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crítica teatral
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Historia del amor’: querer y de qué manera

La Agrupación Señor Serrano estrena en castellano en el Matadero un espectáculo narrativo sobre la morfología y la pluralidad del amor en el que destaca la vigorosa pero solitaria presencia de Anna Pérez Moya

Javier Vallejo

Amamos como respiramos: a menudo por la boca y sin bajar el aire al diafragma. El amor romántico y pasional ha venido a colonizar la mayoría del amplio campo semántico del verbo amar, invisibilizando otras maneras de vivir las relaciones afectivas. A pesar de la universalidad que su título sugiere, Historia del amor, monodrama de la Agrupación Señor Serrano, ofrece una visión del tema acorde con la dominante en Europa occidental (y en las excolonias donde los pobladores autóctonos fueron sustituidos por europeos), a través de cinco postales narradas por una voz en off y de varias ensoñaciones o rememoraciones poéticas a las que Anna Pérez Moya presta su voz y su buena planta.

Al inicio, la actriz se coloca frente a una cámara que registra su rostro en un primerísimo plano frontal proyectado en vivo en pantalla grande. Parece un fotograma congelado de El hombre de la cámara, película muda de Dziga Vértov (director soviético que anhelaba contar la realidad y rechazaba el cine escenificado), porque apenas mueve un músculo y se toma un tiempo holgado en esbozar media sonrisa. Esa carita queda y quieta, ocupa la pantalla durante unos buenos minutos en los que no se agota su magnetismo: dice mucho más que el rosario de palabras en inglés que enhebra luego una voz en off. “¿Por qué amamos?”, comienza preguntándose la grabación. Y la respuesta es tan obvia que cuesta prestar oído a lo que sigue diciendo. En cambio, cuando la actriz toma la palabra, la continuación de ese discurso, que grabado resultaba didáctico, adquiere una dimensión escénica.

Durante el resto de la función, las descripciones audiograbadas se van alternando con las lucubraciones de la intérprete, cuya presencia fuerte le transmite al texto una porción de su propia energía. Los pasajes en off resultan laxos y desvaídos frente a los que interpreta vigorosamente esta actriz joven: se entiende mal que aquellos no se le hayan dado a un actor, que podría haberlos dicho con idéntico carácter narrativo pero poniendo su cuerpo en juego y triangulando su propia energía con la del público y la de la protagonista. En un espectáculo con tantos coproductores europeos como los que este ha reunido felizmente (y que cuenta además con la colaboración decidida de un puñado de teatros españoles), esa economía se entiende apenas, aunque discursivamente pudiera justificarse como economía estilística.

Pérez Moya sostiene el espectáculo a pulso. Es dueña de una expresión física, una calidad de movimiento y un imancito interior con los cuales lima y rebalancea el exceso de lugares comunes a los que acude la dramaturgia. Hay, por ejemplo, una secuencia proyectada en la pantalla en la que aparecen fragmentos de películas cuyos protagonistas se miran con deseo. Y una escena subsiguiente en la que tales personajes se besan apasionadamente, empezando por los que encarnaron Bogart y Bacall en Casablanca. Acaso hubiera sido más laborioso pero menos obvio escoger momentos equivalentes en la pintura universal, en la literatura, en la música o en la antropología. Puestos a utilizar la IA, como la utilizan Pau Palacios y Àlex Serrano, directores y autores de Historia del amor, bien pudieran haber abierto la perspectiva recreando alguno de los sugestivos rituales amatorios de las culturas bantúes, por ejemplo.

Tienen gracia el giro copernicano inesperado que experimenta la ceremonia de cortejo rococó, donde la actriz se lanza en picado, y la narración de la comida en un restaurante cool barcelonés, cuyo final sorpresivo hace añicos ese edén aparentemente idílico que su protagonista describe. Como de costumbre, resulta impecable la manera en la que emplea el cine en vivo esta compañía catalana.

‘Historia del amor’. Dirección y dramaturgia: Àlex Serrano, Pau Palacios. Madrid. Matadero. Nave 10, hasta el 5 de octubre.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.
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