cantidad, a pesar de que le transmitieron que podían hacerlo al contado porque habían pedido un préstamo. Bravo exigió abonar la deuda “en metálico” y siguiendo el “calendario de pagos” que la testigo anotó en una tarjeta facilitada por aquel, según insistió la testigo a preguntas formuladas por el presidente de la sala, Iñaki Subijana.
Otro empresario reconoció que acordó con Bravo pagar la deuda con una rebaja, para lo cual tuvo que pedir que otra empresa le avalara un préstamo de 12 millones de pesetas. Durante su declaración, y después a requerimiento de Subijana, este contribuyente aseguró que Bravo llegó a presentarse en dos ocasiones en la sede de la empresa “para que se pagara la deuda”. El magistrado le preguntó si algún representante de otro organismo oficial apareció en la empresa, que también tenía deudas con la Seguridad Social. La respuesta fue que solo acudió Bravo.
El dueño de otra fábrica relató que, tras recibir una notificación de la Hacienda foral por una deuda de 1,4 millones de pesetas que con los recargos y sanciones había ascendido a 4,9 millones. Cuando acudió a la oficina de Irún con dos millones de pesetas en el bolsillo, le atendieron en un despacho “dos personas”, aunque no pudo precisar si una de estas era el principal acusado. Abonó 1,5 millones sin recibir ningún recibo.
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