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Un jurado popular para el acusado de matar a la joven de Cruces

La familia de la víctima pide 40 años de cárcel para su expareja de origen cubano

Rellano donde se encuentra la vivienda de Cristina Estébanez donde la asesinaron.
Rellano donde se encuentra la vivienda de Cristina Estébanez donde la asesinaron.LUIS ALBERTO GARCÍA

Un año y cuatro meses después de que la tarde del 6 de diciembre de 2010, Seidel M.G, de 26 años, —de origen cubano y con residencia legal en España—, asesinara presuntamente a su expareja en su propia casa, hay fecha para el juicio por el crimen que conmocionó a una localidad como Barakaldo. Según ha podido saber EL PAÍS, éste arrancará el próximo 29 de mayo y durará cuatro días. Las sesiones a puerta abierta se celebrarán en la Audiencia Provincial y mediante el sistema del jurado popular. Para componer el mismo, los órganos judiciales ya han celebrado el sorteo y será el día en el que arranque el juicio cuando se produzca el llamado descarte y se determine qué nueve personas dictaminarán si Seidel es culpable o inocente de los hechos que se le imputan.

Aquel lunes a las siete de la tarde, el acusado se presentó en el domicilio de la joven, ubicado en la calle La Inmaculada del barrio de Cruces, donde ésta se encontraba con su actual novio y supuestamente agredió a ambos con un arma blanca. La víctima, de 25 años, fallecía en el acto mientras que su entonces compañero, de 29 años, resultaba herido en el cuello y era trasladado al hospital de Cruces, donde fue intervenido y estuvo ingresado en estado grave durante trece días. Aquel día, Aingeru, así se llama, consiguió huir de la vivienda herido y llegar hasta un videoclub situado a unos 20 metros del portal del domicilio donde ocurrieron los hechos. Allí pidió ayuda a su propietaria, que alertó a la Ertzaintza. Minutos más tarde, agentes de la policía autonómica localizaban en Barakaldo al joven, que ahora se sentará en el banquillo, y procedían a su detención.

El acusado contaba con antecedentes delictivos así como con una orden de alejamiento que le impedía acercarse a Cristina Estébanez a menos de 300 metros o a comunicarse con ella por cualquier medio. Unas medidas que no sirvieron para protegerla hasta que llegaba el juicio por violencia de género. Ambos habían mantenido una relación sentimental durante los últimos cuatro años hasta que en noviembre, un mes antes de que se produjeran los hechos, la joven presentara una denuncia por amenazas y declinara ir a un piso de acogida. La joven era muy conocida en la zona. Vivía desde pequeña en la vivienda donde fue asesinada y se había criado en el barrio de Cruces en Barakaldo junto a su hermana y sus padres.

El presunto asesino tenía antecedentes delictivos y orden de alejamiento

La Fiscalía solicita para el acusado 34 años y 8 meses de prisión por los delitos de quebrantamiento de medida cautelar, allanamiento de morada, asesinato en grado de tentativa y asesinato. Además, el Ministerio Público demanda una indemnización de 45.000 euros para el entonces novio también agredido durante los hechos, más 4.000 por daños morales y 97.000 euros para el padre de la víctima.

Por su parte, la acusación particular, ejercida por la familia de Cristina Estébanez, en su escrito provisional eleva la pena y pedirá para el único acusado de los hechos 40 años de cárcel por los delitos de asesinato, de tentativa de asesinato (en el caso del novio de la joven fallecida), delito de salud mental, quebrantamiento de pena y allanamiento de morada. En el caso de las indemnizaciones, la acusación demandará 180.000 euros para el padre de la víctima y 240.000 para el novio de Cristina. Unas peticiones que comparte plenamente la acusación popular ejercida por el ayuntamiento de Barakaldo. “Hay pruebas suficientes de peso para inculpar al asesino y que se le condene con una pena amplia en lo que fue un claro ejemplo de violencia de género”, apuntan fuentes conocedoras del caso. “El material que pudo recoger en el lugar del crimen la Policía Científica de la Ertzaintza, el cuchillo, la catana, serán determinantes por cuanto poseen las huellas del inculpado”, añaden las mismas fuentes. Todo pese a que la defensa pedirá la libre absolución negando que su cliente tuviera participación alguna en los hechos.

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