Ir al contenido
_
_
_
_
trono de juegos
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Petrodólares que compran sueños: qué significa que Arabia Saudí se haya hecho con ‘Pokémon Go’

La venta de varios juegos a una empresa que pertenece al fondo soberano saudí sacude el tablero digital mundial

Imagen promocional de 'Pokémon Go'.
Imagen promocional de 'Pokémon Go'.
Jorge Morla

El miércoles saltaba la noticia: la empresa dueña del juego para móviles de realidad aumentada Pokémon Go, Niantic, había vendido el juego (junto con otros como Pikmin Bloom o Monster Hunter Now) a Scopely, una empresa que forma parte del fondo soberano de Arabia Saudí. La operación se ha llevado a cabo por 3.850 millones de dólares.

Los videojuegos, habrá que volver a repetirlo, son el artefacto cultural más importante del siglo XXI. Lo son por las casi infinitas posibilidades artísticas que ofrecen y por su extraordinario poder de experimentación, sobre todo en el campo independiente. Pero también son, no podemos olvidarlo, un negocio milmillonario que en 2024 se estima que movió unos 280.000 millones de euros en el mundo, siendo, de lejos, el sector cultural más boyante. Algunas estimaciones señalan que podría alcanzar un valor de más de 420.000 millones de euros en 2027.

Arabia Saudí lleva tiempo adquiriendo licencias y estudios de videojuegos para diversificar la riqueza del país, más allá de los tradicionales petróleo y gas. Posee participaciones en compañías como Electronic Arts o Take-Two Interactive y, hasta hace poco, a través de su Fondo de Inversión Pública, poseía el 8,5% de Nintendo (a finales del año pasado redujo ese porcentaje hasta el 7,5%).

Pero Arabia no es, ni mucho menos, el único país que tiene una estrategia gubernamental para invertir en videojuegos. Hay decenas de ejemplos, pero al frente de todos, claro, está China, que tiene en Tencent (una empresa con vínculos directos con el Partido Comunista) una de las mayores empresas del sector en todo el mundo. Una empresa con amplio apetito expansionista que tiene acciones (y voz, y voto) en compañías desarrolladoras de todo el mundo. En España también, claro.

No hace falta decir que China es un país no democrático que impone severas restricciones a la libertad de expresión, pero quizá sí hace falta recordar que el año pasado llegó de allí el exitoso Black Myth: Wukong, en el centro de la polémica por prohibir que en las críticas del juego se hablara de ciertos temas: “NO incluya comentarios políticos ni propaganda feminista. NO utilice palabras como ‘cuarentena’, o ‘covid-19′. NO hable sobre la industria de los videojuegos de China”, decían las normas del juego para la prensa especializada.

Política aparte, hay que recordar también que los videojuegos son un artefacto tecnológico, y que sus derivadas no tienen que ver solo con el ocio. En plata: Pokémon Go es un juego que funciona con localización por satélite y, como tal, con su adquisición Arabia no solo obtiene una propiedad intelectual, sino uno de los ecosistemas de datos de geolocalización más grandes que existen en el mundo. Hay 100 millones de jugadores cuyos datos de ubicación están dentro del juego. Ni que solo fuera por estos detallitos, los medios generalistas deberían prestarle mucha más atención a este negociado digital. A veces da la sensación de que no saben bien lo que está en juego.


Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jorge Morla
Redactor de EL PAÍS que desde 2014 ha pasado por Babelia, Cultura o Internacional. Es experto en cultura digital y divulgador en radios, charlas y exposiciones. Licenciado en Periodismo por la Complutense y Máster de EL PAÍS. En 2023 publica ‘El siglo de los videojuegos’, y en 2024 recibe el premio Conetic por su labor como divulgador tecnológico.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_