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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lo que no verá el Príncipe

Al Príncipe no le enseñarán ese sótano, ni las otras criptas de la sanidad valenciana, como muchos servicios infradotados del propio hospital General y de tantos otros centros, o el agujero de 58 millones de euros que la Generalitat le debe al IVO

La semana que viene está previsto que el príncipe Felipe visite Valencia con motivo de la conmemoración del 500º aniversario del hospital General. Con toda probabilidad, su Alteza Real quedará gratamente impresionado por lo que las autoridades políticas le muestren en el recorrido por unas instalaciones previamente maquilladas al efecto. En estos momentos se ultima el arreglo de la capilla, que, como todos los especialistas en salud pública saben, es pieza fundamental en la precisa maquinaria de funcionamiento de un hospital civil. Con la visita a esa estancia y a alguna otra que ha sido objeto de un lavado de cara, se hará una idea del excelente estado de salud de la que goza la sanidad valenciana, como se encargará de enfatizar el presidente de la Generalitat en el discursito de turno. Sin embargo, al Príncipe no le pasearán por los sótanos del hospital, que además de albergar la cocina, la farmacia y la lavandería, así como algunos servicios hospitalarios (el archivo de radiografías, radioterapia, alergia…) está constituido por un entramado de pasillos que conecta los distintos pabellones. Por esa red subterránea circulan las camas con los enfermos cuando son trasladados de un pabellón a otro. De manera que el que no está bajo los efectos de la anestesia puede gozar de un curioso travelling, digno del museo de los horrores y contemplar la cochambrosa red de tuberías y conducciones eléctricas suspendidas del techo, o, a poco que gire la cabeza, de una sucesión de viejos muebles y cachivaches hospitalarios.

No, al Príncipe no le enseñarán ese sótano, ni las otras criptas de la sanidad valenciana, como muchos servicios infradotados del propio hospital General y de tantos otros centros, o el agujero de 58 millones de euros que la Generalitat le debe al IVO (Instituto Valenciano de Oncología). Tampoco visitará ese pabellón, a mitad construir, del nuevo hospital la Fe que debería albergar el laboratorio y que ha sido piadosamente cubierto por una gran lona para que tape la vergüenza del espectáculo de un país en quiebra. Mientras tanto, las muestras y los resultados de análisis y biopsias circulan en un continuo viaje de Malilla a Campanar, para volver otra vez del viejo al nuevo hospital.

No, al Príncipe no le enseñarán ese sótano ni tampoco esa indigna mazmorra a la que el PP valenciano ha condenado a los más desfavorecidos. Según un reciente estudio de la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, la Comunidad Valenciana es la autonomía con peor índice de desarrollo de sus servicios sociales, con una nota de 0,80 sobre 10 puntos, que la sitúa “en el lugar más atrasado en materia de servicios sociales de toda España, que es como decir en el lugar más atrasado de Europa” en “prácticamente todos los indicadores de cobertura”.

No, a los príncipes no les enseñan las cavernas de sus reinos. Tampoco es verosímil que tengan el menor interés en conocerlas. Los recortes tampoco son igual para todos y no por casualidad la Casa Real es la que menos los ha sufrido en el penúltimo ajuste presupuestario.

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