La inteligencia artificial eres tú
La Agrupación Señor Serrano dialoga con las máquinas en un espectáculo de gran belleza plástica pero simple en su dramaturgia
Este espectáculo comienza con la advertencia de que ha sido creado con la ayuda de inteligencia artificial (IA). Suponemos entonces que quiere mostrarnos lo que pueden hacer las máquinas en el ámbito artístico y responder a una de las grandes preguntas que torturan a la humanidad desde los tiempos de Asimov: ¿puede un robot crear una obra de arte? Pero a medida que transcurre la función vemos que lo que se busca en este caso no es hasta dónde pueden llegar las computadoras, sino cómo son o pueden llegar a ser sus procesos de creación. Y eso es lo realmente interesante. Porque interrogarse sobre cómo funciona la IA es casi como hacerlo sobre la existencia de Dios: nos habla de nosotros más que de la máquina porque a ambos los hemos inventado a nuestra “imagen y semejanza”, como dice la Biblia pero al revés. Cuando nos preguntamos si un ordenador es capaz de crear, sentir o imaginar como un humano, en realidad nos estamos cuestionando qué es ser humano. Y esa es una de las materias primas principales de toda la historia del arte.
De eso va Una isla. Es el nuevo trabajo de la Agrupación Señor Serrano, compañía catalana dirigida por Àlex Serrano y Pau Palacios que precisamente ha forjado su singular estilo siempre en connivencia con las últimas tecnologías: pantallas, vídeos en directo, maquetas en movimiento, argumentos cruzados. Ya incluso en su anterior obra, la estupenda The Mountain, jugaron con drones y máscaras digitales. Pero justo en esta cuya temática es la inteligencia artificial cambian el paso. Por supuesto que usan la IA y otras tecnologías de manera sofisticada e impecable, como siempre, pero no hay maquetas ni dramaturgias complejas. Hay danza y mucha poesía visual. De vez en cuando no viene mal (no solo a los artistas, también al público) meterle un hachazo al estilo.
Pero volvamos a Una isla. La primera escena promete. Es un diálogo de un ente humano (se supone que la Agrupación Señor Serrano) con una inteligencia artificial conversacional proyectado sobre una pantalla mientras en escena una bailarina repite una serie de movimientos. La charla empieza con cuestiones básicas —quién eres, cómo te llamas, cuántos años tienes, eres una persona— de las que surgen inesperados chispazos poéticos. “Soy un puñado de palabras en un universo de silencio”. “Soy el otro”. “Soy tú”. El ente humano le propone a la máquina que le ayude a imaginar una obra escénica y se ponen a ello. Vemos cómo la van creando. Va de un náufrago que llega a una isla y ahí se encuentra la mar de a gusto, pero la máquina le recuerda que no puede sobrevivir solo en una isla, metáfora evidente del “yo”, pues en algún momento va a necesitar al “otro” aunque le caiga mal, coma pizza con piña o vote a un pirado con una motosierra. El resumen suena prosaico, pero es que el discurso que sostiene el espectáculo, aunque ingenioso y lleno de ironías, es un tanto simple. Quizá porque la máquina no dio más de sí o porque la idea inicial no está suficientemente desarrollada. Los chispazos poéticos no llegan a ensamblarse en un gran poema.
Otra cosa es lo que podríamos llamar “dramaturgia visual”. Lo que en la conversación con la máquina suena a obviedad se convierte en pura poesía cuando se recrea con imágenes o de manera física por los bailarines que salen a escena. Como experiencia plástica, el espectáculo es conmovedor.
Una isla
Dirección y dramaturgia: Àlex Serrano y Pau Palacios. Centro Conde Duque de Madrid, hasta el 29 de octubre. Teatre El Musical de Valencia, 12-13 de enero de 2024. LAVA de Valladolid, 19-20 de enero de 2024.
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