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Artium, diez años de maduración

El museo de Vitoria celebra la próxima semana su décimo aniversario marcado por la crisis Su afán es acercar el arte contemporáneo a la sociedad

Un grupo de personas durante una visita guiada en el Artium con motivo de su décimo aniversario.
Un grupo de personas durante una visita guiada en el Artium con motivo de su décimo aniversario.L. RICO

Artium cumple el próximo jueves una década embarcado en una doble lucha: la primera, la inherente al arte contemporáneo, la pelea por hacerse entender en la sociedad; la segunda, la de sobrevivir a una crisis económica que en Vitoria se ha llevado por delante proyectos como el fallido Krea, ha reducido a su mínima expresión la actividad del palacio de Montehermoso y ha motivado la desaparición del proyecto Amárica.

Desde sus comienzos, el centro aspira a ser más que un mero museo que albergue las obras de arte adquiridas por el Museo de Bellas Artes. El objetivo, recuerda su director, Daniel Castillejo, es también el de “crear una conciencia crítica, lograr transformar la sociedad con un arte contemporáneo comprometido”. Las cifras de su primera década corroboran que no se limita a sus 152 exposiciones, sino que se han programado más de 3.000 actividades de todo tipo en este tiempo. “Queremos pasar de un museo a un centro más amplio, aunque igual el público lo ha percibido desde otra perspectiva”, dice Castillejo.

El presupuesto del centro ha caído un 10% para el presente ejercicio

Su presupuesto ha caído a niveles de hace siete años, con 4,5 millones, un 10,5% menos que el año anterior —su techo de financiación fue, en 2009, con 5,4 millones—. El nivel de autofinanciación está en el 28%. Pese a la reducción de la financiación, Artium celebra su aniversario con la exposición Tiempo y urgencia (Gernika), la reconstrucción de la obra de Picasso realizada por José Ramón Amondarain a raíz de las instantáneas tomadas por Dora Maar.

El centro, “la referencia única y exclusiva de arte contemporáneo en Euskadi”, a ojos del viceconsejero de Cultura, Antonio Rivera, cuenta ya con un millar de socios y ha adquirido en este tiempo 553 obras. El museo se acercó en 2011 a las cifras de visitantes de 2005, con 93.000 personas, una caída considerable con respecto a ejercicios anteriores. El récord de visitas se registró en 2009, con 105.200 visitantes.

Se trata del museo alavés con más entradas, pero queda lejos, por ejemplo, de los 166.000 que ha registrado el museo San Telmo de San Sebastián en su primer año tras su reapertura. Todas las fuentes consultadas coinciden en valorar las cifras de afluencia de visitantes del Artium con un escueto “bien”. “Un centro de arte contemporáneo de estas características tiene que lidiar con la incomprensión de la ciudad y de algunos agentes institucionales, se le pide que tenga la popularidad y la capacidad de penetración social de otros, pero es más fácil vender barroco o impresionismo”, indica Rivera.

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Diez años después de su apertura de puertas, Artium ha confirmado que es un centro para albergar experiencias alternativas, pero no uno de grandes masas, como sí pueden ser otros como el Guggenheim, que tiene a sus espaldas mayores inversiones, pese a que en su momento hubo quien quiso equiparar el museo de arte contemporáneo de la capital vasca con el efecto del centro bilbaíno.

“Queremos crear una conciencia crítica, transformar la sociedad”

El viceconsejero apuesta por dar al Artium “una dimensión mayor y más vasca, que tenga un reconocimiento mayor en la comunidad”. Un tercio de los visitantes provienen de Álava, otro tercio son de otras regiones y solo un 16% procede del resto de Euskadi.

Castillejo apunta al papel “complementario” de Artium con otros museos, pero Iñaki Díaz Balerdi, profesor de la Universidad del País Vasco y experto en museología, asegura que Euskadi “es como un archipiélago de museos sin conexión entre ellos” y recuerda que en la comunidad autónoma ha habido una “inflación” de este tipo de infraestructuras, con cerca de 110 en una región de 2,4 millones de personas. En este sentido, Castillejo aboga por crear “un pacto de la cultura contemporánea”.

Entre los retos de futuro del Artium, destaca la atracción de jóvenes al centro, así como la mejora de la transparencia, ya que, tal y como relata su director, los museos “tienen una tendencia general a ser oscuros y opacos”.

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