Las saludables ideas de CiU
Al Ejecutivo catalán le vino de perlas la furia destructiva de los antisistema; no se habló de otra cosa en los días siguientes
Al día siguiente de la manifestación del jueves 29 de marzo (y día de huelga general) que reunió a la ciudadanía en la calle como acto de protesta por las tan recomendables como poco comprendidas medidas anticrisis del Gobierno de la Generalitat, su portavoz dijo que esas manifestaciones podían interpretarse como saludables. Reconozco que desconocía esta faceta psicoterapéutica del portavoz. Según Homs es beneficioso para nuestra salud salir a la calle a que una pelota de goma te vacíe un ojo o tener que ver impotentes como un grupo de perdedores radicales (para decirlo con la exactitud sociológica de Hans Magnus Enzensberger) arrasan con todo. A lo mejor el portavoz acusa el estrés que debe de suponer tener que anunciar de martes a martes (como de viernes a viernes lo hace su alma gemela Soraya Sáenz de Santamaría en Madrid) tantas medidas destinadas a corregir las políticas de dispendio presupuestario del tripartito. Si cada semana toca tamaña responsabilidad, es posible que uno se ablande y opte por los diagnósticos positivos.
Resulta curioso que el portavoz mencione la salud en un contexto (de profunda crisis económica) tan relacionado con ella. No sé si el portavoz tiene datos médicos o psicológicos suficientes como para que en el futuro controle sus frivolidades sanitarias, datos tan sencillos de encontrar en Internet (si uno quiere buscarlos, claro), del tipo de cómo un parado de larga duración está expuesto a mayores enfermedades psíquicas y físicas que una persona ocupada, por ejemplo.
Al Ejecutivo catalán le vino de perlas la furia destructiva de los antisistema. No se habló de otra cosa en los días siguientes. Al Ejecutivo le sirvió para no tener que rendir cuentas sobre sus vocacionales apoyos al Partido Popular que gobierna en Madrid, casi el mismo día en que el ministro Montoro anunciaba las partidas más castigadas (infraestructuras, educación, investigación, cultura y coberturas sociales) en su demorada presentación de los Presupuestos Generales del Estado. La noche del martes pasado, el Canal 33 emitió un soberbio documental presidido por el sociólogo Manuel Castells en el que se analizaba el futuro que nos espera después de esta pavorosa crisis. Representantes de diferentes ciencias sociales y humanas, que comparecían en dicho documental, no se mostraban muy optimistas. ¿Por qué comento esto? Hace unos días, compareció el consejero de Interior para anunciar algunas propuestas. Una hace referencia a una probable regulación del derecho de reunión y la otra a la facilidad que se dará a todas aquellas personas que quieran denunciar a los infractores de la tranquilidad pública.
Puig se esfuerza tanto en pasarnos por la cara que él sí es un consejero de Interior como Dios manda y no como esos buenistas (adjetivo que ahora mismo no recuerdo si lo inventó la señora Aguirre, la Cope o la columnista Pilar Rahola) del tripartito, que terminó superando en celo represor a su mismísimo colega del PP Fernández Díaz. Al consejero Puig le recomendaría que le echara un vistazo al documental del 33: sabría que la única arma contra los alborotadores y los violentos de las manifestaciones de protesta, que Manuel Castells llama la nostalgia destructiva, es la esperanza. Pero claro, eso supondría tener ganas de acceder a otro tipo de información más reveladora, información del tipo de que marginando a los sindicatos de los convenios colectivos, poco se hará para que la gente no se manifieste. O de que el misterioso mercado los conforman inversores privados que deciden cuándo y dónde engordarán sus millonarios capitales. O de, como afirma el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo Santiago Lago, se podría recuperar la imposición patrimonial y aplicar el impuesto verde en lugar de suprimir la vital I+D. O de que el Estado de bienestar podría perfectamente constituirse en una fuente de creación de empleo. Medidas todas infinitamente más saludables que las propuestas por CiU y el PP, su socio natural en Cataluña y el resto de España.
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