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Crítica literaria
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sara Herrera Peralta: el bordado como gran metáfora de la vida

El poemario ‘El piar de los pájaros y el goteo del agua que cae del techo’ y la novela ‘Me fui como una tormenta’ nacen de una investigación sobre el trabajo de Louise Bourgeois para plantear otras preguntas sobre la literatura y el arte y la memoria

"Una flor violeta, bordada por mi abuela, sobre un pañuelo que me regaló al emigrar a Francia antes de morir, junto a otras piezas bordadas". Imagen de interior del poemario 'El piar de los pájaros y el goteo del agua que cae del techo', de Sara Herrera Peralta.
"Una flor violeta, bordada por mi abuela, sobre un pañuelo que me regaló al emigrar a Francia antes de morir, junto a otras piezas bordadas". Imagen de interior del poemario 'El piar de los pájaros y el goteo del agua que cae del techo', de Sara Herrera Peralta.Sara Herrera Peralta (EDITORIAL LA BELLA VARSOVIA)

No es muy frecuente que aparezcan dos libros simultáneos de una misma autora, como ocurre estos días con Sara Herrera Peralta (Trebujena, 1980), pero la lectura combinada de ambos le da todo el sentido del mundo a la operación, puesto que la novela (abiertísima en todos los sentidos, pero novela a fin de cuentas) Me fui como una tormenta y el poemario El piar de los pájaros y el goteo del agua que cae del techo nacen de un mismo proyecto de investigación en torno a la artista Louise Bourgeois, a quien Herrera reivindica también como escritora mientras interroga una parte muy particular de su producción, las piezas bordadas que Bourgeois realizó en sus últimos años, que pasan por ser obras menores para la crítica aunque a ella no se lo parecen en absoluto.

Retrato promocional de la autora Sara Herrera Peralta.
Retrato promocional de la autora Sara Herrera Peralta. Samuel Capdeville (EDITORIAL LA BELLA VARSOVIA)

A partir de esa tarea de origen académico, la autora se hace preguntas sobre sí misma que conducen a otras preguntas sobre la literatura y el arte y la memoria que luego se entrecruzan y ramifican hasta desbordar por completo cualquier posibilidad de caracterizar su literatura mediante un único tema central. Sin embargo, ¡ay!, ya saben ustedes que hoy en día estamos obsesionados con que los libros tengan cada uno su temita, lo más claro y reconocible posible para que todos tengamos a qué atenernos.

Esta exigencia, digamos, ambiental se cuela en las páginas de la novela y del poemario, a veces a modo de presión interna (la propia autora se pregunta por los límites o direcciones de su trabajo), otras veces como cuestionamiento externo. En este segundo sentido, es curioso (¡y, al menos para mí, extrañamente divertido!) que las interrogaciones lleguen de la mano de dos editores que en su momento desestimaron estos libros que finalmente han aparecido en Consonni y La bella Varsovia. En Me fui como una tormenta, Herrera reproduce la carta de rechazo de un editor que se muestra algo confundido respecto de lo que “busca” la novelista; en el poemario, nos explica algo estupefacta que otro sello descartó publicarla porque se les “escapaba el tema de la maternidad”. Es bonito que Herrera introduzca en su obra la confesión de las inseguridades e iluminaciones que conlleva el proceso de búsqueda de editor; pero hay algo más latiendo en esas dos anécdotas rescatadas por la autora.

Ese algo más tiene que ver, insisto, con la imposibilidad de reducir las escuetas doscientas páginas que suman los libros a un tema único. Ni siquiera hay uno que vertebre de un modo incuestionable el conjunto, y esta es precisamente la clave para leer a Herrera, no en vano escoge la tarea del bordado, es decir, el tejido, como gran metáfora (que no tema) para la escritura y la vida. No es una metáfora nueva (además de los precedentes que menciona la propia Herrera, se me ocurre que también la filósosa Donna Haraway la utiliza en Seguir con el problema), pero su capacidad sugestiva es inagotable, puesto que conlleva una reivindicación de los espacios femeninos (pero también un cuestionamiento de la herencia colectiva femenina), una idea de descentralización, un ritmo artesano, una materialidad tan sutil como perdurable.

En el caso de Herrera, hablar de/desde el bordado le permite interconectar su experiencia como expatriada (un término tal vez excesivo si pensamos políticamente su condición, pero que me parece válido en términos de imaginación poética), su condición de nieta, hija y madre (esa que tantísimo descolocó a un editor), la memoria de su infancia, el oficio literario y, en definitiva, el único tema que nos ocupa verdaderamente a todos los que escribimos o leemos, si nos paramos a considerarlo seriamente: el paso del tiempo.

“Pienso en lo que se escribe sin trama”, escribe (claramente sin trama) Sara Herrera, “como quien revisa una columna vertebral y no comprende por qué duele la espalda”. Es una buena cita, me parece, para resumir la tarea que acomete la voz de esta novela y de estos poemas.

Portada de 'El piar de los pájaros y el goteo del agua que cae del techo', de Sara Herrera Peralta

El piar de los pájaros y el goteo del agua que cae del techo

Sara Herrera Peralta
Bella de Varsovia, 2025
112 páginas
13,90 euros
Portada de 'Me fui como una tormenta', de Sara Herrera Peralta

Me fui como una tormenta

Sara Herrera Peralta
Consonni, 2025
112 páginas
16,90 euros

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