“Quiero vivir en un contenedor”
Una empresa bilbaína promueve en Mungia un sistema de viviendas compartidas en depósitos de barcos
Pablo Gil es natural de Etxebarri y tiene 35 años. Después de un tiempo compartiendo piso con una amiga de su hermana, este autónomo, que trabaja en una imprenta, ha decidido vivir en un contenedor de barco. Y es que por “poco más” de lo que paga actualmente al mes de alquiler, este joven ha encontrado una vivienda adaptada a su presupuesto y sus necesidades. Su nuevo hogar, de 105 metros cuadrados más 15 de terraza, se ubicará en una promoción piloto de cuatro viviendas hechas con varios de estos depósitos de acero unidos entre sí que estarán situados en una urbanización a las afueras de Mungia.
De momento, hay otro comprador interesado en adquirir una de estas peculiares casas, aunque son muchos los que llaman para interesarse por la iniciativa. Pensadas para solteros, divorciados o parejas jóvenes, los promotores de la iniciativa, la empresa bilbaína ContenHouse, admiten estar “sorprendidos” por la acogida que está teniendo su idea. “No llama solo gente menor de 45 años, sino de más edad”, señala José Luis Santín, gerente de la compañía. La parcela suma 748 metros cuadrados y los propietarios tienen derecho a disfrutar de la piscina, el club social y la pista de pádel de la urbanización.
El proyecto incluye dos viviendas de 105 metros cuadrados y otras dos de 60
El único bloque previsto hasta el momento estará compuesto por dos casas de 105 metros cuadrados con terraza, que compartirán un salón de 53 metros cuadrados, y otras dos de 60 metros. El método de construcción permite ampliar las casas al gusto, sumando contenedores encima o junto a los anteriores, aunque hay que “avisar con antelación” para preparar la estructura.
Los contenedores, que pesan ocho toneladas cada uno, están revestidos externa e interiormente de materiales ecológicos, como fibra de madera flexible o yeso, que los aíslan del ruido de la calle y entre las habitaciones. “Hice la prueba con mi hermano y no se oía nada”, señala Gil.
Sumados todos los gastos, cada inquilino pagará de 160.000 a 190.000 euros
Acumuladores de calor proporcionan una temperatura interior adecuada con un consumo energético muy bajo. “Es como si pusieras a funcionar el secador de pelo; los usan en las estaciones de esquí”, explica Santín. La estructura ha superado la prueba de las bajas temperaturas invernales de Soria o Teruel. Los materiales pueden limpiarse con un jabón neutro y la cubierta dura en perfecto estado unos 50 años. Gil ha ayudado a diseñar el aspecto final de los adosados.
Los futuros propietarios adquirirán el terreno elegido —encontrar el más adecuado les llevó tres meses— y pagarán cada uno su parte, gastos de proyecto y licencias aparte. En total, las viviendas de 60 metros cuadrados cuestan en torno a los 55.000 euros. Una vez sumados todos los gastos, cada uno de los cuatro inquilinos abonarán entre 160.000 y 190.000 euros. Estos adosados se entregan con la cocina y el baño equipados.
ContenHouse empezó a investigar la viabilidad de este proyecto hace dos años y se constituyó como empresa hace uno. Compra los contenedores nuevos o seminuevos a agentes europeos por entre 2.000 y 4.000 euros. “La gente nos da ideas; nos han propuesto hacer txokos con este método”, apunta Santín. La cantante Isabel Pantoja usó uno de estos contenedores como camerino en una pasada actuación en Torremolinos (Málaga) y “quedó encantada”, indica Santín.
Al margen de este experimento de vivienda compartida, ContenHouse oferta bungalows unifamiliares de distintos modelos de entre una y tres habitaciones y txokos.
Los contenedores, esenciales en el transporte marítimo de mercancías, tienen una vida útil de entre 7 y 14 años. Una vez desechados siguen siendo aptos por su resistencia y estanqueidad. Hay casi una decena de tipos, con diferentes medidas y características. ContenHouse emplea unos cuyas medidas oscilan entre los seis y los 12 metros de largo, casi 2,4 de ancho y entre 2,4 y 2,7 de altura. Habilitarlos como vivienda obliga a llevarlos a una planta de procesado. Una vez allí, se desinfectan, lijan y repintan. Luego se prepara el suelo colocando el aislamiento e impermeabilizándolo, para más tarde colocar las conexiones eléctricas y canalizaciones.
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