Leni Riefenstahl hace cima

Leni Riefenstahl demostró que se puede ser perfectamente guapa y nazi. También que se puede ser una magnífica cineasta y nazi. Y que se puede compaginar sin problemas ser una grande aventurera y nazi. Esto mismo ya lo sabíamos porque lo hicieron otros grandes personajes de la aventura y paisanos pangermánicos de Leni, como por ejemplo el alpinista austríaco —que conquistó la cara norte del Eiger— y autor de la canónica Siete años en el Tíbet, Heinrich Harrer, que fue sargento de las SS, a pesar de que siempre aseguró que sólo se había puesto el uniforme el día de su boda (!), o el naturalista y cazador alemán Ernest Schäfer, líder de la expedición de las negras escuadras de Himmler también en el Tíbet con objetivos raciales poco tranquilizadores.

A Riefenstahl (1902-2003), la grandísima cineasta de filmes que forman parte de la historia del género documental como El triunfo de la voluntad y Olympia, consagrados, hélas!, a muscular, embellecer y alabar la ideología nazi, está dedicada una exposición que se exhibe en el Espacio Natura Unnim (Masía de Can Diez, calle de la Pradera, s/n) de Sabadell, desde domingo hasta el 8 de abril.

La muestra ofrece documentación, fichas técnicas, fotografías y comentarios de la propia y polémica directora berlinesa, sobre sus películas. No sólo los famosos documentales nazis sino los films de ficción que interpretó como actriz y los que ella misma rodó.

La exposición tiene la gracia de estar organizada por —con la Obra Social de Unnim Caja— la Fundación Festival de Cine de Montaña de Torelló. Cómo recordarán, el Festival de Cine de Montaña y Aventura de Torelló, actualmente Festival Unnim de Cine de Montaña, es uno de los principales del mundo en el género. Cada año, se exhiben y compiten algunos de los mejores filmes internacionales sobre actividades relacionadas con la montaña y la natura.

La exposición que nos ocupa se titula muy intencionadamente Leni Riefenstahl. De las montañas al infierno, y pone énfasis en la relación de la chica (que llegaría a centenaria, previa desnazificación, sin dejar de hacer cosas tan entretenidas como bucear o fotografiar negros imponentes) con el cine de montaña, un género muy popular en la Alemania de entreguerras. De hecho, se considera como creador del género el cineasta de Friburgo Arnold Fanck, con quien la joven Riefenstahl trabajó, aprendiendo a rodar fuera de estudio en las duras condiciones de la naturaleza más rigurosa (el que sin duda te debe de preparar para filmar un congreso del partido nazi). Riefenstahl fue protagonista de algunas de aquellas películas de precipicios y pasiones igual de vertiginosas, como La montaña sagrada (Der Heilige Berg, 1926), en que daba vida a Diotima, una bailarina cortejada por dos escaladores, que ya es tema. Leni empezó precisamente como bailarina hasta que un accidente la apartó del escenario. Después fue una consumada esquiadora y escaladora y le cogió gusto en el cine alpino, género del cual dirigió varias películas como Das blaue Licht (1932), y que además protagonizaba, con un actor que se decía Beni Führer!: toda una premonición.