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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Chaves

El 28-F es un buen momento para destacar el trabajo de la clase política andaluza con un reconocimiento expreso a Manuel Chaves

La celebración del Día de Andalucía a las puertas de las elecciones se erige, más que nunca, como una excelente ocasión de hacer balance de la senda autonómica que el pueblo andaluz decidió soberanamente emprender por sí mismo, sin ataduras ni tutelas. Un proyecto político que se ha visto materializado a lo largo del tiempo y que resulta absolutamente irreversible, a pesar de los intentos que se observan para descafeinar un proceso que desembocó en el Estado de las Autonomías y bajo cuyo modelo nuestra tierra ha conseguido las mayores cotas de desarrollo económico y social. Aquellos que a cuenta de la gravedad de la crisis actual aprovechan la oportunidad para cuestionar su propia existencia, apelando a instrumentos de gobierno ya periclitados y anclados en el más añejo de los centralismos, deberían refrescar su memoria y comprobar el elevado grado de entusiasmo e ilusión con el que los andaluces afrontaron esta empresa política que, a pesar de todo, les ha traído avances notables nunca antes alcanzados como pueblo con identidad propia.

Cierto es que de ese espíritu poco queda en la actualidad. El peso de la adversidad es tal, con más de un millón de parados, que cualquier tesis correctora se abre paso con suma facilidad buscando nuevas fórmulas con las que encontrar la salida a tanto desempleo. Es evidente, por ello, el riesgo que hay de que se trate de desmontar lo conseguido hasta ahora, en lo que sería un claro retroceso de incierto futuro y del que saldrían ganando los más poderosos, esto es, aquellos territorios que nunca vieron con buenos ojos que Andalucía tuviera las mismas aspiraciones de acometer su propio camino en condiciones de igualdad y sin privilegios para nadie.

Por tanto, de cara al 28-F que celebramos esta semana, no está de más alertar sobre esos peligros, y resaltar, también, el trabajo realizado por andaluces como aquellos a los que se distingue este martes. Pero, de igual modo, habría que destacar el trabajo en particular de la clase política andaluza, sí, la misma que se puso al frente de esas reivindicaciones que ahora se rememoran. Aunque, claro está, no todos podrán decir lo mismo ni presumir del pedigrí correspondiente por mucho que se reinventen biografías. Aquí se sabe dónde estaba cada uno cuando los andaluces reclamaban el aliento de todos. Y tampoco vendría mal un reconocimiento expreso a los que precedieron a Griñán y, en especial, a Manuel Chaves. Ahora que circula por otros territorios más alejados de los focos, preparando incluso su regreso a la universidad, se vería así, sin duda, mínimamente reconfortado por sus 19 años al frente del Gobierno andaluz. Si no lo hacen en este preciso momento los suyos, difícil será que lo hagan otros.

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