Páginas con vida propia
Cada libro puede ser una aventura. Sobre todo si se fabrican a mano, con materiales reciclados. Como Meninas Cartoneras, un pionero proyecto editorial
Cuando la escritora colombiana María Paz Ruiz Gil vio la primera edición de su libro de relatos, Micronopia, se encontró con que cada uno de los ejemplares de la tirada tenía una portada diferente. “Fue emocionante”, dice la primeriza autora de 33 años. La editorial Meninas Cartoneras había dado a luz a un nuevo título utilizando, una vez más, solo cartón reciclado, cola, hilo y, sobre todo, mucho talento y amor por los libros.
Desde noviembre de 2009, Meninas Cartoneras viene haciendo de la edición de libros una verdadera aventura artesanal. “Tratamos de que todos los materiales sean reciclados, de la calle, papeles murales, revistas, incluso algunos objetos como botones o naipes”, afirma Alfonsina Ramírez, chilena de 30 años, una de las responsables de este proyecto editorial que fue el primero en España y a la que le han seguido otros como Paquita Cartonera en Barcelona o Cartonerita Niña Bonita en Zaragoza. La génesis de esta novedosa forma de hacer libros se dio en Argentina cuando, frente a la crisis de 2001, mucha gente de la clase media se quedó sin trabajo y comenzó a reciclar cartones para venderlos al peso. Así se fundó Eloísa Cartonera, la pionera en América Latina. “Aquí en España tiene una connotación distinta”, dice Carolina Espinoza, encargada de hacer la primera criba de los textos que se reciben. “Aquí tiene un carácter más contracultural y ecológico. Nosotras no dejamos de lado el compromiso social y la estética, pero lo más importante es la literatura y la calidad de los textos”.
El nombre Meninas, que en portugués significa niñas, se lo puso una amiga brasileña. “El hecho de que todas seamos mujeres es pura coincidencia”, dice Silvia Ramírez, bogotana que también encabeza el proyecto.
La editorial tiene tres vertientes. La primera de ellas, “la de publicar a autores noveles, con talento y que conecten con nuestra línea editorial”, dice Espinoza. “La segunda es la de llamar a autores consagrados que quieran cedernos los derechos de una obra, como el caso de Santiago Roncagliolo, que este año sacará un ensayo. Y la tercera, la de publicar textos de interés general, como recetas, o discursos”. En todos los casos los textos no deben ser muy largos: “Hay que tener en cuenta que el papel que va en el interior es fotocopiado”. Cada libro puede tardar dos horas en hacerse, y una edición de 150 ejemplares, uno o dos meses.
Además de la edición de libros están los talleres que las editoras realizan periódicamente. Los alumnos se llevan a casa un libro hecho por ellos mismos. “Acabamos de llegar a un acuerdo con el Instituto Cervantes para impartir talleres en el exterior”, afirma Carolina Espinoza.
En los poco más de dos años que llevan con el proyecto, las Meninas han publicado 14 títulos. El próximo miércoles presentarán en el café Molar (Ruda, 19) dos nuevos títulos, Lindbergh, del reconocido escritor peruano Iván Thays, y Spam, del poeta argentino Rafael Otegui.
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