Hacia el PCTi 2020: Producción molecular e ingeniería climatológica
El Plan de Ciencia Tecnología e Innovación (PCTi) 2015 aprobado recientemente por el Gobierno vasco identifica una serie de capacidades transversales que pueden y/o deben servir como palancas para sostener y desarrollar ciertas áreas de focalización para la CAPV. Es positivo que entre esas capacidades transversales se haya incluido la “fabricación avanzada”, que el plan asocia a la obtención de características best in class: alta calidad, fiabilidad, productividad, coste-eficiencia, etcétera de procesos y maquinaria necesarios para la manufacturación.
Para empezar, porque verdaderamente puede constituir una palanca que facilite el desarrollo de las áreas trazadas en el plan, como transporte y movilidad o energía, y porque tiene “relevancia sistémica”, como diría Angela Merkel. Además, la riqueza del País Vasco en actividades industriales e I+D en el sector de máquina-herramienta hace que la fabricación avanzada sea una elección lógica e inteligente y pueda servir como catalizador para que este sector genere aún más valor añadido y puestos de trabajo con proyección de futuro.
Aun así, la trascendencia de la fabricación avanzada puede ir más allá de lo que se puede entrever en el PCTi2015, que se centra en la mejora continua y el perfeccionamiento de operaciones en entornos industriales y en apoyar el desarrollo de otros sectores y tecnologías sofisticadas. Si se combina la fabricación avanzada con la nanotecnología, por ejemplo, se puede llegar a la llamada producción molecular vía aparatos que son como fábricas en miniatura que producen y ensamblan componentes a escala molecular. Estos no sólo pueden tener salida en entornos industriales, sino que también pueden entrar más directamente en nuestra vida cotidiana, y es aquí donde su impacto puede ser mayor o más radical si cabe, ya que permitiría que cada uno fabricara lo que quisiera de manera customizada. O que llevara su diseño a puntos de fabricación, tal y como hoy vamos a un supermercado o a una imprenta. Esto daría cabida a nuevas formas de producción y consumo, y reforzaría el fenómeno de los prosumers (consumidores que a la vez son productores).
Esta forma de fabricación avanzada facilitaría prácticas de autoproducción y autoabastecimiento y mitigaría el consumo de recursos naturales y la creciente escasez de materias primas. De hecho, permitiría producir lo que se quisiera, donde, cuando y cuanto se precisara: sin despilfarros de material o movimientos logísticos innecesarios. En este sentido, cabría estudiar la producción (e ingeniería) molecular como exponente de la fabricación avanzada y analizar las posibilidades de posicionamiento de la industria vasca en esta área.
Es verdad que hoy en día ya existe la posibilidad de imprimir en tres dimensiones (3D), pero a pequeña escala y a un alto coste, ofreciendo posibilidades limitadas y enfocado sólo hacia algunos nichos profesionales. Sin embargo, puede que pronto se vea un progreso sustancial en este campo. En este contexto, las regiones con un fuerte posicionamiento en el sector de máquina-herramienta están bien posicionadas para jugar un papel importante, sobre todo si existen programas e infraestructuras de apoyo para ello, como es el caso del PCTi 2015 y marGune.
Otra posible área de focalización a tener en consideración de cara a futuros planes de ciencia y tecnología podría ser la ingeniería climatológica. Aunque se trate de un área embrionaria todavía, puede ofrecer amplias posibilidades de desarrollo. Y dada la presencia en la CAPV de varias empresas líderes en energía eólica y solar, la industria y el sistema de innovación vascos podrían enfocarse en tecnologías para la eliminación de dióxido de carbono o la gestión de radiación solar. Esas tecnologías pueden tener mucho futuro, sobre todo si no se logra reducir la incidencia del ser humano en el medio ambiente.
Bart Kamp es director del área de estrategia de Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad.
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