“Aquí solo faltan los que no se han leído la reforma laboral”
170.000 madrileños exigen al Gobierno que retire “el decreto del despido fácil y barato”
Como colofón a la jornada de huelga, 169.700 personas, según los cálculos de este periódico, 900.000 según los sindicatos recorrieron ayer las calles de Madrid para exigir al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que retire su reforma laboral unilateral y negocie una nueva con los sindicatos. Y para decirle que no quieren un “despido más fácil y barato”; que se niegan a que el empresario “baje el sueldo cuando él quiera”; que rechazan “que te puedan despedir aun estando enfermo” o que te echen “después de un año de trabajo sin derecho a indemnización”. El Ministerio del Interior cifró en 800.000 los manifestantes en todo el país.
“Ahora ya lo sabe todo el mundo. Esta es la reforma más lesiva de la historia de la democracia en España”, dijo el secretario general de CC OO, Ignacio Fernández Toxo, en su discurso final en una abarrotada Puerta del Sol. “Todas las manifestaciones tienen un componente de dignidad y esta también. No estamos dispuestos a que tiren por el suelo aquello que tanto ha costado conseguir al pueblo español”, añadió el líder de UGT, Cándido Méndez.
Ambos líderes sindicales recorrieron el Paseo del Prado y la calle de Alcalá tras una pancarta con el lema Quieren acabar con los derechos laborales y sociales. Quieren acabar con todo. Detrás estaba también una importante representación del PSOE, como el exvicepresidente tercero del Gobierno Manuel Chaves, el exministro de Trabajo Jesús Caldera, los miembros de la ejecutiva federal Gaspar Zarrías, Óscar López e Inmaculada Rodríguez-Piñero, el exsecretario general del PSM Rafael Simancas y el exsecretario general de CC OO y exdiputado socialista Antonio Gutiérrez. Todos, salvo este último, habían apoyado la reforma laboral del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que provocó otra huelga general hace solo un año y medio. Por Izquierda Unida —que se opuso a esta reforma y también a la anterior— acudieron su coordinador general, Cayo Lara, y el líder de la formación en Madrid, Gregorio Gordo.
En los discursos finales, Toxo y Méndez celebraron la multitudinaria asistencia a la manifestación y se refirieron también a los que no habían hecho huelga: “Los amenazados que no han podido ejercer su derecho porque empresarios desaprensivos no se lo han permitido”. Alberto José Azcueta, informático de 35 años, aseguraba: “Yo he hecho huelga por mí y por todos mis compañeros. Creo que soy el único que no ha ido a trabajar en mi empresa. La gente tiene mucho miedo”.
A los sindicalistas, afiliados y trabajadores decididos y convencidos desde el principio a secundar el paro, se les unieron por la tarde en la protesta muchos que no lo habían seguido por temor a represalias en su lugar de trabajo o por no querer renunciar a la parte proporcional de su salario. Lo admitía una empleada de El Corte Inglés que entraba a trabajar puntual a su puesto poco antes de las diez de la mañana, pero que prometía manifestarse por la tarde.
12 detenidos más
A diferencia de los graves disturbios de Barcelona, en la marcha de Madrid no se registraron incidentes, salvo la quema de varios contenedores en la calle Carretas, que hace esquina el edificio del Gobierno de Madrid, y cuyo fuego fue extinguido por los bomberos en pocos minutos. Los radicales también destrozaron algunos cajeros del centro.
Por estos hechos fueron detenidas 12 personas, acusadas de causar destrozos. Entre los arrestados hay un menor de edad. Los arrestos se suman a los 45 que se produjeron a lo largo del día, 57 en total -47 en la capital y 10 en otros grandes municipios de la región-.
El Movimiento 15-M, muy crítico con los convocantes de la protesta, frenó la llegada de la cabecera a Sol al organizar en esa plaza una asamblea. Los organizadores de la manifestación tuvieron que negociar con la policía para que les desalojara.
La protesta fue, de largo, la más numerosa de las tres que se convocaron en la capital de España tras la aprobación por el Gobierno del decreto ley de la reforma el pasado 10 de febrero. “Aquí solo faltan los que no se han leído la reforma laboral”, aseguraba Carmen, médico en el hospital Gregorio Marañón.
Entre los manifestantes había muchos parados. “Como yo no estoy trabajando, mi forma de hacer huelga ha sido no consumir”, señaló Sabina, que acudió al acto con sus dos hermanos, uno de los cuales confesaba no haber hecho huelga: “Sé que en mi empresa no la iba a hacer nadie y me dio miedo. Ahora el despido es libre”.
En las pancartas se podían leer mensajes como Cuando la injusticia es ley, la desobediencia es deber o ¡No quieren trabajadores, quieren esclavos! Y entre los gritos más coreados: “Mariano, Mariano, no llegas al verano”.
La actitud de Rajoy ante la huelga y las manifestaciones —ha anunciado que continuará con su programa de reformas y recortes— había calado. Elo, funcionaria del Ministerio de Economía, admitía: “He hecho huelga, creo que no va a servir para parar la reforma, pero por lo menos sí para que sepan lo que opinamos de ella”. Françoise también era escéptica: “El Gobierno no va a ceder; tiene mayoría absoluta, pero yo quería defender a los sindicatos; los están demonizando”.
“La gente nos dirá si asume con resignación la reforma y los recortes”, dijeron Méndez y Toxo a este diario en una entrevista conjunta hace unos días, ya convocada esta huelga general. Cientos de miles de personas han hablado. Hoy con los Presupuestos sabrán si tienen un motivo más para protestar.
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