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La clarividencia del atormentado

La viuda del gran Nicholas Ray recuerda en Valencia la valentía del director de ‘Johnny Guitar’. La Filmoteca de la Generalitat dedica un ciclo con un documental inédito

Ferran Bono
Susan Ray, en la cafetería Rialto del IVAC-Filmoteca, durante el encuentro con los medios de comunicación
Susan Ray, en la cafetería Rialto del IVAC-Filmoteca, durante el encuentro con los medios de comunicaciónTANIA CASTRO

Hay diálogos de películas que incluso decoraban las paredes de un local nocturno en el barrio del Carmen de Valencia. Diálogos que alguien suele repetir pretendiendo ser ingenioso, tal vez poético, quizá seductor. Pasa con Johnny Guitar. El uso reiterado, sin embargo, no le quita fuerza y viveza expresiva al diálogo interpretado por Joan Crawford y Sterling Hyden cuando, de repente, son evocadas de nuevo. Sucedió ayer con motivo de la visita a la Filmoteca de la Generalitat Valenciana de Susan Ray, la viuda y cuarta mujer del gran Nicholas Ray (1911-1979), el realizador de la mítica película.

—Johnny: ¿A cuántos hombres has olvidado?

—Vienna. A tantos como mujeres tú recuerdas.

—Johnny: ¡No te vayas!

—Vienna: No me he movido.

—Johnny: Di algo agradable.

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—Vienna: Claro. ¿Qué quieres que te diga?

—Johnny: Miénteme. Dime que me has esperado todos estos años. Dímelo.

—Vienna: Te he esperado todos estos años.

—Johnny: Dime que habrías muerto si yo no hubiese vuelto.

—Vienna: Habría muerto si tú no hubieses vuelto.

—Johnny: Dime que aún me quieres como yo te quiero.

—Vienna: Aún te quiero como tú me quieres.

—Johnny. Gracias (bebe). Muchas gracias.

Era una persona extremadamente sensible y tenía siempre las antenas puestas para captar los sentimientos de los demás

A Susan Ray, el diálogo le sigue pareciendo “maravilloso” y “a Nicholas le honraba que le gustara a tanta gente”. Johnny Guitar fue un auténtico taquillazo, con presupuesto de una película de serie B, lo que le abrió las puertas a la dirección de Rebelde sin causa.

Con menos dinero filmó el realizador de la hollywoodiense 55 días en Pekín su última película, la experimental e inacabada We can’t go home again entre 1971 y 1976. Lo hizo con sus alumnos de arte y con el guión de su mujer. En el ciclo que proyecta la Filmoteca hasta el 2 de mayo se proyecta, además de la mayor parte de su filmografía, una copia restaurada de este filme, así como Don’t expect too much, el documental que realizó hace dos años Susan Ray sobre el cineasta de quien Godard dijo: “Ray es el cine”.

En las biografías, se suele destacar la tormentosa vida de Nicholas. Su difícil relación con su padre alcohólico, sus mujeres (entre ellas la actriz Gloria Grahame, con la que tuvo su segundo hijo. La actriz se casó después con el primer vástago de Ray, con el que tuvo otro hijo), su desesperación por la muerte de James Dean, su supuesta bisexualidad o sus adicciones al alcohol y al juego. Win Wender describió los últimos meses de la vida de su admirado Ray, ya enfermo de cáncer, en el documentado Relámpago sobre agua tras darle un papel como actor en El amigo americano.

“¿Atormentado?”, Susan Ray se muestra reflexiva: “Todo el mundo de un modo u otro está atormentado. Tal vez, Nicholas era más sincero que nosotros a la hora de no ocultar los sentimientos. Era una persona extremadamente sensible y tenía siempre las antenas puestas para captar todas las cosas del corazón, de los sentimientos de los demás y además era muy clarividente sobre el futuro, sobre el devenir de nuestras vidas y eso es una forma dolorosa vivir. Sentir el dolor de los demás y ver el terrible futuro, así como los propios demonios personales... Quizá todo esto le permitía comprender los sentimientos de los demás y sentir compasión”.

Fue un adelantado. Vio ciertas tendencias sociales y culturales antes que el resto

“¿Que cómo era? Era un persona muy valiente intelectual y moralmente, y extremadamente difícil, aunque eso no importa. Sus impulsos eran muy humanistas. Hay gente que sólo se interesa por los chismes y tal vez no quiere saber cómo era y cómo se preocupaba por la gente”, añade.

Nicholas Ray tenía un talento fuera de dudas. Ya como estudiante de arquitectura llamó la atención de Frank Lloyd Wright, si bien su vida artística siguió por otros derroteros. El cineasta Elia Kazan le dio su primera oportunidad como ayudante de dirección y de él cogió el método de llevar a los actores hasta el límite. Su debut como realizador Los amantes de la noche (1949) tiene momentos extraordinarios, además de la primera toma cenital hecha desde un helicóptero. En Los dientes del diablo (1960) abordaba ya cuestiones medioambientales.

“Fue un adelantado a su tiempo”, dice su viuda. “Vio ciertas tendencias sociales y culturales antes que el resto, como el materialismo, el solipsismo o los peligros de la tecnología”. El ciclo de la Filmoteca es una oportunidad para constatar la clarividencia del atormentado Nicholas Ray.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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