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La dación en pago gana crédito

Bankia salda una hipoteca en Salt con la entrega del piso Las entidades aceptan esta opción cada vez en más casos

Hassane Jalow, el jueves, en el piso que ayer entregó al banco.
Hassane Jalow, el jueves, en el piso que ayer entregó al banco.PERE DURAN

Hassane Jalow cuidaba vacas en Gambia. En 2002 decidió seguir a su hermano, instalado en Salt (Gironès) en busca de nuevas oportunidades. Ahora tiene 32 años y ayer entregó las llaves de su piso a Bankia porque ya no puede hacer frente a la hipoteca que le brindó la antigua Caixa Laietana. El banco acepta quedarse con el piso a cambio de liberar a Hassane de todas las deudas: una hipoteca de 182.000 euros, un préstamo con garantía hipotecaria de 12.000 euros e incluso los 1.800 euros que debía a la comunidad de vecinos. Él se siente aliviado, aunque su situación no es fácil. “Estoy sufriendo. No tengo trabajo ni nada”, explica en un precario castellano.

En casos como los de Hassane, al borde de caer en la exclusión social, los bancos prefieren ahorrarse el engorroso y costoso proceso de ejecución hipotecaria. “Si ven que van a tener muy difícil cobrar la deuda, les sale más a cuenta aceptar la dación”, dice Marta Afuera, miembro de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Girona. A cambio, renuncian a reclamar deudas pendientes, algo que pueden hacer cuando los pisos salen a subasta. En esos casos, y si no se presenta ningún comprador, por ley, las entidades pueden adjudicarse la propiedad por el 60% del valor inicial de tasación. Si ese valor es inferior a lo que les adeuda el ejecutado, le pueden reclamar la diferencia aun después de que este entregue las llaves.

La PAH considera que no debería ser legal que los bancos se queden los pisos en propiedad por solo el 60% de la tasación. “Los bancos deben ser responsables de sus actos propios y asumir la tasación que en su día hicieron y que consta en las escrituras”, afirma Martí Batllori, abogado de la PAH.

Hassane compró el piso en 2006 a una agencia inmobiliaria de Salt que ya no existe. Llevaba tres años trabajando sin contrato en el campo hasta que ese año, ya con los papeles en regla, logró dar el salto a una empresa cárnica de Banyoles. El piso, en una zona popular, tiene 86 metros cuadrados y 4 habitaciones. La hipoteca se firmó por 182.000 euros y Hassane puso a su hermano como avalista. “Vino con su mujer y su hijo a vivir conmigo”, dice.

Las primeras cuotas eran de 700 euros al mes, pero en 2008 saltaron a 1.000. “Entonces trabajaba como albañil y cobraba 900 euros”, explica. Hassane fue a hablar con el banco para buscar una solución. El banco le ofreció una nuevo crédito de 12.000 euros para cubrir la parte de los pagos que no pudiese afrontar. El acuerdo era que durante un año solo pagase intereses. Luego las cuotas se reducirían a 750 euros. Seguía siendo demasiado: “Iba metiendo lo que tenía, 400 o 500 euros al mes”, cuenta.

El castillo de naipes se derrumbó cuando perdió el trabajo, en marzo. Dejó de pagar y ofreció a Bankia entregar las llaves a cambio de saldar sus deudas. El banco realizó una nueva tasación por 114.000 euros y aceptó la dación, que se firmó ayer. En ese documento, consta que la deuda es de 114.000 euros, a pesar de que en realidad él debía mucho más.

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A Hassane se le ha acabado el paro y cobra 400 euros de renta mínima. Cuando le llaman va al bosque a recoger piñas para luego venderlas, pero logra muy poco dinero. En verano volverá a Gambia a ayudar a su hermano, que ha vuelto a su país de origen a trabajar la tierra pero que ha dejado en Salt a su mujer y su hijo.

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