Nace un nuevo museo de arte
El ingeniero y coleccionista Félix Cañada dona a la Escuela de Minas 518 obras valoradas en siete millones que compendian la historia cultural de Europa
Acaba de nacer un nuevo museo en Madrid. Atesora más de 500 obras de pintura, escultura, grabado, dibujo, cristal, cerámicas y bronces art nouveau. Las mejores piezas proceden de manos tan excelsas como las de los barrocos Alonso Cano, Valdés Leal y Giovanni Batista Castello, El Bergamasco; de bodegonistas como Juan van der Hamen, Arellano o Juan de Zurbarán; tallistas como Félix de Zayas, discípulo de Pedro de Mena, o Luis Salvador Carmona; pintores románticos como el francés Ingres o los ingleses Thomas Lawrence y David Roberts; o bien historicistas, modernistas, impresionistas y paisajistas españoles como Antonio Gisbert, Martínez Cubells, Joaquin Mir, Francisco Iturrino, Joaquín Sorolla, Ignacio Pinazo, Ramón Casas o Carlos de Haes, entre muchos otros. Su repertorio compone un verdadero recorrido por la historia del Arte europeo: sacro, profano y suntuario, en formatos de paisajes, retratos, veduttasy marinas de calidad excelente, con técnicas que abarcan del óleo al temple, además de acuarelas o pasteles, como el ubérrimo retrato del Duque de Devonshire, del británico Thomas Lawrence, pintado hacia 1800. Regenta el museo la Fundación Gómez-Pardo, de la Escuela Superior de Ingenieros de Minas, recipiendaria de una donación sin precedentes en la historia de la filantropía española.
El museo lleva el nombre del mentor y donante de sus obras, Félix Cañada —nacido en Segovia en 1925— amante del arte y coleccionista de excepción, además de ingeniero de Minas. Precisamente por ello, quiso donar su extraordinaria colección, acuñada durante más de 60 años, a la Escuela Técnica Superior de la calle de Ríos Rosas, donde estudió e impartió clases como geoquímico. Su donación, valorada en unos siete millones de euros, compone una de las colecciones privadas más ricas de España y puede ser contemplada de manera gratuita a partir de ahora en la sede del museo, frente al magno edificio del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco de la Escuela de Minas, decorado en su exterior con dos espléndidos frisos de cerámica de Daniel Zuloaga.
La donación compone una de las colecciones privadas más ricas
Félix Cañada, miembro de una familia castellana de honda raigambre, comenzó su colección pictórica en El Rastro madrileño donde, en plena mocedad y en tiempos precarios, adquirió una pintura de Aureliano Beruete, compra por la que entonces sería reprendido en su casa. Empero, tras proseguir sus estudios y, ya como ingeniero, se dotó de una fortuna considerable que dedicó casi por completo a la adquisición de obras de arte. Una de sus adquisiciones más valiosas fue un par de tablas románicas del siglo XI, que conservan su primitiva policromía. En sus compras le guiaba un refinado buen gusto, que cultivó en numerosos viajes. Residió algunos años en Rusia, donde desarrollaría su vocación musical. Hoy Cañada, a sus 87 años, sigue tocando el piano, entre otras muchas actividades.
Tras una primera aproximación a la fundación Gómez-Pardo, Cañada decidió donar toda su colección a la Escuela de Minas. Este bellísimo edificio decimonónico, uno de los más singulares de Madrid, que alberga además el Museo Geominero, permitía imaginar una específica sensibilidad artística de los ingenieros de Minas. Pero hoy, su formación humanística “deja mucho que desear”, según docentes universitarios. La Fundación Gómez-Pardo, surgida del legado de dos ingenieros en 1873 y cuya gerencia ejerce Alfonso Maldonado, se propone reestimular a los estudiantes y egresados de Minas en particular —y al público madrileño en general— con esta oferta artística.
A los exalumnos les permitirá mantenerse en contacto con la Cultura y las Humanidades, “de modo que no pierdan nunca os vínculos con el centro en el que se formaron”. Así lo explica Alfonso Maldonado, ingeniero geólogo, director de la Escuela Técnica Superior de Minas entre 1999 y 2008 y gerente de la Fundación Gómez-Pardo. Maldonado cree que esta apuesta “generará además nuevas vocaciones de donantes”. Ha encomendado al también ingeniero-y retratista- Carlos Gómez Herce la rectoría del flamante museo. Como dato de la rica diversidad del ajuar de este museo cabe resaltar un piano centenario Steinway, propiedad del mecenas donante, que hoy exhibe en una sala del centro. Los fondos del museo itinerarán por distintas universidades. Recorrer el recinto de la calle de Alenza brinda al visitante la sensación de hallarse en un grato hogar donde el arte se hospeda y se remansa para ofrecer, serenamente, el gozo de su contemplación.
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