El núcleo duro del baltarismo prepara la retirada
Baltar abandona mientras la Fiscalía investiga la legalidad de cientos de contratos
No hay más recambio que Baltar para Baltar. No hay más postulantes. La transición a la presidencia de la Diputación estaba atada antes del comité de dirección que se celebró ayer tarde. La novedad, asumida desde hace tiempo, es que habrá un nuevo baltarismo: la perpetuación de la saga, pero con otros modos y otro estilo. Posiblemente, también con otras caras. Y, posiblemente, también con desbandada. El núcleo duro del presidente dimisionario anuncia veladamente su decisión de retirarse. Su “cansancio”.
“Haré lo que diga Baltar padre, soy absolutamente leal a él”, resumía ayer a este diario el sentimiento de lealtad generalizada de sus alcaldes para aceptar a su hijo, el portavoz del Grupo Popular en la Diputación de Ourense, Plácido Álvarez, regidor de Muíños. También anunciaba su “cansancio” sus “muchos años de entrega” y su “ambición cumplida”, evidenciando su deseo de poner fin a una etapa. “Tengo mis aspiraciones colmadas, ahora solo quiero tiempo para mí y para los míos, aunque ya le dije a Baltar que estaba a su disposición”. Y concluye: “José Manuel \[Baltar Blanco\] será un gran presidente; tiene mucha más preparación académica que su padre y otros valores distintos: pondrá su propio sello”.
Los fieles al último barón del PP gallego siguen estando a sus órdenes incluso después de que se haya retirado. En este caso, para aceptar a su vástago (como ya lo hicieron en el congreso provincial de 2010) como presidente de la Diputación, aunque para ello sea necesario saltarse todos los mecanismos habituales.
"Su hijo tiene más estudios y distintos valores: pondrá su propio sello"
Tanto el vicepresidente de la Diputación, Rosendo Fernández (el relevo natural al presidente en cualquier institución al uso) como el portavoz del grupo (el siguiente en el orden para esta sucesión) se descartan de antemano. Baltar testó dejando a su hijo el legado completo en la provincia y no encuentra obstáculo entre los suyos. “Estoy muy triste, se va un amigo de los de verdad; de esas pocas personas que saben darlo todo por los suyos”, resume Álvarez las características del “cacique bueno” que llenó de cargos y militantes del PP las dependencias de la Diputación hasta desbordarla.
El “cacique bueno” se retira de la política sin mácula judicial, pero sometido a una investigación por la Fiscalía que hace apenas unos días requirió de la Secretaría de la institución datos sobre algunos de los cientos de contratados supuestamente ilegalmente, lo que aún podría costarle una imputación.
Baltar se retira cansado, con mala salud y, sobre todo, presionado por la ambición política de su hijo y heredero político a quien los baltaristas de toda la vida (alcaldes de la época, formación y estilo directo y campechano del progenitor) miran con recelo, pero dispuestos a cumplir la palabra dada —en la mayor parte, a cambio de empleos para ellos mismos o los suyos en la institución pública— a su progetinor.
El nuevo baltarismo comenzó ayer, con la emoción contenida de los fieles al creador de la saga y su renuncia a hacerle sombra al hijo en su viaje al poder político a manos llenas en la provincia. “No seré yo ahora quien me postule \[para la presidencia de la Diputación\] cuando hace meses tomé la decisión de renunciar al Parlamento con el objetivo que me propuse: hacer oposición municipal, que buena falta hace”, explicó a este periódico el vicepresidente de la Diputación y también del PP ourensano, Rosendo Fernández.
Fernández, brazo derecho de Baltar Blanco, reconoce que “superar la credibilidad como político de José Luis Baltar es muy difícil”. Pero, baltarista de la segunda generación, cree que su sucesor, sea quien sea, “trabajará incansablemente para mantener el mismo grado de satisfacción de los alcaldes”.
No solo renuncian él y Álvarez a la línea sucesoria que les correspondería. El regidor de Nogueira (municipio fetiche de Baltar) a quien corresponde cubrir la vacante que deja el presidente provincial en la Diputación, se pone “a disposición” de Baltar Blanco, para dimitir y despejar el camino de su jefe provincial (el suplente segundo) hacia el baltarismo que viene.
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