Cultura suspende la única producción del Centro Dramático Galego
“Jamás me había pasado algo así”, critica Andrés Lima, encargado de dirigirla
“Me han dicho que no hay dinero para producción y que todo depende de lo que decida el nuevo director del Centro Dramático, cuando lo elijan. Pero si a mí no me dicen ni cúando ni cómo, qué planes hago yo al respecto?”. Es lo que sabe Andrés Lima, fundador de la compañía Riesgo y uno de los motores de la madrileña Animalario, de la que debía ser la obra propia del teatro público en 2012. As furias, un montaje sobre textos del estadounidense Neil Labute en el que llevaba trabajando, con paréntesis, siete meses.
“Jamás me había pasado algo así”, lamenta el actor y director teatral, que se enteró de la circunstancia tras atender la llamada de una técnica de Industrias Culturais. “No se puede hacer trabajar a la gente en balde”, critica Lima, que compagina el teatro obrero de Animalario con acciones en el exterior como sus montajes para la Comédie-Française, la compañía pública de Francia. “La excusa es que no había sido aprobado el presupuesto del montaje y no tenían permiso para contratar”, señala. Una excusa poco común, teniendo en cuenta que, en artes escénicas, los presupuestos se cierran una vez iniciado el proceso de producción. Lima, contratado verbalmente por la exdirectora del CDG, Blanca Cendán, ya tenía avanzada la dramaturgia de As furias. Cuatro orelatos cómicos —ya traducidos al gallego— llenos de referencias a la tragedia clásica “para contar la tragedia contemporánea”.
En una secuencia de gestos sin precedentes, el montaje, para siete actores y sin gira —se fijó en 250.000 euros el coste final— fue presentado en rueda de prensa hace poco más de un mes. Incluyendo fecha de estreno (7 de septiembre). Allí estaban el responsable de Cultura, Anxo Lorenzo; el de Industrias Culturais, Juan Carlos Fasero, y Blanca Cendán. A las dos semanas, la directora de la compañía institucional fue destituida alegando, por toda justificación oficial, “problemas de gestión”. El estatismo orgánico del CDG, en la letra administrativa “unidad de producción institucional dependiente de Industrias Culturais”, como el Centro Coreográfico, no fomenta la transparencia. Tampoco se conocen los niveles de ejecución presupuestaria de Agadic en 2011.
“Intentan hacer ver que el teatro público es inútil”, comentan desde Escena Galega
“En Cultura nunca me pusieron ningún problema con As furias”, declaró ayer la exdirectora del Centro Dramático. “Otra cosa es que el presupuesto del teatro público [450.000 euros teóricos en 2012, poco más de un tercio de lo que había en caja en 2009] estuviese comprometido por los pagos pendientes de 2011”. El primer estreno de As furias, de hecho, estaba programado para mayo. “Se paró en un primer momento porque no sabíamos cuánto dinero había”, apuntó Cendán. “La suerte después fue que Lima todavía estaba disponible”.
La Consellería no aclaró ayer hasta qué punto es temporal la parálisis del CDG como unidad de producción, que es lo que justifica su existencia. Pero niegan haber transmitido a Lima razones de dinero. “Solo se le ha dicho que, cuando llegue el nuevo director, él decidirá”. Será por concurso público —como Cendán— o no. “Se está valorando y se sabrá próximamente”. Ahora mismo, por una cuestión de plazos, la única producción propia que podría estrenarse este año es As furias. No sería la primera vez que una nueva gerencia acepta obra anterior: el montaje que abrió el teatro público en 2010, tras una temporada perdida y todavía sin directora, fue As actas escuras, un proyecto de Cristina Domínguez durante el bipartito.
Desde las compañías, a las que Cultura adeuda 1,2 millones de euros del año pasado, se reservan el optimismo. “Es que las compañías lo que se plantean en este momento es si actúan o no. Si tienes que adelantar tú el dinero y después no te pagan, qué haces?”, se pregunta Salvador del Río, presidente de Escena Galega (Asociación Galega de Empresas das Artes Escénicas). Sobre las desventuras del teatro público tras tres décadas, y la espera de los proveedores, técnicos y actores que dependen de él, el diagnóstico no mejora: “Es transparente que están improvisando. Con su actuación están intentando hacer ver que el teatro público es una herramienta inútil y costosa. Como para que a la propia sociedad, en el contexto actual, no le importe su desaparición”.
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