Reyes y príncipes del deporte
Lo malo de no ser el deporte rey es que los éxitos como mucho aspiran a ser principescos. Son como éxitos herederos, nunca ponderados como los del deporte rey (sea el que sea en cada país) salvo en extrañas circunstancias. Cantaba Serrat que cuando duerme el rock & roll, cuando se afloja el cinturón, resurgen el bolero, el pasodoble, la guracha y el chá, chá, chá. Al baloncesto le ocurre, que cuando duerme el rey, despiertan los príncipes y se dan un garbeo por Juegos Olímpicos, Campeonato del mundo, Euroliga, Liga o Copa. Y luego de vuelta a la sala de estar a ver caer la tarde.
El baloncesto vasco vive el mejor momento histórico de toda su vida. El Baskonia ha sido y es el mejor soporte del basket en Euskadi. Ha ganado ligas, copas, ha disputado varias final four, ha dado pátina a un deporte singular, no tan condenado (aunque también) al mano a mano entre Barcelona y Madrid. Y, sin embargo, se ha notado menos de lo justo.
Baskonia, Bizkaia y Lagun Aro firmaen el mejor momento del baloncesto vasco
El año pasado, el Bizkaia hizo algo que al deporte rey le hubiera lustrado su corona: disputó, nada más y nada menos, que el título de Liga frente al Barcelona. Y, sin embargo, pudo parecer un trámite, como una prolongación sin más del campeonato.
El Lagun Aro, supuestamente destinado a mantener la categoría, viene de disputar la Copa del Rey en Barcelona, donde el hecho de estar significaba la realidad de ser alguien en el baloncesto español.
Hoy el Gescrap disputa un partido memorable en la máxima competición europea, frente al Montepaschi, uno de los cuatro principales equipos continentales. Y Miribilla piensa que se puede ganar. Y se disputa una plaza contra el Real Madrid, reciente campeón de Copa del Rey y con una diferencia presupuestaria considerable. Bilbao sueña con un enfrentamiento en octavos de final de la Liga Europa de fútbol contra el Manchester United. Pues, bien, el Bizkaia juega contra el Manchester hoy en Miribilla, pero en la liga de Campeones del basket
Quizás hace falta más tiempo para interiorizar lo que el baloncesto está significando en una comunidad de 2,2 millones de habitantes, casi totalmente polarizada por el brillo de la corona del deporte rey. Porque una cosa es no morir de éxito, y otra, muy distinta, renunciar a disfrutarlo.
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