Las dos orillas del Athletic
Los rojiblancos tocaron el cielo en Manchester y el suelo en el Calderón
Probablemente, el Athletic jugó en Old Trafford el mejor partido, el más sorprendente, el más magnético de las últimas décadas y quizás disputó en el Manzanares el peor de toda la temporada. Y todo en apenas unos días. Toda una invitación al debate entre el optimismo y el pesimismo, porque en el fondo la euforia es siempre más evanescente que el miedo. Lo importante del triunfo en Manchester no fue tanto inscribir su nombre en la historia de un equipo y un estadio de relumbrón, es decir firmar en el libro europeo de los elegidos, como abrir un boquete en el techo del fútbol del que el Athletic era capaz. Si el Athletic necesitó que le visitara el San Lorenzo de Almagro para darse cuenta de que los argentinos jugaban como Panizo, probablemente la victoria en Old Trafford, le descubrió al Athletic que el mar era más amplio de lo que quería. Sí, se derrotó al Manchester United, pero sobre todo se derrotó el derrotismo que condenaba al equipo rojiblanco a ser víctima del menú del día sin catar jamás la carta del chef.
Y de pronto en el Manzanares, ante un rival directo y no demasiado lúcido en sus prestaciones, acuciado también por su postín y su reciente historia, puso la peor cara, como antes frente al Valencia había mostrado toda la debilidad de la que es capaz. No es que el globo se pinchara, pero sufrió un brusco descenso. ¿Cansancio?, ¿falta de armario?, ¿ausencia de Llorente?, ¿demasiadas competiciones?, ¿desconcentración? Todo y7 mucho más, seguramente. Nada nuevo, en cualquier caso que no le ocurra al resto de equipos. El Valencia exhibió en San Mamés todas sus virtudes y unos días después todos sus defectos ante el colista del campeonato.
Al Athletic, sin duda, le faltan futbolistas para disputar tres competiciones a la vez y no estar loco, como dice el bolero. El Athletic necesita a Llorente más que el Barcelona a Messi o el Madrid a Ronaldo. Seguramente, la apuesta por un grupo pequeño de futbolistas (cuya elección ha sido acertada) ha hecho que el resto esté muy lejos del nivel que exigen los titulares en el nuevo modelo deportivo de Marcelo Bielsa. Todo eso ha ocurrido, pero las alternativas son escasas. No se puede desear lo que no existe, es mejor disfrutar de lo que se tiene.
Javier Clemente nunca ha ganado como visitante en San Mamés
Comienza la recta final de la Liga, la decisiva, con Clemente en el banquillo de al lado. Un Clemente que jamás ha ganado como visitante en San Mamés y que regresa con un Sporting muy tocado, muy mermado, perdida el aura y la simbiosis de Preciado con el equipo, asustado por la falta de puntos. EL Athletic tocó el cielo en Manchester y se demostró a sí mismo que el fútbol celestial no le es ajeno. Y luego toco el suelo en el Manzanares sabiendo lo que duele una costalada en los riñones. Entre medio, está el Sporting, el Granada, el Racing, el Levante y compañía, donde se juega ser Manchester o ser Manzanares. Ahí elige en qué orilla quiere concluir su travesía a nado. En el fondo, jugar al fútbol es como andar en bici: nunca se olvida. Y Manchester no está tan lejos.
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