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La larga espera del Museo de Cádiz

La ciudad prevé desde hace tres décadas ampliar sus salas expositivas. Las instalaciones, que se dividen en partes dedicadas a las bellas artes, la arqueología y la etnología, están en obras

Un aspecto del Museo de Cádiz
Un aspecto del Museo de CádizEDUARDO RUIZ

La plaza de Mina lleva largo tiempo custodiando el arte de Cádiz. Era una huerta pero después fue academia, museo y conservatorio. Ahora su edificio principal es el Museo de Cádiz, propiedad del Ministerio de Cultura y gestionado por la Junta de Andalucía. En 2012 se cumplirán 32 años desde que se diseñó su ampliación, y aún hay pendiente una tercera fase de obras que pretende ser definitiva para exhibir el pasado artístico gaditano y garantizar su futuro. Pero los recortes económicos auguran que la sombra de la espera será alargada.

El Museo de Cádiz como hoy se conoce nació en 1970 al fusionar el de Bellas Artes y el Arqueológico y 10 años después se le encargó al fallecido Javier Feduchi un proyecto de renovación que diseñó en tres fases. La primera, el ala occidental y los servicios internos, se inauguró en 1984. La segunda sirvió para rehabilitar las salas expositivas y recuperar el patio central, sede de innumerables actividades. En 1990 se dividió el museo en tres partes: bellas artes, con obras de Zurbarán y Murillo; arqueología, con los sarcófagos fenicios y estatuas romanas como emblema, y etnografía, con un espacio a los títeres de la Tía Norica.

Entonces quedó pendiente la tercera fase, que suponía incorporar al museo la actual escuela de artes, anexa al edificio principal, donde se forman todavía los jóvenes talentos. Y esa espera continúa hoy. 2012 verá, por fin, salvo sorpresa, el traslado de esos estudiantes y los del conservatorio y la escuela de danza a la nueva Casa de las Artes, construida por la Consejería de Educación en el barrio de Astilleros, uno de los pocos inmuebles que sí estará listo para el año del Bicentenario de la Constitución de Cádiz. Es la vía libre que se esperaba y que impedía aplicar el plan director presentado en 2007.

Visión de una de las salas del Museo de Cádiz.
Visión de una de las salas del Museo de Cádiz.EDUARDO RUIZ

Una larga promesa

Es el viejo y largo sueño. Y está sobre un papel dibujado. Cuenta con una sala de exposiciones temporales, un salón de actos, una cafetería o un área de actividades didácticas. También está sobre el papel la promesa de un nuevo discurso y montaje expositivo que renovará el ya anticuado de 1990. Ese papel también se marca como reto solucionar la mala adecuación de los almacenes, proveer de climatización todo el edificio y eliminar los problemas de acceso a algunas piezas.

La Casa Pinillos ha aumentado el espacio expositivo de la capital

En medio de la espera, se ha cruzado la Casa Pinillos, un edificio también en la plaza de Mina, justo en una esquina contigua al museo. En 2005, Carmen Martínez de Pinillos, heredera de una familia dueña de una de las navieras más importantes de la ciudad, legó en su testamento que su casa, en el número 6, fuera utilizada para ampliar las instalaciones del museo gaditano. El arquitecto Francisco Reina ha sido el encargado de adaptar este inmueble terminado de construir en el siglo XVIII a un uso expositivo. El proyecto permite todavía conocer la forma de vida de la burguesía mercantil gaditana. Todo en torno a un patio y una torre mirador.

La Casa Pinillos pudo inaugurarse hace tres meses. Su incorporación ha sido una inesperada pero agradecida aportación de espacio expositivo para Cádiz, que se ha podido abrir justo para albergar algunas de las exposiciones previstas dentro de la conmemoración del Doce. Durante los primeros 10 días de apertura fue visitada por más de 4.000 personas, según el balance de la Consejería de Cultura.

Más información
Informe sobre la inauguración de la Casa Pinillos

 La Casa Pinillos costó casi cinco millones de euros, lo que hace poco probable que los nuevos responsables del Ministerio de Cultura consideren prioritario volver a invertir en una nueva ampliación del Museo de Cádiz hacia la Escuela de Artes. Ahora el principal enemigo de ese sueño será el paso del tiempo, el vacío y el abandono del edificio, en cuyo patio se levanta un emblemático drago. Se le podría dar un uso provisional pero los que saben del museo abogan por que no se busquen medidas de ese tipo. Recuerdan que sacar a los alumnos de la Escuela de Artes ha costado 30 años.

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