Un almanaque centenario muy útil

Ni azafatas con poca ropa, ni bomberos musculosos, solo consejos útiles. El calendario más tradicional, que ya se hacía cuando no estaba de moda que todo el mundo los hiciera, cuenta con más de siglo y medio de vida cumpliendo con su cita anual. Es el Calendari dels pagesos, una revista que explica cuáles son los ritmos de la agricultura, los calendarios de ferias, cuándo son las fiestas mayores, los mercados semanales de Cataluña, las predicciones meteorológicas, datos astronómicos como son las fechas de los eclipses de todo el año y la visibilidad de los planetas y el santoral religioso anual, todo ello aderezado con un buen puñado de refranes populares, que casi todos hemos oído pero pocas veces sabemos recitar perfectamente.

Juan Bermúdez hace años que conoce y usa el calendario, y muchos más que cultiva un pequeño huerto que tiene junto a su casa de Esparreguera, (Baix Llobregat). “No lo he comprado nunca, pero mis hijos hace años que me lo regalan, porque saben que solo me gustan los regalos prácticos, y este lo es”, comenta este jubilado que trabajó como bombero de la empresa automovilística Seat durante décadas y que no para de plantar patatas, pimientos, cebollas, judías y zanahorias en su pequeño terreno, además de recoger los frutos de unos cuantos árboles: una higuera, un manzano, dos perales, un cerezo, un palo santo y media docena de olivos, además de la media docena de huevos que ponen a diario sus preciadas gallinas.

“Indica el momento en que hay que plantar cada especie, cuando se ha de recoger la cosecha o podar los árboles, por lo que siempre lo tengo en cuenta. Ahora se lleva lo de consumir productos de cercanía, aquí siempre hemos sabido mucho de eso, ya que todo lo que da la tierra nos lo acabamos comiendo, y si da mucho, mi mujer y yo hacemos conservas para consumirlo cuando queremos”, asegura Juan, sin saber que ahora a eso se le llama ahora kilómetro 0 y que es uno de los principales valores en los que se basa la filosofía Slow Food.

Una de las novedades que presenta la edición de este año de la revista, de la que se ponen a la venta unos 76.000 ejemplares al precio de 2,70 euros en 1.300 puntos de venta de toda España —sobre todo en Cataluña— es el Calendario de las frutas de temporada. Mediante una detallada cronología se explica con detalle, mes a mes, cuál es la fruta que se produce dentro del territorio más cercano al consumidor, por ejemplo: en enero, las naranjas navel; en abril, las cerezas; los albaricoques, en junio y las manzanas, en septiembre: primero las rojas, luego las reinetas y, finalmente, las golden.

Además de las secciones clásicas, el calendario cuenta con aportaciones como las del Juicio del año, en la que se hace un resumen humorístico, y en verso, de los temas más destacados de todo el año, desde la revolución en los países árabes, los triunfos del Barça hasta la crisis económica. Un segundo artículo intenta abordar las principales causas de la crisis alimentaria mundial, motivada por el aumento de los precios de los productos y, el último, nos acerca al mundo de las trementinarias, mujeres del valle de la Vansa i Tuixent que vendían de forma ambulante hierbas medicinales, aceites y bolets.

El año pasado, con motivo del 150 aniversario de esta popular y modesta publicación, se hizo una edición especial y se montó una exposición que circuló por un buen número de localidades catalanas.

El Calendario del pagès y el Calendario del ermitaño de los Pirineos son los últimos exponentes de una tradición editorial de calendarios populares que tuvo su época pero que ahora casi se ha extinguido, si bien todas ellas son unas de las más antiguas publicaciones en catalán que se siguen editando. Quienes lo hacen posible son los hermanos Tomàs, tras coger el testigo dejado por su padre, Estanislao Tomás, un ingeniero metalúrgico que en 1975 compró los derechos de la publicación. Desde hace poco tiempo, como no podía ser de otra forma, el calendario también es posible encontrarlo en Internet, en la página www.calendaridelspagesos.cat.