Un jugador clave en el centro del campo
Oyarzábal cimenta con su entrada en la dirección nacional su papel en la organización y la apertura del PP
Uno de los hechos que explican el papel actual que juega el PP vasco es la sintonía que han llegado a alcanzar su presidente, Antonio Basagoiti, y su segundo de a bordo, Iñaki Oyarzábal. Más si cabe teniendo en cuenta que este último no era el secretario general que Basagoiti prefería en el congreso de 2008 y tuvo que aceptarlo por cuota alavesa. Ahora se ha convertido en imprescindible.
“Tiene una visión que no es la de la endogamia propia del PP, pero siempre ha demostrado lealtad con la organización”, apunta un miembro relevante de la ejecutiva. Desde que con apenas 18 años entrase en política en el PDP, Oyarzábal (Vitoria, 1966) ha centrado su carrera, que en los primeros años compatibilizó con la gestión empresarial, en tareas de organización y dirección de campañas, lo que tradicionalmente se ha llamado un fontanero, que ha ido ganando importancia gracias a su labor.
Las principales gestiones, más o menos reservadas, que hace el PP vasco pasan hoy por sus manos, sea la interlocución directa con Rodolfo Ares desde que socialistas y populares firmaron en 2009 el pacto de gobierno, dibujar con Iñigo Urkullu la ejecutiva de Kutxabank o discutir la reducción de escoltas a los cargos públicos. La formulación pública del mensaje del partido ha llegado en múltiples ocasiones más o menos complejas de su mano.
Su llegada al núcleo duro de Génova le sitúa en un puesto clave en la gestión del final de ETA. Mantiene un excelente contacto con el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y su gabinete (“hablan de forma casi cotidiana”, dice un parlamentario), pero también con el Ministerio de Justicia. Y su sintonía es absoluta con el portavoz en el Congreso, Alfonso Alonso, con quien lleva toda la vida haciendo política.
Impecable en el trato y en su imagen, sus opiniones y su acción política y personal le han convertido en un referente de la renovación del PP tanto como le han granjeado la inquina de sectores duros del partido y de la ultraderecha mediática —sobre todo desde que fue uno de los primeros dirigentes en enfrentarse de forma abierta a Mayor Oreja y Maria San Gil—. Estos sectores han llegado a querer desacreditarle usando en su contra las mismas críticas a sus estudios que le lanzaban hace más de una década desde el nacionalismo por su defensa del castellano en la enseñanza.
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