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GALLEGOS EN LA ESCALERA|RETRATOS DE XURXO LOBATO

Fernández Lores, el pulso de Pontevedra

El alcalde ausculta y diagnostica la ciudad con la misma precisión que con sus pacientes

Miguel Anxo Fernández Lores, en la escalera de la plaza de la Verdura de Pontevedra.
Miguel Anxo Fernández Lores, en la escalera de la plaza de la Verdura de Pontevedra.XURXO LOBATO

Me sorprendió la llamada. Regresaba yo de unos días de reflexión. Políticamente lejanos, quizá socialmente mucho más cercanos, con inquietudes zurdas comunes y un pasado de bata blanca que nos une, formación académica, el humanismo que enseña la profesión médica, convivencia, respeto social y la idea común de hacer que el mundo sea un poco mejor.

Miguel Ángel Fernández Lores, es sobre todo, Lores, a secas, y desde el balcón del Ayuntamiento ausculta y diagnostica el día a día de la ciudad con la misma precisión que antes lo hacía con sus pacientes del ambulatorio. Ha convertido Pontevedra en una moderna capital, transformada, reconstruida con detalle. En la historia queda el Plan Urban que consiguió Juan Luis Pedrosa. En los últimos trece años Lores ha dibujado un modelo de ciudad, lo ha peleado sin engañar a nadie y se ha ganado el respeto de todos, más allá de su propio partido, simplemente porque confían en él, con sus luces y sus sombras. Como ocurre cuando en medio de la penumbra Pontevedra aparece perfectamente iluminada, con la dosis adecuada de claroscuros que hacen que esta urbe sea diferente y referente. Ciudad que muchos llevamos dentro, donde se llevan los grandes amores del alma, no siempre comprendidos, no siempre correspondidos.

A veces me lo encuentro paseando, metido en su abrigo azul. Camina despacio y se para a charlar, se muestra cercano, pregunta, quiere saber cómo se ven las cosas, qué se piensa. Aparece joven, maduro y reflexivo; a veces pasional, otras lleno de ironía y retranca; en la distancia corta, gana.

Dicen que tuvo una mili muy castigada, que es un maestro en los fogones en casa, que cuando estudiaba Medicina, si coincidían exámenes y política, los primeros podían esperar. Los domingos se viste de granate. En Pasarón su hijo Caco es capitán del equipo; Lores padre sufre, tal vez añora su pasado de portero del Villalonga. Cree en el deporte. Se vuelca. Triatlón y vuelta ciclista lo confirman.

Con el reconocimiento a Gráficas Torres se ganó el respeto de una generación de intelectuales que muchos tenían olvidada. Allí se editaron en los años cincuenta los diarios Ciudad, litoral y la colección Benito Soto. Bajo la dirección de mi abuelo Víctor Torres, allí estaban Celso Emilio Ferreiro, Cuña Novás, Negreira, y José Luis Peláez, coordinados por un jovencísimo Sabino Torres (referencia personal y diaria en las cosas importantes de mi vida).

Su modelo de bipartito con Tere Casal es de lo mejor que ha funcionado en Galicia, y en TVG, el coruñés, Carlos Negreira, le reconocía muchos logros de Pontevedra. Se lleva bien con Rafa Louzán. Parece haber encontrado batuta y partitura para entenderse con todos.

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¿Y el futuro? Con un gobierno, provincial, regional y nacional de color azul gaviota, Lores representa para muchos el último bastión, la última fortaleza a defender. En los próximos años Pontevedra deberá resolver importantes problemas de infraestructura que un presupuesto municipal solo no puede defender. El desarrollo será tarea de todos. Lores deberá sacar a relucir toda su cintura política y habilidad para el consenso, los demás también deben saber que tienen obligaciones que los ciudadanos demandan. Es ahí donde deberían encontrarse, gallegos que suben la misma escalera, Madrid no queda tan lejos. Recordad que lo importante no es la meta, es el camino.

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