‘El pescador ambicioso y el pez encantado’, de Leonardo Boff: la respuesta está en la justa medida

A partir del cuento popular El pescador ambicioso y el pez encantado, recreado por Philipp Otto y recuperado por los hermanos Grimm, el teólogo brasileño de la liberación Leonardo Boff analiza el carácter ilimitado del deseo humano que se traduce en todo tipo de excesos y desmesuras: en el consumo, el ejercicio del poder de los hombres sobre las mujeres, el uso de la racionalidad, el recurso a la violencia, la relación con (explotación de) la naturaleza, la acumulación de la riqueza y la arrogancia en el trato con las demás personas. La desmesura es tal que se llega a ambicionar el poder divino. Sin embargo, el deseo desmesurado choca con las limitaciones inherentes a la naturaleza humana: somos seres sapientes, pero también nescientes y dementes, tendemos a lo infinito, pero somos finitos.

Recuerda a este respecto a Alejandro Magno, llamado así por su ambición excesiva que le llevó a una de las más grandes hazañas de todos los tiempos, pero, a pesar de todo su poderío, encontró la muerte por la picadura de un mosquito. Boff se hace esta pertinente pregunta: “¿quién resultó más grande: el emperador o el mosquito de la fiebre?”. Pregunta que traslada a la covid-19.

Como respuesta al deseo desmesurado propone la justa medida, el equilibrio dinámico y la moderación, siguiendo la máxima escrita con grandes letras en el templo de Delfos: medén ágan (nada en exceso), y practicada en la era axial por Zaratustra, el reformador moral de la vieja religión iraní, los profetas de Israel, Confucio, Lao Tzu y Sócrates.

El planeta ha rebasado con creces sus propios límites por mor de la lógica del capitalismo y de la sobreexplotación de los bienes y recursos naturales, hasta desembocar en la necroeconomía, una economía que mata, y no solo metafóricamente, sino de manera real. La alternativa no puede ser, entonces, el mantenimiento de una economía acumulativa y competitiva, sino la apuesta por una economía comunitaria, solidaria y colaborativa, practicada por la sabiduría ancestral, las comunidades indígenas de América Latina y la filosofía ubuntu de los pueblos africanos, que se guía por el principio “yo solo soy si tú también eres”.

El ser humano ha ganado en poder, pero ha perdido sensibilidad, empatía, humanidad y compasión. Porque donde hay poder, no hay lugar para el amor y la ternura. Hay que rehabilitar, por tanto, la razón cordial, la razón sensible, que tiene la capacidad de sentir al prójimo, y reconocer los derechos del corazón en plena sintonía con la filosofía de Pascal: “El corazón tiene razones que la razón no entiende”. La unión entre el corazón y la inteligencia constituye el mejor antídoto contra la insensibilidad ante el sufrimiento ecohumano.

Frente al exceso y la arrogancia, la propuesta de Boff es una espiritualidad y una ética de la justa medida y del equilibrio dinámico, que ejemplifica en dos figuras que brillan con luz propia y ayudan a iluminar la oscuridad del presente: Francisco de Asís y el papa Francisco. Al primero le define como “el hijo de la comuna de Asís”, el primer cristiano después de Cristo, el fratello y el poverello. Al Papa actual le presenta como “el que vino del fin del mundo”, huésped de los huéspedes, que vive fuera de los palacios pontificios y sueña con una iglesia en salida a las periferias existenciales y hospital de campaña.

El pescador ambicioso y el pez encantado. En busca de la justa medida

Leonardo Boff
Traducción de Óscar Madrigal
Trotta, 2024
224 páginas
18 euros